Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

jueves, 1 de diciembre de 2011

¡TENGO MIEDO! Intervención quirúrgica y asistencia psicológica)

¡Tengo miedo! ¡No me quiero operar!

Todos hemos tenido oportunidad de escuchar esto en boca de alguien cercano o lo hemos sentido frente a un diagnóstico con indicación de una intervención quirúrgica.

En muchas oportunidades el miedo parece justificado por la dificultad o difícil pronóstico de la intervención. Pero sucede también con intervenciones menores. Familiares y profesionales enfrentan la situación de muy variadas formas. Intentan transmitir confianza. Si se trata de menores, en el mejor de los casos, dialogan buscando la aprobación porque saben que esto mejora las posibilidades de llegar al éxito mucho más fácilmente.

Muy pocas veces se dá intervención a un Psicólogo o Psicóloga especializado. Estos profesionales están formados con sólidos fundamentos teóricos sobre el tema y disponen de estratégias y técnicas específicas en la preparación para estas intervenciones, formación que se denomina Psicoprofiláxis Quirúrgica.

En muchos hospitales y centros médicos integran equipos asistenciales interdisciplinarios para comprender la problemática tanto del paciente como todo lo referido a las intervenciones propiamente dichas. Pero, lamentablemente, no es muy común su presencia y asistencia en los momentos previos a una intervención de las que mencionamos. Su acción es preventiva y redunda en enorme beneficio para paciente y familiares.

Antes de continuar con los aspectos teóricos de esta especialidad me gustaría ilustrar esta comunicación con el recuerdo de algunos casos difíciles que tuve a mi cargo en los años de actuación como Psicólogo en el ámbito hospitalario y en el privado.

Es sabido que los médicos cirujanos son, muchas veces, reacios a este tipo de intervención psicológica pues opinan que no deben dar “tantas explicaciones”. Pero existen aspectos éticos y deontológicos que no se pueden obviar. Especialmente en los países o comunidades en los que existen normas que garantizan los derechos de los pacientes a la información y la decisión sobre sus tratamientos.

Pero vayamos a un caso concreto. Asistí en consulta privada a una madre, profesional odontóloga, que manifestaba un montante importante de angustia frente a la operación (una hernia) de su hija de 3 años. Sabía de la relativa seguridad en este tipo de operaciones pero el problema no resultó seguir esa dirección sino que la angustia tenía relación con la decisión de su esposo, padre de la niña, médico cirujano, que quería intervenir personalmente a la niña.

La madre se oponía porque el esposo había intervenido quirúrgicamente a su padre y éste falleció en la mesa de operaciones.

La intervención psicológica aparecía como difícil y con pocas posibilidades de éxito. Decidimos aplicar no solamente todos los procedimientos especializados de la Psicoprofiláxis Quirúrgica sino enmarcarlos dentro de un proceso de Análisis Existencial y Logoterapia. La intervención no era urgente y nos tomamos tiempo para planear el proceso. Se citó a la abuela materna, viuda, quien manifestaba igual montante de angustia que incrementaba el círculo negativo familiar. Con la niña se iniciaron sesiones de juego con muñecos preparados al efecto y elementos propios de la actuación médica en intervenciones.

En las sesiones con la madre se trabajó tratando que ella misma dialogara con su esposo sobre este espinoso asunto y/o lo convenciera de asistir a una sesión con el Psicólogo. Éste aceptó concurrir y la sesión fue muy intensa por varias razones: a) descalificación inicial de la opinión del Psicólogo frente a la Medicina y en especial la Cirugía. b) Resistencia a reconocer su parte en la responsabilidad de haber aceptado operar a su suegro, especialmente por razones éticas del Código Médico. Elaboradas estas cuestiones finalmente aceptó no intervenir a su hija pidiendo, a cambio, que se le permitiera seguir la operación desde el observatorio del quirófano.

La operación fue exitosa, como se preveía. La niña, tranquila todo el tiempo,  asombró a su médico cirujano con las explicaciones que dio para quitar los puntos (parte de su juego con muñecos). La familia completa celebró la oportunidad de haber elegido una psicoprofilaxis quirúrgica como método de solución del problema.

Desde el punto de vista Logoterapéutico se apeló a la libertad y responsabilidad de cada uno de los miembros de la familia para que encararan la situación con éxito.

La resistencia a dar consentimiento para una intervención quirúrgica llega, en algunos casos, hasta el límite de poner en peligro la propia vida del paciente. El trabajo psicoprofiláctico no se limita en el doliente sino que se extiende a la familia. A veces esa familia no existe y el profesional debe trabajar, muy cuidadosamente, la relación paciente-psicólogo para no caer en un paternalismo fácil ni en violaciones de la ética profesional.

Un caso díficil que debí afrontar como Psicoprofilácta tuvo lugar ante la consulta del Cirujano por un paciente que se negaba a operarse pese a unas úlceras estomacales sangrantes que urgían la intervención.

El paciente, un ciudadano polaco, había sido intervenido de urgencia por un problema similar en el ejército. Sostenía que había pasado muy malos momentos, con riesgo de muerte, y no deseaba sufrir nada similar en absoluto.

Trabajé con la urgencia que el caso requería elaborando esos miedos y resistencias proporcionando información cierta sobre el caso, el tipo de intervención y su post-operatorio. En cuanto a éste expliqué al paciente que despertaría en una sala especialmente preparada, en un brazo el suero, en otro una transfusión de sangre, sonda naso-gástrica, sonda rectal, oxígeno a su disposición y aparatos medidores de su estado post-operatorio. Prometí acompañarlo hasta la entrada a quirófano y verlo luego.

Cuando fui a visitarlo, en la sala de recuperación, me vió entrar y se largó a llorar. Traté de insistir que todo había salido muy bien y que se recuperaría pronto. “NO, me dijo con fuerza, no lloro por eso. Lloro de agradecimiento porque encontré al despertarme todo tal como usted me había explicado”.

El conocimiento de todo el proceso no siempre es un inconveniente o está contraindicado. Aunque muchos médicos no estén de acuerdo con el procedimiento estas explicaciones y elaboraciones permiten “elegir” y “responsabilizarse” de su propia existencia, valorando a la vida como muy importante y rescatando la voluntad de “encontrar sentido a la vida, a pesar de todo”.

Otros artículos en este mismo blog permitirán completar los fundamentos teóricos y prácticos de la Logoterapia para la asistencia “del otro que padece y sufre”.

Comprender las problemáticas de las enfermedades médicas de resolución quirúrgica es muy importante para el paciente y su familia. Pero mucho más importante es abordar el problema para facilitar la preparación de la persona en el momento de una decisión, ante sus miedos y angustias y ante los cambios esperables luego del proceso. Sin olvidar las implicancias de la diversidad cultural ante estas situaciones.