Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

jueves, 13 de septiembre de 2012

SI YO TUVIERA ALZHEIMER QUERRIA QUE TÚ ME CUIDARAS


 Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña – setiembre de 2012.


“Siempre consideré que mi vida tenía sentido. Ahora no sé que significa eso de “tener sentido”. Se lo pregunté a mi logoterapeuta y me dijo que yo no lo entendía porque padecía de la enfermedad de Alzheimer.”

          ¿Alguna vez te preguntaste quién debiera cuidarte si contrajeras esa enfermad? No quién eligirías sino quién sería el más adecuado, el más indicado y el más valiente.
          Lo primero que yo decidiría es elegir a alguien que pueda llegar a encontrar sentido a su vida ayudando o cuidando a un enfermo de Alzheimer. No es fácil encontrarlo.
          Creo que no podría ser alguien que hubiera reprimido esa voluntad innata que nos acompaña de encontrar sentido a la vida, aún en las peores circunstancias.
          Siento que el mejor cuidador o cuidadora será aquel que se acerque con una clara vocación de servicio. Que no lo haga por obligación. Aunque luego sufra o padezca remordimientos por haber aceptado o por sentirse cansado, agobiado, triste o sin recursos frente a la realidad de la progresión de la enfermedad.
          Nos enfrentamos a la realidad de la asistencia a colectivos de drogadictos, de enfermos terminales, de pacientes con HIV o de disminuídos psíquicos o físicos. Conocemos “protocolos” para su atención. Existen entidades asistenciales específicas o asociaciones protectoras.
          Pero pocos sabemos que el número de personas que padecen la enfermedad de Alzheimer va en aumento. O se diagnostica mejor.
          En España su número se pude aproximar a las 800.000 personas. No es muy dificil contar con estadísticas de otros países.
          Lo que no se dice tan fácilmente es esta enfermedad ocasiona el deterioro progresivo e irreversible de las funciones cerebrales, alcanzándose la dependencia absoluta de su cuidador en no mucho tiempo.
          ¿Podré elegir mi cuidador o cuidadora? ¿Será un profesional o un familiar? ¿Sabrá hacerlo? Lamentablemente, si te toca, no podrás elegir.
          Lo que te aseguro es que, aún en las peores circunstancias, seguirás siendo Persona, con tu libertad, tu responsabilidad, tus valores, tus proyectos y tus afectos. Todo drásticamente restrigido por la enfermedad. Un Ser humano preso en un cuerpo que lo limita como una boa constrictor lo hace con su víctima.
          Allí estará tu cuidador o cuidadores para intentar salvarte de esa opresión. Cuidadora o cuidador que sentirán que su vida tiene sentido porque están ayudando a otro a mantenerlo el mayor tiempo posible en la condición plena de Persona. Su satisfacción será muy grande cuando tú avances o mantengas una acción. Será muy grande aunque el avance de la enfermedad parezca ganar la batalla.
          Pero la verdadera batalla es la de dar sentido a tu vida, a pesar de todo. Dirán que es una entrega peculiar porque son familiares. Y no es cierto. Tu pareja, tus hijos, tus padres o tus hermanos encontrarán en esa dura tarea una forma de devolver el amor que le habías brindado cuando estabas sano o sana.
Y los cuidadores ¡qué decir de los cuidadores! que con su trabajo esforzado encuentran en la tarea útil un refuerzo importante a su sentido de vida. Todos nos dan una magnífica lección acerca de la forma en la que es posible encontrar sentido a la vida, aún en las peores circunstancias. Saber que el sufrimiento propio o ajeno se supera con el sentido de servicio a los otros.
          ¿Recuerdas como al principio de tu enfermedad te negabas a concurrir al Centro Especializado, a confiar en los profesionales, a confiar en la Esperanza que ellos y tu familia depositaban en el trabajo cotidiano, duro, a veces desesperante? Nunca “desesperanzado”.
          Sé, perfectamente, que a veces te niegas a ir diariamente al Centro para no ser una carga para tu familia. Pero, al fin, te has convencido que todo vale para sentirte un poco mejor. Especialmente porque todos te tratan con cariño, te ayudan, se acercan, te acarician.
       No lo podrían hacer mejor. Aunque sientan, a veces, que no saben cómo seguir adelante. Especialmente tu familia.
          Llegará el momento en que todos decidan que estarás mejor en casa para que te acompañen, con el afecto y con dolor, en tu despedida.
          Lamentarán mucho tu partida pero lo superarán, con el tiempo, porque sentirán que valió la pena darle a la vida su completo valor como existencia.
          Ahora nadie podrá convencerlos de lo contrario. Con su experiencia, tan valiosa, sabrán apoyar la labor de otros que realizan la misma tarea o convencer a los que aún dudan que un enfermo de Alzheimer es siempre e indefectiblemente Persona.