Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

domingo, 20 de septiembre de 2015

MISIÓN Y LIDERAZGO EN EDUCACIÓN


Dr. José Martínez-Romero Gandos
septiembre 2015

ABSTRACT:
          En Educación es importante la consideración de la Misión. La contribución al logro de los objetivos será eficiente si desarrollamos nuestra misión simple, claramente, en forma personal, comprometida. El asesoramiento de los expertos en Comunicación Social no debe ser “técnico”, “frío” o “resultado de una sucesión interminable de consideraciones teóricas”. Contribuirán con su experiencia para el desarrollo de una acción educativa proyectada sobre la comunidad, promoviendo la perfección del Hombre en función de valores éticos de solidaridad, responsabilidad social y  calidad de vida,  facilitando la armonía entre la autoridad y la libertad. Se desarrollan los conceptos de Autoridad y Liderazgo en un marco de cambio paradigmático del concepto de Misión.



Una misión debe enunciarse en forma operativa, de lo contrario, será una mera declaración de buenas intenciones. Deberá  centrarse en lo que la entidad educativa y los docentes quieran alcanzar, de forma tal que todos sus miembros puedan decir “ésta es mi contribución al logro del objetivo”.

Esta declaración y aceptación de la misión es fundamental porque cambia totalmente la óptica para ver a la Educación. Es importante la adecuación de la misión a los objetivos de la gestión actualizada sin que por ello, al aplicarla, reformulemos las condiciones esenciales de la Persona necesarias para cumplir con la misma. Uno de nuestros errores más comunes consiste en transformar la consideración de esta misión en un enmarañado conjunto de normas, procedimientos y controles que aparecen claramente confundidos en las reuniones de la clase dirigente y la constituyen en un “slogan” de buenas intenciones. La misión debe ser simple y clara. Nada tiene de impersonal y nunca cumple su finalidad sin la participación comprometida de los integrantes del equipo de trabajo.

La planificación de la actividad para el logro de objetivos está unida a un elemento clave del proceso que es la misión. El rediseño, actualización o idealización de la misión será algo más que una declaración de principios generales. Debería identificar lo que constituye la Educación.

El asesoramiento de los expertos en Comunicación Social en temas relacionados con la misión no debe centrarse en un proceder ideal, ni en una especialización técnica pero fría ni en una sucesión de interminables consideraciones teóricas.
  
En los ámbitos científicos y en el mundo que nos rodea hemos visto peligrar los principios fundamentales que nos distinguen como cultura. Existe una crisis de valores y observamos que lo material intenta imponerse sobre lo espiritual, el positivismo filosófico y político sobre el orden natural, lo científico y tecnológico sobre la moral y la posesión de bienes sobre el progreso digno del Hombre.

Deberíamos contribuir con nuestra experiencia para el desarrollo de una acción educativa que se proyecte sobre la comunidad contribuyendo a la promoción y perfección del Hombre en función de valores éticos de solidaridad, logros en el marco superior de la responsabilidad social y calidad de vida respetuosa de la dignidad  de la Persona. La Ciencia y la Técnica tienen que estar al servicio del Hombre y no a la inversa. Ambos, docentes y expertos, debemos ser fieles a esta Misión.



¿Cómo podemos lograr estos propósitos en esta sociedad en crisis?

Debemos ajustar nuestra misión para afirmar, repetidamente, el concepto de Educación como entidad facilitadora del desarrollo de proyectos y valores. Una entidad que debe considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva entre sus miembros,  promover la reflexión sobre los valores y el sentido de la vida, no olvidar la integración psicológica y social y facilitar la armonía entre la autoridad y la libertad de sus integrantes.

          El término “autoridad” debe ser analizado según su etimología y aplicación verdaderas ya que muchos autores han distorsionado su dimensión y sentido. Su acepción universalmente aceptada radica en llevar a los que están bajo su tutela a la posibilidad de ser ellos mismos, de desarrollar su propia existencia en un crecimiento que le permita ser artífice de su proyecto personal. En su origen latino el término auctoritas designaba la fuerza que servía para sostener o aumentar algo y el auctor, el sujeto activo de esa auctoritas, era la persona que sostenía algo porque él mismo la había acrecentado. Su raíz originaria conservaba al verbo augere que significaba crecer. La auctoritas se concebía como el fundamento bondadoso del poder, nunca en su uso arbitrario. Sin esa autoridad, interna y externa, es imposible la garantía del bien personal y del propio crecimiento. Es imprescindible el ajuste de la Misión a esta consideración del concepto de Autoridad.

          En el desarrollo de su actividad docente los integrantes de la institución educativa pueden expresar su manera personal de sentir esta misión a través de una actitud:
a) de oposición sistemática porque han adquirido, pensando en su comodidad y economía, una posición segura en la organización  sin pensar  en la finalidad principal de la Educación que es la transformación y el desarrollo.
b) de comprensión por la necesidad de un cambio, pero que actuan como adherentes no comprometidos, esperando que alguien o muchos lideren este cambio paradigmático.
c) de disposición a liderar el cambio con habilidad y aptitud para lograr la adhesión de nuevos integrantes dispuestos a aceptar esta modalidad de la gestión.

¿Cuál es la oportunidad? La fruta está madura ahora. Aquellos que estén dispuestos a  desarrollar una labor eficiente y a fundar su actividad de liderazgo centrada en principios serán los partícipes de la “revolución paradigmática” que señalara Kuhn.

          Las destrezas y aptitudes requeridas para estos papeles de líderes o de docentes con capacidad de promover el desarrollo, las herramientas y los métodos que puedan contribuir a perfeccionar esas destrezas y la distribución del poder en los diferentes cargos organizacionales requerirá de imaginación, perseverancia y diálogo para instaurar un cambio significativo en el paradigma actual de la Educación.

          En este cambio sistémico la jerarquía inadecuada, el cumplimiento imperfecto de la misión y el olvido de las características esenciales del ser Persona, empujará al desarrollo y aparición de nuevos líderes que estarán dispuestos a desarrollar su labor (misión) en un ambiente cooperativo, promoviendo una combinación singular con otros líderes, en  otros cargos, que sustenten estos mismos principios.