Este año también celebraremos las Fiestas. Pero se nos hace difícil compartir alegrías cuando hay tanto sufrimiento. Felizmente hay mucha gente que nos está cuidando
Un blog para compartir artículos sobre Análisis Existencial y Logoterapia
domingo, 20 de diciembre de 2020
LES DESEO FELICES FIESTAS
martes, 1 de diciembre de 2020
La globalización en tiempos de pandemia. Como globalizar la solidaridad y anular la escalada egoísta.
¡El
virus no existe! ¿Cuántos muertos registra hoy nuestra comunidad? Solamente nos
salvará una vacuna. ¡Los políticos no se pueden guiar por el miedo y aprobar
vacunas sin seguridad! ¡La urgencia no puede suprimir medidas de control y
riesgo!!
Frases
como éstas o semejantes pueblan todos los continentes, saturan los
informativos, enfrentan a políticos y comentaristas, frente a la instalación de
una pandemia debida al virus llamado popularmente COVID-19.
Se
ha globalizado la pandemia. Se ha globalizado el miedo. Se han globalizado las
críticas y también los llamados pidiendo ayuda, medios, inversiones, controles,
penalizaciones o soluciones. Pero el virus no sabe de conflictos y se difunde
porque la población mundial sucumbe ante las demandas económicas, el consumismo
establecido como sistema y la falta de solidaridad.
Pocos
saben lo que significa, en realidad, el término “globalización”. Opinan algunos
que la globalización es un proceso económico, tecnológico, político, social y
cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e
interdependencia entre los distintos países del mundo, uniendo sus mercados
sociales a través de una serie de transformaciones sociales y políticas que les
brindan un carácter global.
Este
proceso originado en el seno de la civilización occidental y que se ha
expandido alrededor del mundo en la segunda mitad del S. XX recibe su mayor
impulso con el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Se
caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una
economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de
capital se configuran a escala planetaria. Esto dio en llamarse “nueva economía”.
La
globalización nos somete a cambios y presiones a veces no deseados. Ríos de
tinta han cubierto publicaciones acerca de este fenómeno actual. En la historia
de las grandes civilizaciones la única forma en la que se conseguía alcanzar
era por medio de las conquistas. Sangrientas e injustas siempre. Los filósofos
de todas las épocas han defendido que, ante el desarrollo de una nueva
conquista debíamos prepararnos para no perder, ni un ápice, nuestra condición
de persona.
Tanto
en la antigüedad como en el presente aparecen voces que resaltan, ensalzan o
alaban los beneficios de tal o cual globalización. Pero si fijamos nuestra
atención en todo el contexto en el que se incluye el mencionado fenómeno
rápidamente observamos consecuencias inmediatas e ingratas de su implantación:
Recesión, pobreza generalizada y estructural, déficit económico general, crisis
en la institución familiar y alteración del goce de la libertad. Las
consecuencias de este proceso caen sobre toda la población y los economistas
del Establishment aún no han encontrado soluciones.
La
economía globalizante tiende a motivar el esfuerzo individual para que la
persona obtenga ventajas De esta forma no se contribuye al bien común, la
comunidad se resiente, los éxitos de UNOS se convierten en fracasos de los
OTROS. La lucha se establece por el bienestar personal, el ascenso económico y
social, la posesión de bienes. En este tipo de relaciones comunitarias cada
hombre es un potencial enemigo de su vecino o compañero de trabajo, su familia
y aún los amigos. El resultado es el aumento de la agresividad, dificultades en
las relaciones interpersonales y una ansiedad general. Muchas instituciones tienden
a programar la distribución indiscriminada de pseudos beneficios sociales,
siempre generales, mínimos y decididos por el poder. Se desconocen las
condiciones individuales, las conformaciones culturales y la libertad del
Hombre.
En estas
líneas intentamos llamar la atención sobre la verdadera esencia del Hombre. De
una manera u otra tratamos de alertar sobre las utopías. Aquí denunciamos, una
vez más, el hambre, la desocupación, la miseria, el aumento de la deuda,
flagelos con los que cerramos el Siglo XX y aún continúan en el nuevo siglo.
Sin
posibilidad de clonación, cada Persona necesita cuidados que van ligados a un
complejo entramado psicosocial en la que manifiesta sus valores y desarrolla
sus propios procesos de adaptación. Solamente en una perspectiva holística del
problema podremos descubrir las verdaderas necesidades del Hombre. La génesis
de este proceso es universal, que no globalizante, porque cada persona es única
e irrepetible, libre y responsable para decidir sobre su futuro y su auto-trascendencia.
Cuando
la consideramos en estas dimensiones bio, psico, social y espiritual queda
claro que la totalidad del Hombre no puede reducirse a un solo fenómeno y debe
entendérselo como una unidad de sentido y como una unidad estructural. En esta
pluralidad de dimensiones el Hombre experimenta el sí mismo y su relación con
el mundo. Su esencia es ser libre y responsable, respondiendo a valores y
proyectándose en un futuro trascendente.
Aristóteles
decía que con el asombro comienza la Filosofía. Cuanto más reflexiono sobre mi
existencia más oscura veo mi existencia particular. La comprensión, la
inteligencia y el lenguaje me quedan cortos para explicar esta realidad que enfermedad
y muerte: la pandemia. ¿Cuál es la actitud específicamente humana a seguir? Es
una época difícil para dar lugar al asombro.
El
desafío es construir un sistema en el que la solidaridad sea el centro. La
vertiginosidad con que la globalización difunde sus mensajes impide a los
ciudadanos una elaboración crítica y ética de su verdadera influencia.
Deslindar la verdad es muy difícil e impide la expresión auténtica de
sentimientos y proyectos. Muchos quedan paralizados frente a la pandemia, otros
la niegan, aquellos no toman medidas de prevención y la responsabilidad brilla
por su ausencia.
Desde
nuestra posición ideológica debemos reconocer los cambios en la realidad social
pero alertar sobre las posibilidades, casi seguras, de caída en el vacío
existencial, en la vida sin sentido y en la superficialidad de la actividad
cotidiana, cuando no en la contemplación de la destrucción de nuestra sociedad
y modo de vida. Debemos preocuparnos intensamente por ese futuro.
Prever
los problemas psicopatológicos derivados de sentimientos profundos de soledad
provocados por esta sociedad globalizada, vigilar la aparición de
comportamientos alterados que modifican e impiden esa plenitud de vida, encarar
las sutiles y a veces brutales circunstancias en las que se altera la
convivencia familiar y contribuir al bienestar es el desafío de la hora.
Las
alteraciones mencionadas son multifactoriales. Una inadecuada utilización de
los recursos de las comunidades lleva al aumento de los problemas mencionados,
limitando la pretendida eficiencia del sistema.
La
gestión de proyectos que incorporen rápidas y profundas innovaciones en la
atención sanitaria y en la educación son los parámetros iniciales necesarios.
Aceptar la sugerencia de los economistas implica buscar formas modernas de
aumento de la eficacia y la eficiencia del sistema. Pero esta eficiencia debe
complementarse con la actividad comunitaria que genere en la población espacios
culturales para evaluar sus propias necesidades y encontrar criterios definidos
para que las soluciones sean, cualitativa y cuantitativamente, aceptables y
aceptadas por todos. Esta es la verdadera innovación: la vida solidaria.
El
concepto de “salud” de la Organización Mundial de Salud comprende el bienestar
biológico, psíquico, social de las personas y no solamente la ausencia de
enfermedad. Los técnicos diferencian “salud objetiva” de “salud subjetiva”
definida la primera como “la capacidad para la función” y la segunda como “la
significación que la persona otorga al sentirse bien”.
La
economía provee los parámetros necesarios para el desarrollo de un aspecto
esencial de las comunidades. Pero no el principal. Sin posibilidad de
clonación, cada persona necesita cuidados que van ligados a un complejo
entramado psicosocial en el que se encuentra ligado afectivamente, en el que
manifiesta sus valores personales y en el que desarrolla sus propios procesos
de adaptación. Los enfermos de COVID-19 son ingresados en hospitales hoy al
borde de la saturación. Si empeora su estado las UCIs también están colapsadas.
Mueren sin la presencia de sus familiares. Son enterrados sin ceremonias. Las
familias y amigos quedan destrozados. Pero aún ante este panorama no observamos
una reacción responsable de la mayoría de la población. Multitudes en los
centros comerciales porque hay que celebrar las fiestas de fin de año, los
jóvenes violando disposiciones de distancia y control para realizar macro
fiestas llenas de alcohol y sin medidas preventivas, empresarios que no
realizan las prescriptivas medidas de seguridad para sus obreros y empleados,
etc. etc. etc.
Solamente una perspectiva holística del
problema permitirá descubrir sus verdaderas necesidades. La génesis de este
aspecto evolutivo humano es universal. Universal, que no globalizante, porque
cada persona es única e irrepetible, libre y responsable para decidir sobre su
futuro y sobre su auto-trascendencia. La globalización no siempre permite este
aspecto esencial de la Persona. Si no es obligado a abandonar aquello que le
pertenece por esencia, el hombre es capaz de incorporarse a un proceso intenso
de desarrollo como el que comentamos. La condición es el respeto por su
esencia: la libertad.
¿Cómo es
posible aumentar la solidaridad en un mundo egoísta, consumista y superficial?
Volviendo a lo clásico sin abandonar lo actual.
Mostrar
a los responsables de la producción que sin la debida motivación, sin el
ejercicio periódico de la creatividad, sin la esperanza en un bienestar futuro
para su familia, sin la atención sanitaria debida, sin educación generadora de
estructuras valorativas, el Hombre se aliena y por ende rinde menos.
¿Podrán
las empresas redescubrir estos conceptos? ¿Podrán los jóvenes responsabilizarse
y construir una generación tal que sea modélica? Los jóvenes necesitan una
fuerte motivación que movilice sus potenciales creativos y productivos. Ellos
ven el porvenir con nubarrones y dejan cesantes sus energías solamente
dirigidas a sostener una vida provisional llena de adicciones, agresiones o
depresiones.
Recordar
que el hombre es lobo del hombre pero que, simultáneamente, es también el que
ha desarrollado su creatividad hasta los límites insospechados de la
actualidad. Luz y sombra de la historia. Creación y destrucción. Amor y
guerras.
Apuntemos
al amor y a la solidaridad.
No se
forman “colaboradores solidarios”. He aquí la sencilla fórmula de desarrollo
comunitario ya señalada en la Biblia.
La
formación de estos “colaboradores solidarios” permitiría un doble efecto
positivo inmediato.
El hombre común, sin ninguna elaboración intelectual, sin la necesidad de
ningún estudio sistemático, vivencia esta naturaleza espiritual de su ser
Persona. Vivencia esta angustia por su finitud y se esfuerza en su auto-trascendencia.
No se le escapa que su vida vale la pena vivirla, plenamente. Y se esfuerza
para encontrarle sentido a pesar de las circunstancias que, inevitablemente, lo
rodean y frustran muchos de sus proyectos.
En muchas oportunidades encuentra ese sentido a pesar del sufrimiento que
le produce el dolor por la pérdida de un hijo, el dolor físico de una
enfermedad o trauma, la carencia de un empleo o una casa, o la necesidad de
enfrentar catástrofes naturales.
El Hombre es capaz de esto y mucho más. Si enferma, sufre o padece
pérdidas busca la “cura”. Todos buscan
la “cura”, el cuidado de un otro. Ese “otro” puede ser padre, hermano, amigo,
hijo o compañero. Muchas veces esta compañía es el verdadero trampolín que los
coloca, nuevamente, en la senda del sentido.
Aceptan la transitoriedad de la existencia, superan el sufrimiento y
recobran la esperanza.
Cuando esto no es posible recurren a un profesional en busca de la
“cura”. Según de que “cura” se trate consultan a un médico, un psicólogo, un
psicopedagogo o un religioso. Cualquiera de estos profesionales es la persona
que “impulsada por su eros terapéutico, aprovecha su preparación técnica para
cuidar a sus semejantes, como prójimos, cuando lo necesitan o están enfermos”.
Para que esta “Misión” no sea una mera declaración de buenas intenciones
debemos citar a nuestro Maestro Viktor E. Frankl.. Según Frankl, nuestra
“Misión” como Logoterapeutas es la “cura médica de almas”. Es una pastoral
“médico-psicológica”. Según los griegos, la persona encargada de “cuidar” el
cuerpo era el “mëdos”, derivando de allí la palabra “médico”. Para esa cultura
el “therapeutikós” era el siervo encargado de cuidar el templo, es decir, el
lugar por excelencia para la vida espiritual.
Quienes nos dedicamos a esta profesión, y en especial los Logoterapeutas,
aceptamos y reconocemos nuestra “Misión” como aquella destinada a colocarnos al
servicio del otro para ayudarlo a mejorar sus “dolencias” cuando éstas lo
agobian, librarlo de su angustia cuando el daño es positivo y facilitar su
reencuentro con el sentido, a pesar de todo y contando con los valores de su
propia existencia. En este tiempo de pandemia también es “apelar” al ejercicio
de la responsabilidad.
Deberíamos contribuir con
nuestra experiencia para el desarrollo de una acción logoterapéutica que se
proyecte sobre la comunidad contribuyendo a la promoción y perfección del
Hombre en función de valores éticos de solidaridad, logros en el marco superior
de la responsabilidad social y calidad de vida respetuosa de la dignidad de la
Persona.
Nuestra “Misión” no
necesita de grandes tratados de Psiquiatría, Psicopatología o Técnicas
Psicoterapéuticas. Los “Maestros” y “Tratadistas” han contribuido a nuestra
formación básica imprescindible. Ahora nos basta la definición del diccionario:
“Misión es la acción de enviar. Es el poder que se dá a un enviado para cumplir
su cometido. Es, también, el deber moral que cada hombre le impone su condición
o estado”.
Somos enviados para servir
en la “cura” o cuidado del otro y es para nosotros un deber que nuestra
condición nos impone. “Pastores de almas” que buscan encarrilar la oveja hacia
la recuperación del “sentido” de vida. El Derecho nos otorgaría la condición de
“curadores ad-bona” que define a quien cuida los bienes de un incapacitado. ¡Y
qué mayor incapacidad que carecer de la voluntad necesaria para encontrar
sentido a la vida a pesar de todo!
Esa es nuestra “Misión”. ¿Y
cuál es nuestro pago? El diccionario vuelve a ser útil para definir la cuestión
citando la acepción que atribuye a “Misión: alimento que se señalaba a los
segadores por su trabajo”. El cumplimiento de la Misión es nuestro alimento y
pago verdaderos.
¿Cómo podemos lograr estos
propósitos en esta sociedad en crisis, con poco ejercicio de la solidaridad y
padeciendo una pandemia?
Debemos ajustar nuestra
Misión para afirmar, repetidamente, el concepto de Logoterapia como propuesta
facilitadora del desarrollo de proyectos y valores. Una propuesta que debe
considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva, promover la
reflexión sobre los valores y el sentido de la vida, no olvidar la integración
psicológica y social y facilitar la armonía entre la libertad y la
responsabilidad.
Nuestra tarea como Logoterapeutas es preguntarnos si
podemos hoy ayudar al Hombre existencialmente frustrado a encontrar un sentido
en su vida. Muchas personas piensan que tal
vez es tarde para esta tarea en
un mundo totalmente globalizado, en crisis y vacio existencialmente. Creemos
que no.
Concluimos que es necesario considerar la posibilidad de
establecer una sociedad basada en el respeto por la Persona. Esta persona
necesita obtener el máximo de oportunidades para realizarse dentro de la
comunidad de su elección, desarrollar y usar sus potencialidades y encontrar un
trabajo digno.
En ese contexto es posible que pueda dar y recibir,
encontrando en la comunidad su oportunidad de ser solidario con acciones de acuerdo a los
más altos valores y con un ejercicio continuo de responsabilidad”
Diciembre de 2020.
miércoles, 25 de noviembre de 2020
La Logoterapia como promotora de la trascendencia recíproca en los grupos - Logotherapy as a promoter of reciprocal transcendence in groups -
Dr. José Martínez-Romero Gandos - Spain
Hemos estado trabajando, como psicoterapeutas, con un modelo que agrega logoterapia grupal a nuestras técnicas de tratamiento actuales. Nuestra tarea es principalmente clínica. Hemos obtenido una base crítica, abierta al diálogo, para las teorías y aplicaciones de la logoterapia.
Los aspectos epistemológicos, antropológicos y psicopatológicos de esta base crítica han sido analizados por un equipo de médicos, psicólogos y psicólogos de la educación de nuestro instituto denominado "SENTIDO" Centro de Encuentro Psicológico y Comunicación en honor a Viktor Frankl quien considera la falta de sentido como la causa de nuestra crisis actual.
Como psicólogos, ayudamos a "curar" a los enfermos en sus dimensiones física y psíquica. Atendemos también la dimensión espiritual, que, según Franki, es la dimensión esencial de la existencia humana. Agrega que "las neurosis pueden enraizarse también en esta dimensión [espiritual], porque las personas que sufren de conflictos morales, conflictos de conciencia, problemas espirituales o una crisis existencial, pueden enfermarse de una neurosis noógena".
La importancia primordial de los procedimientos grupales no radica en estimular ciertas acciones de los participantes del grupo, sino en permitirles encontrar significado en cualquier momento particular de sus vidas. Nuestra principal "técnica" es la comprensión humana. Un "encuentro" donde los participantes hablan sobre sus historias de vida, sus situaciones actuales, experiencias personales y metas.
Las personas en crisis reciben ayuda de la experiencia vocacional del logoterapeuta, que les proporciona una base teórica, y de los miembros del grupo, que se solidarizan y se ayudan mutuamente a encontrar el significado de su existencia.
Los participantes del grupo no ven a los demás como "objetos", sino como "sujetos" que prestan atención a los sentimientos internos y los gestos significativos de los demás. Ayudamos a los miembros del grupo a luchar contra los sentimientos de sinsentido y a afrontar el vacío existencial que afecta. La gente de hoy, en una escala casi epidémica, conduce a lo que Franki llama "neurosis noogénicas colectivas".
La trágica trilogía -depresión, agresión y adicción- resulta de una falta de sentido. La logoterapia aplica el autodesprendimiento y la autotrascendencia para superar el vacío y encontrar una base firme sobre la que apoyarse incluso en las circunstancias más desafortunadas. Los grupos de logoterapia evitan que las personas piensen constantemente en sí mismas. Los pone en una situación en la que piensan en los demás, sienten que los demás sufren, se compadecen y ayudan a los que sufren.
Basamos nuestro trabajo en Análisis existencial y logoterapia, la “Tercera Escuela de Psicoterapia de Viena”, fue desarrollada por Viktor E. Frankl y publicada por primera vez en 1938. Considera la búsqueda de sentido como la principal motivación humana. Dado que las personas son capaces de decidir, también son responsables de sus decisiones. Un ser humano no es una mera marioneta de las fuerzas biológicas hereditarias y ambientales, sino que siempre es libre de tomar una posición frente a las condiciones internas de otra circunstancia. Es el objetivo de la psicoterapia basada en esta mirada antropológica acompañar a los clientes en el camino hacia la búsqueda de posibilidades de significado concreto en sus respectivas situaciones de vida.
We have been working, as psychotherapists, with a model that adds group logotherapy to our present treatment techniques. Our task is mainly clinical. We have obtained a critical basis, open to dialogue, for the theories and applications of logotherapy.
The epistemological, anthropological and psychopathological aspects of this critical basis have been analyzed by a team of physicians, psychologists and educational psychologists in our institute called "SENTIDO" (Meaning), Center of Psychological Encounter and Communication in honor of Viktor Frankl who considers lack of meaning to be the cause of our present crisis.
As psychologists, we help "cure" the sick in their physical and psychic dimensions. We also attend to the spiritual dimension, which, according to Franki, is the essential dimension of human existence. He adds that "neuroses can take root also in this [the spiritual] dimension, because persons suffering from moral conflicts, conflicts of conscience, spiritual problems, or an existential crisis, may fall ill with a noogenic neurosis."
The primary importance of group procedures lies not in stimulating certain actions by a group participants, but in enabling them to find meaning at any particular moment in their lives. Our main "technique" is human understanding. An "encounter" where participants talk about their life histories, their present situations, personal experiences and goals.
People in crisis receive help from the vocational expertise of the logotherapist who provides a theoretical grounding, and from group members, who sympathize and help each other find meaning in their existence.
Group participants do not see others as "objects," but as "subjects" who pay attention to each other's inner feelings and significant gestures. We help group members to fight against feelings of meaninglessness and to confront the existential vacuum which affects. People today, on an almost epidemic scale, leading to what Franki calls "collective noogenic neuroses."
The tragic trilogy -depression, aggression, and addiction- results from a lack of meaning. Logotherapy applies self-detachment and self-transcendence to overcome the vacuum and find a firm base on which to stand even in the most unfortunate circumstances. Logotherapy groups effectively stop people from constantly thinking about themselves. It puts them in a situation where they think about others, feel others suffering, sympathize, and help those who suffer.
We based our work in Existential Analysis and Logotherapy, the “Third Viennese School of Psychotherapy”, was developed by Viktor E. Frankl and first published in 1938. It regards the search for meaning as the primary human motivation. Since persons are capable of deciding, they are also responsible for their decisions. A human being is not a mere puppet of biological hereditary and environmental forces but is always free to take a stand toward inner conditions another circumstance. It is the objective of the psychotherapy based on this anthropological view to accompany the clients on the way to finding possibilities for concrete meaning in their respective life situations.
sábado, 14 de noviembre de 2020
HUMILDAD Y SOLIDARIDAD PARA REINICIAR EL CAMINO
Cuando avanzamos por el camino de
la existencia siempre encontramos atrancos o piedras que dificultan la marcha.
No siempre recordamos que este camino lleno de piedras nos ubica,
decididamente, en el “agudo borde de la existencia”, como diría Merleau-Ponty.
Este camino es una experiencia de la ningún ser humano puede escapar. Ante
tantas dificultades, cuando las fuerzas parecen flaquear, lo único que puede “curar”
mis heridas y ayudarme a reanudar el camino es “el otro”
Ese
“otro” que desde nuestra aparición en el mundo fue forjando nuestra
personalidad y aportando experiencias a nuestra vitalidad. Nuestro primer
referente de ese “otro” es la familia y la comunidad en la que compartimos con
ellos camino. Esa familia y esa comunidad tienen que ser agentes importantes en
la comprensión del valor del “otro”.
Los
que hemos elegido el servicio al otro a través de una profesión tenemos que
tener muy claro que esa vocación implica “donación”, darse al otro, “donarse”. Para
poder hacerlo debemos contar con una historia familiar y comunitaria de nuestra
infancia en la que los valores constituyan un pilar fundamental.
No
es cuestión de guiarse por una excesiva idealización de esos principios. Si nos
aferramos a ellos sin ejercicio de la libertad individual para realizar un
futuro con proyecto propio correremos el peligro de olvidar esos principios
rectores constituidos como motores y convertirnos en seres conflictuados,
carentes de sentido o frustrados.
No
olvidar que virtudes y valores son elementos definitorios de nuestra
personalidad pero que poseen un límite muy endeble que puede ser traspasado fácilmente
para convertirse en algo contrario: egoísmo, dependencia del consumo,
agresiones o adicciones. Recordar, asimismo, que esas flaquezas o incapacidades
pueden actuar como “maestras” para una apertura al cambio y regreso a los
valores fundamentales.
En
el plano de la actuación social la exigencia de eficiencia, importancia o
prestigio se contrapone con la decisión personal de ser “humilde”. Esto no es
“humillarme” ni hacerme pequeño ante los demás. Esto es caer en el mundo,
hacerme cargo de mi terrenalidad y con ese lastre intentar alcanzar una
trascendencia que parta de lo personal.
Citar
a los griegos es un juego diletante que no siempre cae bien. Ellos distinguían
entre “tapeinosis” (que sería una especie de falsa humildad) de envilecimiento
y de carencia de valores de la “tapeinophrosyne”, referencia a la capacidad de
tener una opinión humilde de sí mismo, un sentido profundo de la pequeñez de
nuestro ser.
Si
en ese camino nos encontramos con una gran piedra que nos detiene, que nos hace
sentir el fracaso de seguir en el camino, es justo la hora de acercarnos al “punto
cero” y recomenzar nuevamente el camino por otros senderos. Tratemos en ese
nuevo camino que comenzamos con debilidades post traumáticas buscar la
solidaridad. Juntos es posible mejorar las posibilidades de logros en el camino
cuyo final todos conocemos.
Esta
sugerencia que formulamos tiene el propósito de ayudar a quitarse la máscara
que nos colocamos en el momento de enfrentar dificultades para disimular
depresiones o fracasos. Con esa máscara es posible que desarrollemos una vida
automatizada, centrada en el éxito y en la obtención de bienes y títulos. Una
apariencia artificial que dificultaría enormemente el poder quitarse la máscara
y renovar la búsqueda de la autenticidad.
Si
hubo heridas, fracturas o dolores aún es posible tomar un camino diferente,
juntando los fragmentos de vida compartida anterior y formar con ellos una
nueva figura, una nueva forma de participación basada en una nueva esperanza de
vida. Generalmente se aprende más de los fracasos que de los éxitos. Según C.G.
Jung una vida de éxitos es el peor enemigo de la transformación.
La
posible vida espiritual plena pide otra manera de ser y de estar en la
comunidad. No escuchar las quejas y no ver las dificultades de la comunidad es
como no escuchar ladrar a los perros cuando acecha el ladrón. Tal como sucede
en la oscura noche del ladrón, allí en los problemas se oculta un tesoro que
aún no ha sido detectado. Los perros denuncian al ladrón y el amo recupera el
tesoro.
En
nuestra sociedad todo el que se equivoca trata de ocultarlo. El que busca un
objetivo comunitario de solidaridad debe asumir que puede no acertar en todo.
El espíritu de perfeccionismo y éxito frena los deseos comunes de convivencia
fraterna.
Los
problemas colectivos o las catástrofes sociales ordinariamente se silencian
porque no proveen una historia de éxitos. Nadie quiere saber cuáles son las
lacras en su propia comunidad. O cuáles sus fracasos.
La
demasiada elevación de ideales en una comunidad incapacita a los individuos para
aceptar sus reales limitaciones y problemas. La manera de comportarse en una
comunidad con los enfermos, con los ancianos y con los obreros sin trabajo es
la mejor radiografía para entender sus niveles de autenticidad.
Los
débiles traen consigo un mensaje muy fuerte que sacude a la comunidad exigiendo
de ella credibilidad. Las comunidades que no reconocen este mensaje avanzan en
el terreno pantanoso de los sueños dorados, la dádiva fácil, la demagogia y las
bonitas palabras huecas de contenido.
Los
necesitados exigen realidades. Sus pedidos claman por la verdad y desenmascaran
las mentiras ocultas en las palabras bonitas de falsas promesas. El dirigente de una comunidad debe conocer, si
es posible uno por uno, a los que sufren o padecen para poder acompañarlos en
el logro de soluciones reales y no en el camino de irrealizables ideales. ¿No
es esto lo que hace el médico con los enfermos?
En
una empresa los enfermos se apartan porque no tienen nada que hacer en el
trabajo. Es como si se programara solamente el éxito de la salud. Si todos sus
miembros se enfermaran al unísono se acabaría la empresa. Llegar a
considerarlos como un espejo para los que están sanos sería un signo de
identificación en la comunidad que provocaría una relación más humana y un
grado mayor de salud espiritual.
Esta
actitud de servicio, de solidaridad, de renunciamiento es una reconciliación
con los valores humanos y con el propio sentido de vida. No es un
comportamiento compulsivo que brota del carácter ni es un equivalente a
cobardía, temor o falta de agresividad. Es, sencillamente, una expresión de fe
y esperanza en los valores de solidaridad y en la importancia de la cultura.
El
camino de la transformación, de la libertad y de la paz entre los hombres
discurre por otros valles, otros mares, otras latitudes.
Alguien
intentó poner una gran piedra en la rama superior de una palmera para frenar a
ésta en su orgullosa búsqueda de altura. Unos años más tarde comprobó, con
sorpresa, que la palmera maltratada era la más grande y hermosa de todo el
valle. El peso de la piedra la había obligado a hundir más profundo sus raíces.
Así
nosotros también debemos profundizar en el “humus” (raíz latina de humildad) de
nuestra cultura, de nuestra gente para animarnos a rasgar el corsé asfixiante
que nos ha colocado una sociedad consumista, egoísta e insolidaria y rechazar
el esquema instaurado de limitaciones del ejercicio de nuestra libertad.
“Con toda humildad [ταπεινοφροσύνης -
tapeinophrosynēs] y mansedumbre, con paciencia, soportando los unos a los otros
en amor. (Efesios 4:2)”
Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña - Galicia - España
jmrsentido@gmail.com
miércoles, 11 de noviembre de 2020
HOMENAJE A EUGÈNE MINKOWSKI Y FRANÇOISE MINKOWSKA Innovadores en los aportes a una Psiquiatría y Psicología fenomenológico-existenciales
Resumen
Eugène Minkowski fue pionero en la utilización del análisis fenomenológico en la psiquiatría de su tiempo focalizando sus aportes en la vivencia de la temporalidad humana distorsionada. Los fundamentos antropológicos y filosóficos que postulaba como indispensables para la construcción de teorías psicológicas cobraron fuerza en varios de sus colegas contemporáneos con los que trabajó o departió intensamente: Jaspers, Binswanger, Frankl, basados todos ellos en Heidegger, Husserl o Dilthey.
Una obra fundamental para todos los investigadores en el ámbito del Psicodiagnóstico es el libro de Françoise Minkowska sobre Rorschach. Este libro marca una ruptura esencial en la interpretación del Test de Ro. Incorporando el análisis fenomenológico del vacío existencial considerando único al individuo testeado. Todos los estudios reunidos en este libro marcan una ruptura esencial en la interpretación del Ro.
Palabras clave: Rorschach – Eugène Minkowski – Françoise Minkowska – Psicología
Fenomenológico-existencial – Psicosis –
Abstract
Eugène
Minkowski pioneered the use of phenomenological analysis in psychiatry. He
focusing their contributions in living human temporality distorted.
Anthropological and philosophical foundations which posited as essential for
the construction of psychological theories gained strength in several of his
contemporary colleagues with whom he worked and spoke intensely: Jaspers,
Binswanger, Frankl, all based on Heidegger, Husserl and Dilthey.
A
fundamental work for all researchers in the field of Psycho-diagnosis is F.
Minkowska’s book about Rorschach. This book marks an essential break in the
interpretation of Ro. test incorporating the phenomenological analysis of
existential emptiness considering the individual tested as unique. All studies
collected in this book marked a crucial break in Rorschach interpretation.
Keywords: E. Minkowski – F. Minkowska – Psychiatry – Existential and Fenomenological Psychology- Psychoses.
Mientras el autor de
este trabajo cursaba la Licenciatura en Psicología en la Universidad de Buenos
Aires se publicó el Tratado de Psicopatología de Minkowski (1966). Pocos
Profesores aceptaban los aportes de la Filosofía a la Psiquiatría y a la
Psicología. Por no decir ninguno, ya que uno de ellos mencionó con cierto
desdén esta obra y su actitud motivó mi interés de estudiante en ese autor. Y
en lecturas de la época sobre su esposa la Dra. Françoise Minkowska autora de
una excelente obra sobre Rorschach (1956) y compañera de desventuras y trabajos
junto a su esposo.
Se reconoce a Eugène
Minkowski como pionero en la utilización del análisis fenomenológico en la
psiquiatría de su tiempo focalizando sus aportes en la vivencia de la
temporalidad humana distorsionada. Aun cuando E. Minkowski publicó sus
principales trabajos en los primeros años del siglo XX y hasta 1966 (1927,
1933, 1966) sus escritos sobre la patología de la temporalidad humana nos
permite comprender no solamente aspectos hermenéuticos sino también podemos
aplicar esos estudios a la sociedad occidental actual. Una muy buena síntesis
de estos conceptos los podemos encontrar en un trabajo del Dr. Roberto Almada
(2016) “Fenomenología y psicopatología del “tiempo vivido” en Eugène
Minkowski”.
Proveniente de un
ambiente de judíos ortodoxos lituanos, Eugène Minkowski, nacido en San
Petersburgo en 1885, tenía 7 años cuando los padres se establecieron en
Varsovia. Estudió medicina y filosofía en Múnich, y después partió hacia Kazan,
donde conoció a su mujer, Françoise Minkowska (née Françoise Trockman). La declaración
de guerra de 1914 lo sorprendió en Múnich, adonde había vuelto. Refugiado en
Suiza, se formó en Zurich, en la Clínica del Burghölzli, con Eugen Bleuler, y
después emigró a Francia, en 1915, para incorporarse al ejército como médico
militar. En 1925, junto con su esposa Françoise Minkowska y Paul Schiff, fue
uno de los fundadores del grupo de L'Évolution psychiatrique. Influido por la
filosofía de Husserl, y después por el análisis existencial de Ludwig
Binswanger, incorporó la fenomenología al saber psiquiátrico francés,
desempeñando de tal modo un papel de primer plano para la generación siguiente,
en particular para Jacques Lacan y Henri Ey (éste último sucedería a Minkowski
en la dirección de la revista). Su mujer introdujo en Francia el test de Hermann
Rorschach.
Los fundamentos
antropológicos y filosóficos que postulaba Minkowski como indispensables para
las construcción de teorías psicológicas cobraron fuerza en varios de sus
colegas contemporáneos con los que trabajó o departió intensamente: Jaspers,
Binswanger, Frankl, basados todos ellos en Heidegger, Husserl o Dilthey.
Henry Ey (1968) lo
distingue especialmente con la publicación de “A propos du Traité de
psychopathologie”. Dialoga, intercambiando ideas acerca de la psicosis, con
Jaspers quien publicara en 1913 su Psicopatología General. Con esta obra, hoy
un clásico en la Psiquiatría, Jaspers contribuyó a establecer los métodos a
aplicar en esta rama de la Ciencia aportando la visión filosófica cimentada en
los aportes de Husserl. En una comunicación personal a este autor, Digby Tantam
(2016) nos recuerda una cita de Jaspers: “La facticidad de la psicosis es un
puzle para nosotros. Nos presenta el insoluble problema del ser humano. El
hecho que exista nos concierne a todos. Ya que aquí y allá la vida humana es
tal que hace posible e inevitable no solamente darnos pausas sino también
estremecernos. Esta preocupación es uno de nuestros principales motores en
nuestro deseo de conocimiento psicopatológico".
Aún hoy se escuchan voces en el ámbito clínico que tienen referencia inicial en
los postulados de Minkoswki sobre la atención al paciente psiquiátrico.
Recientemente, un contemporáneo suyo declaraba en entrevista que, a sus 85
años, las emociones y el sufrimiento del paciente y también su alegría, son el
estímulo (para el psiquiatra) de cada día. Se trata de Eugenio Borgna,
italiano, (2016) que considera que su primer gesto revolucionario fue “la
eliminación de las camas de contención con los pacientes situados como en una
cárcel, privados de la dignidad. Las hice sacar. Eran escalofriantes,
inhumanas."
“La reedición de “Traité de Psychopatology”, agotado desde hace varios años, es
un suceso. Se conoce generalmente de Minkowski, gran admirador de Bergson, su
concepción original de la esquizofrenia que se distingue de la concepción de
Bleuler. Para él, "la alteración del contacto vital con la realidad es el
elemento esencial de la esquizofrenia" (1999). Sabemos también que en la
historia de la psicopatología, Minkowski ocupa un lugar de elección a nivel
internacional. De ese punto de vista, el Tratado de Psicopatología constituye
su obra mayor.
Para Minkowski, se
trataba de hacer una psicología de lo patológico. Desde el inicio, hace la
precisión: "se nos ocurre decirnos algunas veces que extraer por el
pensamiento uno por uno todos los rasgos patológicos no nos conduce a una
imagen de una psicología normal ya que siguiendo esa sustracción sistemática y
artificial, no queda nada sino el vacío y la nada. Definía así su nivel de análisis:
"definir lo psíquico, es decir evitando toda confusión con lo fisiológico,
la biología o cualquier otra ciencia de la naturaleza o del hombre en tanto que
naturaleza". Pablo Rispo (2001) afirma que “el camino que E. Minkowski
ofreció, fue precisamente la superación de una psicología individualista y
desarrollada en tercera persona. La primera implica el análisis de un yo, o de
un él en la segunda modalidad. Ninguna supera la dicotomía sujeto-objeto.
Minkowski propuso, en cambio, hacer una psicología en segunda persona. Esta
nueva propuesta de co-vivenciar juntos ubica a cada integrante de la relación
bipersonal en una modalidad de un yo y de un tú”.
En Minkowski, la
psicopatología no busca duplicar la psiquiatría clínica ni brindar una versión
superior, sino buscar lo que una investigación fenomenológica puede aclarar
específicamente. La referencia a la fenomenología por Minkowski no significa
que se desinteresara de las cuestiones teóricas en beneficio de la descripción
empírica, ya que todas las investigaciones que se postulan en este libro envían
a la preocupación de precisar el sentido que toman las relaciones del sujeto
con la experiencia de su ser-en-el-tiempo y en el espacio. Con Minkowski, la
postura del psiquiatra ha cambiado. No se contenta ya con "registrar las
declaraciones de un sujeto", sino que "penetra la realidad de esta
experiencia".” (Rispo, 2001).
Resultaría inadecuado intentar en este trabajo reflejar la extensa obra de este
Psiquiatra, fundamental en la historia de la Psiquiatría. Basta mencionar tres
de sus obras fundamentales: El Tratado de Psicopatología (1999), Tiempo vivido
(1995) y La Esquizofrenia (1997). Sobre su importante obra han escrito Henri
Ey, Lanteri Laura, Allen, Follin y Lacan. Merece la pena la organización de
Seminarios para su estudio y difusión.
De él dijo R.D.
Laing, (1963) en su obra “El yo dividido”: “Minkowski made "the first
serious attempt in psychiatry to reconstruct the other person's lived
experience" and was "the first figure in psychiatry to bring the
nature of phenomenological investigations clearly into view".
Una obra fundamental
para todos los investigadores en el ámbito del Psicodiagnóstico es el libro de
Françoise Minkowska (1963) sobre Rorschach. Este libro marca una ruptura esencial
en la interpretación del Test de Ro. Incorporando el análisis fenomenológico
del vacío existencial considerando único al individuo testeado. Todos los
estudios reunidos en este libro de la famosa prueba destinada a permitir el
establecimiento de un psicograma, marca una ruptura esencial de su
interpretación.
Esposa, colaboradora y a menudo inspiradora de Eugène Minkowski, su esposa Françoise Minkowska fue uno de los miembros más eminentes del desarrollo de la Psiquiatría Fenomenológica y Existencial. Son célebres sus estudios, alejados del reduccionismo imperante en la ciencia en su momento, sobre la psicopatología y el arte, en especial sobre la vida y obra de V. van Gogh. (Minkowska, 1963).
El citado libro El
Rorschach. A la búsqueda del mundo de las formas (Minkowska, 1963)
publicado en forma póstuma en 1956, lleva prólogo de Lánteri Laura y una
Introducción y visión general de E. Minkowski quien, a lo largo de 30 páginas y
18 incisos, describe sintéticamente la gran labor de su autora. Junto a Robert
Dailly, en el Prefacio, decimos que esta introducción, en términos
inigualables, describiendo el trabajo de Minkowska distinguiendo y prolongando
el de Hermann Rorschach, “no se volverá a repetir”.
F. Minkowska divide
la obra en 9 estudios en los que desarrolla:
1 – El test de Rorschach aplicado al examen clínico.
2 – El Test de Rorschach y la psicopatología de la
esquizofrenia.
3 – La epilepsia esencial, su psicopatología y el Test
de Rorschach
4 - La psicopatología infantil y el Test de Rorschach
5 – Algunas notas sobre el clima de las láminas de
Rorschach
6 – El Test de Rorschach en infantes judíos víctimas
de leyes raciales.
7 – El Rorschach, sus aspectos clínicos, formales,
humanos.
8 – El Rorschach en tanto que
“Formdeutversuch” (n.t. prueba de interpretación de la forma) – Su aplicación a
los problemas de la epilepsia, de lo epileptoide y de los tipos sensoriales.
9 – Discusión del artículo póstumo de Rorschach.
Nos gustaría ver traducido este libro al español desde
el francés porque sus aportes son imprescindibles para todos los Psicólogos y
Psicólogas que trabajan en el campo del Psicodiagnóstico. En Buenos Aires,
Argentina, destacamos el importante trabajo realizado desde la Cátedra y en
publicaciones de la Dra. Marta Guberman (2004) y de la Lic. Susana Signorelli
(2003).
Seguimos a Eugène Minkowski cuando en la Introducción al libro de su
esposa (2003) dice: “Rara vez una obra fue tan personal. En su aspecto humano,
F. Minkowska ha dado lo mejor de sí misma, en su vida y en su obra. Nadie tal vez
pueda tomar al Rorschach ni interpretarlo como ella lo hizo. Entre sus manos
las láminas no revivirán nunca más. Lo “personal” no se comunica en absoluto
literariamente. La historia es apenas capaz de fijar esos conceptos. (…)
Siguiendo su ejemplo cada uno de nosotros seguirá su camino.(…) Así es la
investigación. Así es la búsqueda de lo humano”.
Eugène Minkowski nace en San Petersburgo el 17 de
abril de 1885 y muere a los 87 años en París, el 17 de diciembre de 1972.
Franziska Trockman (Françoise Minkowska) nace en Moscú
el 22 de enero de 1882 y muere en Paris, el 15 de noviembre de 1950.
Bibliografía
Almada R. (2016) Comunicación personal.
Borgna, E. entrevista
en el periódico La Stampa de Novara (Italia). Ver http://www.lastampa.it/2016/01/18/edizioni/novara/la-passeggiata-sui-baluardi-con-lo-psichiatra-borgna-oggi-non-sappiamo-pi-ascoltare-chi-soffre-hBW3XB3edPWMiMAZHmNpgK/pagina.html
Ey, H., (1968). A propos du Traité de
psychopathologie de E. Minkowski, París, Francia: L'Evolution
Psychiatrique.
Guberman, M. y otros, (2015). La tercera dimensión en el Psicodiagnóstico de Rorschach. Bs. As., Argentina: Lugar.
Guberman, M., (2004). Subjetividad y Rorschach. Bs. As.,
Argentina: Fundación CAPAC.
Jaspers, K., (1997). General Psychopatology.
Manchester University Press, edition of the Hoenig and Hamilton.
Laing, R.D., (1963). Minkowski and Schizophrenia, Review of Existential
Psychology XI
Minkowska, F., (1963). Van Gogh,
sa vie, sa maladie, son œuvre, Ed. Presses du Temps Présent et E. Minkowski,
2ª. Edición L’Harmattan, Paris, 2007.
Minkowska, F., (2003). Le Rorschach, à la recherche du monde des formes.
París. Francia: L'Harmattan.
Minkowski, E.,
(1995). Le temps vécu. Paris, Francia: Presses Universitaires de
France.
Minkowski, E., (1997). La
Schizophrénie. París, Francia: Petite Bibliothèque Payot
Minkowski, E.,
(1999). Traité de Psychopathologie. Les Empêcheurs de Penser en Rond. Ey, Henry, A propos du Traité de psychopathologie de E.
Minkowski, Reeditado en L'Evolution Psychiatrique. París, Francia.
Tantam, D. (2016). Comunicación personal.
martes, 3 de noviembre de 2020
Libertad en tiempos de pandemia. Tener, hacer y ser en la postulación sartreana.
“Avoir, faire et être sont les catégories cardinales de la realité humaine.Elles subsument sous elles toutes les conduites de l'homme”.(Sartre, J. P. (1979) L’être et le néant.Essai d’ontologie phénoménologique,Éditions Gallimard, Paris.)
Difícil es relacionar la pandemia del COVID-19, que sufrimos en el
primer cuarto del segundo milenio, con el verdadero significado y comprensión
que podemos otorgar al concepto de “libertad”. El planeta está infectado por el
virus y sus consecuencias son graves: crisis socio-económica, crisis política
frente a las medidas a adoptar, miedos, negaciones o irresponsabilidades,
enfermedad y muerte.
Ante las medidas
restrictivas dictadas por los gobiernos de muchas latitudes, especialmente los
europeos, surgen voces de detractores o defensores de esas medidas según
ideologías sustentadas frente a la realidad social pero no como respuesta a la
incidencia del virus y su pasmosa facilidad de reproducción y ataque.
Los medios de
comunicación están plagados de noticias acerca de la incidencia de la pandemia
contabilizando contagios por millones y muertos por miles. Frente a los
anuncios mediáticos y de los gobiernos sobre la incidencia de la pandemia aún
se alzan voces y se realizan acciones “negando” la existencia del virus,
“alertando” sobre el uso político de los datos, “pontificando” acerca del
origen del virus y “asustando a la población” sobre la pérdida de la libertad
cuando se recomiendan o legislan confinamientos.
En estos momentos tan
importantes para la salud física y psicológica de la población es importante
detenerse unos minutos y bucear en los fundamentos de algunos conceptos
fundamentales para comenzar a entender la pandemia. Uno de ellos es “libertad”.
Uno de los pensadores que
ha analizado profundamente el concepto de libertad es Jean Paul Sartre. En toda
su obra, pero especialmente en “El Ser y la Nada. Ensayo de ontología
fenomenológica” (Sartre, 1954; 1979), el filósofo se ha volcado a la
interpretación del ser del hombre y su libertad.
Tal vez su relectura nos
permita acceder a alguna aclaración pertinente con respecto al uso de nuestra
libertad frente a la realidad de este momento crucial de la historia de la
humanidad.
Podemos y debemos citar
aquí a Sartre con precisión investigadora utilizando referencias comprobables
de las mismas o parafrasear su magnífica y profunda prosa. Confío en que ambas
posibilidades puedan ayudarnos a comprender.
Comienza Sartre el primer
capítulo de la cuarta sección de su obra “El ser y la nada” en el que trata el
tema de la libertad diciendo que “Tener, hacer y ser son las categorías
cardinales de la realidad humana. Subsumen en sí todas las conductas del
hombre.” (Avoir, faire et être
sont les catégories cardinales de la realité humaine. Elles subsument sous
elles toutes les conduites de l'homme. Sartre, (1979). pag. 487).
Estas categorías citadas por nuestro autor nos abren
a la lectura del texto y nos predisponen a relacionarlas con la propuesta de
otros autores. El mismo Sartre cita a Denis de Rougemont cuando escribía, en su
artículo sobre Don Juan: «Il n'était pas assez comme pour avoi» [Su ser no era
lo bastante como para tener].
“En particular, la
libertad, al tomarse como fin a sí misma, ¿escapará a toda situación? ¿O, por
el contrario, seguirá estando situada? ¿o se situará tanto más precisa e
individualmente cuanto más se proyecte en la angustia como libertad sujeta a la
circunstancia, y cuanto más reivindique su responsabilidad a título de
existente por el cual el mundo adviene al ser? (Sartre, 1979, pag. 692 o en
Sartre, 1954, pág. 383)
A la primera pregunta
contestamos con una afirmación sartreana pero que muchos aceptamos como propia:
El hombre está condenado a ser libre (Sartre, 1973) Sabemos que, desde la
óptica de muchos filósofos, la libertad es inherente a la condición humana y
que, por ello, el hombre es absoluto responsable del uso que haga de ella.
La segunda pregunta
implica conocer y aceptar las limitaciones que la libertad tiene en cuanto el
ser humano es un ser-en-el-mundo. Y en ese mundo existen “los otros” que, con
el ejercicio de su libertad, limitan la nuestra. Así aceptamos que la libertad
del uno está limitada por la libertad del otro. Para Sartre el ser humano es
responsable de su existencia, de sus acciones y decisiones, y que, puesto que
nada prefigura o define su conducta, no está atado sino a sus elecciones. El
hombre es responsable absoluto de sí mismo, y, en consecuencia, es el que se
inventa a sí mismo, definiendo, mediante su conducta, sus obras y sus actos,
quién es y cuál es el sentido de su existencia.
La tercera pregunta
complica mucho la posibilidad de explicación en un breve texto. Pero aceptemos
que la angustia que provoca el uso de nuestra libertad sujeta a las
circunstancias es mucha y promueve el uso de la responsabilidad sobre toda
nuestra existencia. ¿Porqué la angustia está asociada las circunstancias? Porque
la libertad nos condena a ser un ser que determina su ser en la medida de estar
condenado a enfrentar el mundo e incorporar esa facticidad mundana en el modo
de constitución de la existencia.
Vemos aquí que, como una
minúscula muestra de todo un tratado sobre el ser del hombre, Sartre nos
plantea tres preguntas que pueden ser fácilmente trasladables a las
circunstancias actuales de la pandemia mundial por infección de la COVID-19.
Muchas personas pretenden
escapar de la conciencia de inmersión en el mundo global y de la conciencia de
existencia real del virus. Vemos que es imposible escapar al uso de nuestra
libertad. Y en su negación del virus afirman esta última apreciación: son
libres para elegir negar.
Pero al elegir negar y no
aceptar las medidas de prevención o restricción están poniendo en peligro la
salud comunitaria. Por lo que su libertad choca con la libertad de muchos que
eligen “supervivir” (vivir por encima de las circunstancias) y derrotar al
virus. Su libertad choca con la libertad de los otros. ¿Serán, como menciona
Sartre, responsables absolutos de su sí mismo, de su libertad y de las
consecuencias de sus conductas?
Tal vez debamos
detenernos en la tercera pregunta y mencionar que la angustia ha crecido en
todos nosotros, exponencialmente, en el tiempo de desarrollo de la pandemia. A
los “negacionistas” les angustia las restricciones a su libertad pero no la
relacionan con la responsabilidad inherente a esas acciones que configuran,
inevitablemente, su ser. Y se convierten, a nuestro entender, en “seres
alienados”, ubicados fuera de la mayoría de la población que ansía colaborar
para que se produzcan las acciones necesarias para el control del virus. Porque
a nosotros, los otros, nos angustia enormemente lo contrario a lo que les
produce angustia a ellos: la enfermedad, la muerte propia o de seres queridos o
la destrucción de medios de bienestar o supervivencia.
Recordar que, según
Sartre (1973) muchas personas se nos muestran como exentos de angustia pero
que, en realidad, la están enmascarando porque huyen de la verdad. Creen ser
libres porque se comprometen con sí mismos olvidando que, si todos procedieran
así, la pandemia triunfaría y eliminaría a la humanidad. Se encogen de hombros
y se disculpan diciendo que no todos proceden así. Si uno insiste con la
pregunta se refugian en una mentira actuando de una forma tal que Sartre define
como “mala fe”.
Aunque la angustia se
enmascara, finalmente termina apareciendo. Es la angustia que Kierkegaard
llamó, en “Temor y Temblor”, la angustia de Abraham por tener que decidir si
escucha la orden de Dios, si la sigue, si lo que escucha es su verdadera
palabra o delirio o si es señalado como el verdadero ejecutor de la orden
divina o le corresponde hacerlo al hijo.
La angustia que conduce a
la inacción es la que aparece enmascarada. El otro tipo de angustia, la angustia
vital, es aquella que conocen todos los que han tenido que asumir
responsabilidades. Más especialmente cuando la conducta elegida implica la
existencia de otros. Seguramente hay varias posibilidades y el hombre debe
asumir una únicamente. Debe interpretar la realidad y actuar. Y de esa
interpretación puede depender la vida de los otros en la pandemia. Este tipo de
angustia no impide actuar. Es motor de la acción auténtica de los hombres. La
inacción es “acción de mala fe”. Dice Sartre (1973) que la angustia “no es una
cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte de la acción misma”.
Insiste nuestro autor en
que un existencialista tiene que sostener una moral de acción y compromiso. Y
así nos dice, textualmente (Sartre, 1973) “Para obtener una verdad cualquiera
sobre mí, es necesario que pase por otro. El otro es indispensable a mi
existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo. En estas
condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al mismo tiempo el
otro, como una libertad colocada frente a mí, que no piensa y que no quiere
sino por o contra mí. Así descubrimos en seguida un mundo que llamaremos la
intersubjetividad, y en este mundo el hombre decide lo que es y lo que son los
otros”.
Queda claro que en esta
pandemia del COVID-19 se pone de manifiesto, momento a momento, que debemos
elegir una acción y responsabilizarnos de ella. Por supuesto que afirmamos,
junto a muchos autores, que el hombre se mueve en el mundo a partir de sus
valores. Pero estaremos de acuerdo que la libertad es uno de esos valores
fundamentales. Los hombres auténticos buscan la libertad auténticamente, sin
“mala fe”. Queremos y amamos la libertad en todo momento pero rápidamente
descubrimos que esa libertad depende enteramente de la libertad de los otros y
de las circunstancias. No puedo tomar mi libertad como un fin si no considero,
asimismo, la libertad de los otros.
Hemos tomado algunos
aspectos de la postulación sartreana acerca de la libertad, la responsabilidad
y la autenticidad. Por cierto, correspondería confrontar estas ideas con otros
autores que seguimos en este campo lleno de obstáculos que es la formación y
postulación de ideas existenciales. Pecaremos de sostener un pensamiento
limitado si no discutiéramos estos aspectos con lo sostenido por autores
(mencionados al azar) como Kierkegaard, Scheler, Dilthey, Heidegger,
Binswanger, Spranger, Frankl, Jaspers, von Weizzacker, y tantos otros.
Mantenemos una tensión
dinámica destinada a relacionar a otros autores en la consideración e interpretación
posible de los efectos de la pandemia del COVID-19 en el pensamiento y acción
de todos los seres humanos del planeta, hoy afectados o enfrentados a su
acción.
Sartre, J. P. (1954) El ser y la nada, 3 vols., Iberoamericana, Buenos Aires, 2ª ed.
Sartre, J. P. (1973) El existencialismo es un humanismo. Ed. Sur, Buenos Aires.