Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

domingo, 31 de diciembre de 2017

¡FELIZ AÑO 2018!

Deseamos a todos nuestros lectores un Feliz Año Nuevo 2018 y la esperanza de continuidad en nuestra comunicación que trataremos sea efectiva.
Estamos abiertos a la comunicación con ustedes.
Los saluda
Dr. José Martínez-Romero Gandos
jmrsentido@gmail.com

domingo, 22 de octubre de 2017

UTILIZACIÓN DE MÁSCARAS EN EL PROCESO TERAPÉUTICO. Teoría y práctica desde un enfoque humanístico-existencial

PUBLICADO EN:  http://alpepsicoterapiaexistencial.com/ojs/index.php/RLSE/article/view/49/pdf
Revista Latinoamericana de Psicoterapia Existencial UN ENFOQUE COMPRENSIVO DEL SER. Nº15 . Año 2017

Autor: Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña - Galicia - España

RESUMEN
Encontramos en la Literatura abundantes ejemplos del uso de la “máscara” para expresar contenidos, inseguridades, conflictos, ocultamiento y perturbaciones en el desarrollo de la obra y en sus personajes. Las referencias al simbolismo o utilización de las máscaras en Psicología son más escasas. Bucearemos, en primer lugar, en las referencias literarias y artísticas para ir acercándonos luego a las psicológicas, enfocando nuestro análisis desde un enfoque analítico-existencial. Para concluir esta presentación describiremos, brevemente, nuestra experiencia en la realización de talleres para explicar y discutir sobre este tema y un acercamiento a su uso en psicoterapia.
PALABRAS CLAVE: Máscaras, Literatura, Arte, Psicoterapia, Análisis Existencial.

ABSTRACT
We find in the Literature abundant examples of the use of the "mask" to express contents, insecurity, conflicts, inautenticities and disturbances in the development of the work and in its characters. References to the symbolism or use of masks in Psychology do not appear frequently. We will seek, first of all, in the literary and artistic references so as to approach the psychological ones, focusing our analysis from an analytical-existential approach. To conclude this presentation we will briefly describe our experience in conducting workshops to explain and discuss this topic and an approach to its use in psychotherapy.
KEYWORDS: Masks, Literature, Art, Psychoterapy, Existential Analysis.

RESUMO Na literatura encontramos muitos exemplos do uso da "máscara" para expressar o conteúdo, a insegurança, conflitos, ocultação e os distúrbios do desenvolvimento da trama e seus personagens. Referências ao simbolismo ou uso de máscaras em psicologia são escassos. Vamos mergulhar, no inicio, referências na obra literária e artística para ir depois de se aproximar o psicológico, focando nossa análise a partir de uma abordagem analítica-existenciais. Para concluir esta apresentação, vamos descrever brevemente a nossa experiência na realização de cursos para explicar e discutir esta questão e uma abordagem para usar em psicoterapia.
PALAVRAS-CHAVE: Máscaras, Literatura, Arte, psicoterapia, análise existencial.



INTRODUCCIÓN
 La contingence n'est pas un faux-semblant, une apparence qu'on peut dissiper ; c'est l'absolu, par conséquent la gratuité parfaite. Tout est gratuit, ce jardin, cette ville et moi-même. Quand il arrive qu'on s'en rende compte, ça vous tourne le coeur et tout se met à flotter. J. P. SARTRE (1938)
          Encontramos en la Literatura abundantes ejemplos del uso de la “máscara” para expresar contenidos, inseguridades, conflictos, ocultamiento y perturbaciones en el desarrollo de la obra y en sus personajes. Las referencias al simbolismo o utilización de las máscaras en Psicología son más escasas. Bucearemos, en primer lugar, en las referencias literarias y artísticas para ir acercándonos luego a las psicológicas. Para concluir esta presentación describiremos, brevemente, nuestra experiencia en la realización de talleres para explicar y discutir sobre este tema y un acercamiento a su uso en psicoterapia.
          En la cita del acápite Sartre (1938) nos dice que: “La contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar... eso es la Náusea”. Tal vez este concepto de contingencia es uno de los varios que el autor describe para avalar su concepto de la gratuidad insistiendo en la ausencia de sentido, proyecto o necesidad que el mundo tiene sin nuestra existencia. A esta experiencia originaria del ser Sartre (1938) la denomina “la náusea”, un absurdo de la existencia característico de su filosofía. Su frase característica es estamos arrojados a la existencia, nuestra presencia en el mundo no responde a intención ni necesidad alguna, carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es absurdo, la muerte es absurda”.
          Esta pura facticidad como uno de los rasgos de la realidad coloca a Sartre en una línea empirista pero destacando las consecuencias existenciales de este hecho. En una línea totalmente opuesta a ésta la filosofía tomista indica que todas las cosas finitas son contingentes pues constan de la composición metafísica esencia/existencia. Con esta afirmación, Tomás de Aquino quiere señalar el radical carácter indigente de las cosas finitas, el necesitar inevitable­mente de otras cosas para existir y para ser lo que son. Santo Tomás cree que es precisamente esta falta de fundamento en su ser lo que exige que exista un ser necesario, al que llama Dios.
          Una y otra teoría bucean en la existencia del Hombre y señalan de diversas formas la angustia que esta contingencia provoca para dar sentido a su vida, la fragilidad que este sentimiento provoca y la posible huída por el camino de la inautenticidad, es decir, encontrando salida en la máscara.
          Un acápite para esta presentación bien hubiera sido acertado: “El hombre de mundo está entero en su máscara. Como casi nunca está solo consigo mismo, es un extraño para sí y no se halla a gusto cuando se ve forzado a entrar en su interior. Para este hombre lo que él es no es nada, lo que parece es todo.” J.J. Rousseau (1969)
          En este trabajo desarrollaremos conceptos relacionados con la fragilidad de la existencia sin sentido y describiremos desde diversos ángulos la inautenticidad que la angustia por esa fragilidad provoca representada en la utilización de “máscaras” como objetos propiamente dichos o manifestaciones del ser del hombre en ese mundo que oculta tras “una máscara”.
REFERENCIAS LITERARIAS, TEATRALES, CINEMATOGRÁFICAS Y ARTÍSTICAS
          Trataremos de ejemplificar con referencias a la literatura, el teatro, el cine, la pintura o el arte en general y más tarde nos adentraremos en las consideraciones psicológicas que creemos se sostienen desde la Analítica Existencial y la Logoterapia frankleana.
          En la literatura castellana podemos remontarnos hasta “El Quijote de la Mancha”. Según analiza convenientemente Morán Martín (2000) en la segunda parte Sansón Carrasco, personaje cervantino que hace su aparición en la segunda parte de la obra publicada en 1615, cumple un rol trascendental en el desarrollo de los acontecimientos. En un ardid tramado junto con el cura y el barbero, decide representar el papel de caballero andante con el único propósito de vencer a Don Quijote y así, bajo las reglas de caballería, obligarlo a retirarse para que pueda ser curado de su aparente locura.
          Para cumplir su propósito el personaje Sansón Carrasco se viste con una gran capa cubierta con aplicaciones de pequeños espejos y se hace llamar para esa batalla “El caballero de los Espejos”. No logra su propósito. Insiste más tarde bajo el seudónimo de “El caballero de la Blanca Luna” aprovechando las alucinaciones del Quijote y pretendiendo, luego de vencerlo, que regrese a su casa y olvide sus “ensoñaciones”. Al prometer este propósito Don Quijote perderá todo interés por la vida y se abandonará para entregarse a los brazos de la muerte.
          En lugar de usar las máscaras propias del teatro griego para expresar sentimientos y emociones, Sansón Carrasco recurre a los disfraces. Esas máscaras o disfraces llevan la intención de arrebatar a Alonso Quijano, el hombre de la Mancha, de las garras de la locura y retornarlo a la cordura que perdiera años atrás. Como sabemos los pocos que leímos enteramente al Quijote en nuestra adolescencia, los resultados no siempre fueron “un éxito terapéutico”. Un trabajo de Luis Quintana Tejera (2005) completa este análisis enriquecedor para comprender el sentido de “la máscara” en la literatura.
          En ocasiones, las máscaras son utilizadas para el montaje de obras de teatro en las que los personajes reflejan intensos conflictos psicológicos y sociales. Así en           Las moscas, una obra de teatro escrita por Jean Paul Sartre (1943), se recrea el mito de Electra y su hermano Orestes buscando vengar a Agamenón, su padre muerto en manos de Clitemnestra y Egisto. Del decorado, vestuario y máscaras de la primera puesta en escena en 1943, se hizo cargo el artista francés Henri-Georges Adam. La escena estaba enmarcada por dos estatuas de cuatro metros de altura. La escena se ubica en Argos pero el autor intenta reflejar la Francia de la ocupación y otorgarle a Electra la condición de paradigma de integridad moral, quien se niega a negociar sus principios, a la manera de aquellos que eligen asumir una existencia auténtica, a aquellos seres que como el filósofo francés se proyectan en la búsqueda de un humanismo ateo, que ellos mismos representan; ella no pacta con la corrupción; ella insiste en su deseo de justicia, libertad y felicidad, aunque ello la enfrente con el absurdo.
          En la novela La náusea” Sartre (2011) deja el mensaje: “Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que hay quienes han comprendido esto. Sólo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia: la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar... eso es la Náusea”
          Observamos, una vez más, como es rechazada la máscara como un recurso para ocultar la realidad, como un invento para superar las contingencias de la existencia, que lleva al personaje central a sentir “náuseas” cuando comprende su realidad.
          En 1961 Sartre escribe un largo Prefacio a la obra de Franz Fanon (1961) “Los condenados de la tierra”. El título original, Les Damnés de la terre, proviene del primer verso de La InternacionalDebout !, les damnés de la terre ! / Debout ! les forçats de la faim! (¡Arriba, parias de la tierra! / ¡En pie, famélica legión!). Para Sartre “Los condenados de la tierra” implica el significado ontológico del “no ser”; este concepto es desarrollado por Fanon (1952) en "Piel negra, máscaras blancas”, libro que según Sartre es “la negación de la negación del negro”. Otra vez “la máscara” para denunciar aquí la colonización como la negación sistemática del otro, una decisión furiosa de privar al otro de todo atributo de humanidad. Y serán ésos, los sometidos, que no constituyen una “clase revolucionaria” sino el proletariado rural los que “desenmascararán” al “hombre blanco” y promoverán la descolonización.
          Sartre utiliza constantemente referencias a “la máscara”. Su atribución a aquellos que actúan de mala fe la realiza para mostrar como esas personas intentan salvar su conciencia sin reconocer su caída en la tentación de los deseos incoherentes, protegiéndose con la expresión de sofismas “baratos” que pretenden mantener “la mascarada” ante sí mismo. Señalando a un pederasta nos transmite su relato en el momento de ser cogido “in fraganti”: “¡Oh señor agente, es verdad, tuve relaciones con aquél chico, pero ese no soy yo, sino sólo mi conducta, no tiene nada que ver conmigo!”. Esta declaración lo expone a la mirada de los demás, expone sus actos y tiene que someterse a su juicio. Importancia de la mirada que desnuda, desenmascara a través de los ojos de los otros que tiende u obliga a volvernos auto-concientes, con vergüenza, no dejándonos escapar a esa mirada. La mirada del otro expresa, claramente, “tú eres lo que dice de ti la manera en que hablas y te comportas”. Incluso si hablas de una forma y actúas de otra, entonces eres un hipócrita”. Son conductas que “hacen hablar a la máscara”, no son manifestaciones auténticas. Son manifestaciones de una esencia oculta que “conoce” el verdadero alcance de esa conducta pederasta.
          Estos conceptos están magníficamente expresados por Sartre (2004) en su obra de teatro “Huis clos” (A puerta cerrada), estrenada en 1944, que ha puesto al alcance del público la importancia de la mirada del otro para “desenmascarar”. Luego que los personajes, uno a uno, fueran perdiendo el control de esa “máscara” y se mostraran tal cual eran en esencia, el autor nos ofrece la sentencia que ha recorrido los tratados de filosofía existencial: “El infierno siempre son los otros”.
          El cine también se ha ocupado del tema de la máscara. Peter Bogdanovich dirigió en 1985 el drama “Mask” que fuera interpretado por Cher, Sam Elliot y Eric Stoltz en el que se muestra la historia de un adolescente con una grave deformidad facial. El adolescente deberá tratar de vivir normalmente, asediado por las circunstancias que trae su estado de salud para si mismo y para la sociedad.
          Recordamos, asimismo, la producción norteamericana de 1994 dirigida por Chuck Russell “La Máscara” como adaptación del cómic del mismo nombre e interpretada por Jim Carrey y Cameron Díaz. El personaje central encuentra una máscara Loki que lo transforma en un superhéroe que puede modificar la realidad. La máscara induce al personaje a colocársela y esto provoca que se desinhiba y muestre aspectos ocultos de su personalidad. Lo importante para nuestra visión psicológica de aquellos que “usan” una máscara es que, aunque pretenda expulsarla de su vida, ésta aparece una y otra vez para que continúe su uso. Se suceden numerosas acciones fantasiosas y casi delictivas, salvamentos heroicos y persecución de delincuentes,  coincidiendo con sucesivos intentos del personaje de deshacerse del artefacto. Solamente con la ayuda de su enamorada logra quitarse, definitivamente, la máscara pero ésta es recogida por otro personaje, dejando abierto el “eterno retorno” a la superficialidad de una vida inauténtica en una secuela fílmica del 2005 de fácil olvido.
          Cuando hablamos de máscaras  una de las asociaciones más comunes es asociarlas con el teatro. Si bien en el origen de los tiempos eran usadas para rituales o danzas ceremoniales es con los griegos donde se desarrolla su uso, primariamente para solucionar la participación de un solo actor representando distintos personajes y luego para dar vida a numerosos personajes actuando simultáneamente. En Roma se sigue la tradición pero al no contar un actor con la posibilidad de variar los gestos la solución encontrada fue la realización de una máscara de doble cara sujeta a una varilla que podía mostrar dos gestos diferentes a voluntad del actor. En el Medioevo la técnica de actuación ya no necesitó de máscaras excepto en ciertos personajes (las mujeres no actuaban por prohibición eclesiástica) en las que el actor usó media máscara, tan usada por la Commedia Dell’Arte. En China o Japón aún hoy se usan máscaras como piezas fundamentales de su razón de ser, con muchas categorías y arte en su realización.
CONSIDERACIONES GENERALES
          Como vemos, la utilización de máscaras por parte de la humanidad es un recurso que se utiliza hace siglos con diferentes intenciones y objetivos.
          Las opiniones sobre su uso en el campo de la Psicoterapia son muy variadas. Pero todas advierten de la necesidad de hacer uso de ellas por parte de profesionales cualificados que conozcan no solamente acerca del proceso psicoterapéutico sino también tengan en cuenta los riesgos de su uso en determinadas patologías.
          En la bibliografía encontramos referencias al Dr. Henri Saigre (1986a-1986b) como fundador de la mascoterapia y co-fundador del Movimiento de Arte Terapia quienes organizaron una formación específica en terapia por el arte y psicoterapia relacional. El autor también es actor, director y escritor. Otra de sus obras es el Manual de Arte Transformacional.
          Otra referencia es la Dra. Cathy Malchiodi (2017) quien, durante casi todo el año 2010 publicó en “Psychology Today” una serie de artículos donde hablaba de las 10 mejores técnicas de arteterapia. Esta autora también señala la necesidad de realizar los tratamientos por parte de personal especializado. Hace hincapié en que el cliente debe participar activamente y propender a desarrollar acciones creativas con las máscaras. Como nosotros, opina que un buen psicoterapeuta o terapeuta de familia debe estar siempre pendiente de la innovación y la adaptación creativa de técnicas. Esos buenos psicoterapeutas saben que, para muchos pacientes, ninguna técnica es necesaria si el cliente es capaz de expresarse creativamente sin la dirección profesional. “La técnica al servicio del hombre y no el hombre a merced de la técnica”.
          También encontramos muchos trabajos presentados en Congresos. Cinco de ellos, sucesivos, han tratado el tema de la utilización de máscaras bajo el auspicio de la Universidad Nacional de las Artes en Buenos Aires, el último realizado en noviembre de 2015 (V Congreso Latinoamericano y III del Mercosur de Arte Terapia). También damos cuenta que en Granada, España, en marzo de 2017 se realizó el III Congreso Internacional de Investigación y Docencia de la Creatividad. CICREART 2017 donde una de las temáticas fue Psicología y Creatividad.
          Asimismo, las redes de comunicación virtual actuales han tomado este tema de las máscaras con interés y en sus páginas web se reproducen fotografías de todo tipo de objetos-máscara en las diferentes culturas y naciones y explicaciones sobre aspectos psicológicos que se consideran relativos al ser del hombre.
          La máscara es todo aquello que oculta nuestra verdadera forma de ser tanto a los demás como a nosotros mismos.  Es el conjunto de autoengaños, justificaciones, mentiras, que me digo a mi mismo, que me hago creer a mí mismo, para no ver la realidad de las cosas. Se suelen utilizar dos términos similares: careta y máscara, sin embargo existen matices entre ambos. La careta es exclusivamente para cubrir el rostro, mientras que la máscara puede cubrir todo el cuerpo.
          También la máscara es el conjunto de actitudes, que proyectamos a los demás y que ocultan nuestra verdadera forma de ser. Por lo general se refleja en nuestra personalidad de una manera contraria a lo que se trata de ocultar.
          La máscara nace debido a que no queremos ver la realidad de las cosas, no queremos mostrar la realidad de lo que somos, así que sencillamente la ocultamos con una apariencia.  Los seres humanos somos frágiles ante la majestuosidad de la vida y todos sus sucesos. Muchas veces suceden cosas que son nuestra responsabilidad, pero que no queremos enfrentar, así que como siempre, tomamos el camino más fácil y nos mentimos a nosotros mismos.
          En la bibliografía especializada se hace referencia a varios mecanismos de defensa que solemos utilizar frente a esa fragilidad de la existencia que nos angustia y nos paraliza. Son el autoengaño, una forma de no asumir las consecuencias o responsabilidad de actos propios, convertir el defecto en virtud, la auto negación que tiene el matiz de la negación de hechos o sentimientos, la auto justificación como habilidad de llenar el mundo de escusas sobre nuestro ser o conductas y, finalmente, la falsa forma de presentarse ante los demás o inautenticidad.
          La dificultad de descubrir por sí mismos la calidad o características de nuestras máscaras no debiera ser inconveniente para iniciar el proceso y enfrentarlas, es decir, “sacarlas a la luz, al frente”.        
          Los griegos llamaban “prosophon” a la máscara. En su teatro, en el que los actores eran hombres, cuando representaban papeles de dioses, animales, demonios o seres humanos solían cubrir sus rostros con máscaras. Esto sucede de la misma forma en muchísimas culturas, tanto antiguas como actuales y en todos los continentes.
Sin pretender desarrollar aquí una descripción de la teoría de C. G. Jung (1875-1961) respecto al tema que estamos tratando diremos que este autor llama Persona a una parte de lo consciente con contacto real con el mundo exterior y con todos los estímulos que ello implica, considera a ésta el rostro externo de nuestra psique y una parte de la psique colectiva. Recordar que la Persona está formada, para Jung (2008), por tres elementos: a) lo innato; b) aquello que el grupo social espera de él y que la Persona conoce y c) lo que cada uno desea ser o mostrar a los otros.
          A lo largo de la existencia estos elementos se van transformando, cambiando o algunos permaneciendo pasivos ante las situaciones exteriores por miedo, inseguridad, dependencia o comodidad. Ante esto último “la máscara” se va rigidizando y combinando factores que la hace aparecer ante el mundo tal vez representando lo innato, tal vez representando las fuerzas no conocidas que la determinan o los mandatos del mundo exterior que se le imponen. Jung fija la capacidad de entender “la máscara” alrededor del tercer decenio de la existencia humana. Nos describe los intentos del Yo por conocerse, reconoce las presiones del mundo exterior, escucha las voces arquetípicas en su inconciente y refleja simbolismos. Cuando intenta apartarse de estos condicionamientos el sujeto cae en la soledad. Entonces la máscara encubre la hipocresía, la mentira o la falsedad, pagando caro el enfrentarse a esas presiones descriptas. Jung relaciona esta soledad con el destierro.
          Nos preguntamos, junto a Jung, ¿Cuántas máscaras tenemos? Tal vez tantas como roles nos toca desempeñar en el transcurso de nuestra existencia. Unas engañosas y patológicas. Otras tal vez sanas, flexibles, adaptándose a la realidad circundante, evitando los conflictos con el hábitat circundante o para alcanzar fines que son proclamados como importantes por la sociedad.
          Es un juego en la que intentamos exhibir ante los otros nuestras virtudes o nuestros defectos, según sea la circunstancia y la necesidad, cambiando de máscaras. Unas veces, tímidos e introvertidos, con toques de dulzura y suavidad o en otras ocasiones extrovertido, con cierta dosis de agresividad,  un poco egoístas y aguardando el éxito, tal como exige una sociedad competitiva. Juego peligroso de engaño que puede convertirse en un proceso psicopatológico.
UTILIZACIÓN DE MÁSCARAS EN EL PROCESO PSICOTERAPÉUTICO
          Hemos realizado talleres para informar a psicólogas y psicólogos sobre estos aspectos que hemos tratado sobre las máscaras (Martínez-Romero Gandos, J. 2016). La advertencia preliminar en cada uno de esos talleres es que si se utilizan las máscaras con un objetivo psicoterapéutico estos procedimientos deben ser llevados a cabo por profesionales formados. Las posibilidades que esta técnica abre para el tratamiento de crisis, depresiones o dificultades de comunicación son muy amplias.
          Las máscaras pueden ser utilizadas tanto en la psicoterapia individual o en psicoterapia grupal. De acuerdo a nuestra experiencia es conveniente que la edad de los sujetos supere los 18 años. La consigna principal es que es un aporte más al desarrollo del proceso psicoterapéutico y que, por supuesto, es de libre elección participar de ella.
          Es necesario que los participantes puedan elegir una máscara entre muchas que el psicoterapeuta les ofrece. Habrá máscaras de diversos tipos y colores como, asimismo, máscaras en blanco que podrán ser pintadas en el momento con pinturas o rotuladores.  
          Habitualmente la expectativa es grande ante la novedad ofrecida. Una vez elegidas las máscaras o dibujadas, uno a uno si es un procedimiento grupal o frente al psicoterapeuta individual, los sujetos se colocan la máscara y comienza un diálogo.
          El especialista observa el color o formas elegidas, los movimientos que se realizan con el cuerpo, especialmente manos y pies, el tono de voz y la índole o contenidos del discurso. El color elegido puede indicar cólera, depresión o fuerza. El tono de voz aporta indicadores de inseguridad, temor, soberbia e incluso algún tipo de seducción. Los movimientos de manos, pies o cuerpo pueden estar mostrando contradicción con la máscara elegida o el discurso. Un ejemplo: máscara de color rojo que puede indicar rabia, con manifestaciones verbales dirigidas a un personaje imaginado y mostrar un temblor en manos y pies cruzados que pueden ser indicadores de temor a represalias del personaje al que se dirige la rabia.
          Algunos psicoterapeutas filman estas u otras técnicas. Somos partidarios de no filmar en la primera o segunda sesión hasta tanto se desarrolle el procedimiento de una manera natural y sin reticencias. Luego puede incluirse la filmación siempre con la autorización y conocimiento del inicio de las tomas por parte del paciente.
          Una vez que el psicoterapeuta da por terminado el ejercicio ya sea por razones de “timing” o por ser suficiente expresión de conflictos a su criterio, se procede a analizar lo actuado. Se puede agregar un comentario del paciente acerca de por qué eligió esa y no otra máscara de las ofrecidas.
          El resultado de la exploración suele impactar al paciente no siempre de manera positiva. En el caso de haberse realizado en grupo la opinión de sus compañeros le ayudan a elaborar, paulatinamente, lo sucedido. Mucha de esa ayuda de otros integrantes del grupo surge a partir de manifestar su identificación con la elección de la máscara, lo expresado o las reacciones mantenidas con el cuerpo en su transcurso.
          Lo que ha sucedido es que la técnica ha ayudado al psicoterapeuta a investigar y comprender a) el ser-en-el-mundo del paciente; b) aquello que el grupo o su comunidad espera del paciente y qué es lo que desea, quiere o puede mostrar a los otros y c) lo que cada uno desea llegar a ser.
          Cada uno entiende, transforma, adapta o cambia cada uno de los elementos analizados o señalados. Puede ser que manifiesten cierta pasividad ante las situaciones conflictivas propias o de su medio social. A veces ese mundo interior, el eigenwelt según Binswanger (1973) no acepta lo que el mundo exterior, el mitwelt, quiere que sea o señala como debe actuar, mandatos que el paciente siempre manifiesta que “se le imponen”.
          Se ha producido una apertura hacia un mayor entendimiento de la diferencia entre el “deber ser” y “el tener que ser”, la obligación o la libertad. No siempre tiene la certeza de su actuación futura pero la mejor opción es intentar los cambios. La máscara cubre la inautenticidad frente a las elecciones posibles. Las presiones del mundo exterior pueden haber inducido a sometimiento a sus reglas o mandatos con la aparición de la culpa si son violadas esas normas. Un proceso psicoterapéutico puede ayudar a comprender esos mandatos y normas y ayudar a una elección libre y responsable de un estilo de vida personal.

BIBLIOGRAFÍA
  • Binswanger, Ludwig (1973) Artículos y Conferencias Escogidas. Editorial Gredos. Madrid.
  • Eliade, Mircea (2009) El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. FCE, México.
  • Fanon, F. (1961) Los condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica, México.
  • Fanon, F. (2009) Piel negra, máscaras blancas. Ed. Akal, Buenos Aires.
  • Jung, C. G. (2008). Tipos psicológicos. Colección: Los Libros de Sísifo. Barcelona: Edhasa.
  • Malchiodi, Cathy. (2017) The Ten Coolest Art Therapy Interventions   http://www.psychologytoday.com/blog/the-healing-arts/201002/the-ten-coolest-art-therapy-interventions .  Visto el 11-01-2017
  • Morán Martín, José Manuel (2000) Los velos de la identidad en el Quijote, Atte della Giornata Cervantina, Padova. En Donatella Puri y José Pérez Navarro, eds., Padova, Unipress. 197-207
  • Martínez-Romero Gandos, J. (2016) Taller sobre utilización de máscaras y títeres en el proceso psicoterapéutico existencial. IX Congreso Latinoamericano de Psicoterapia Existencial. Lima.
  • Quintana Tejera, Luis (2005) “El Caballero de la Blanca Luna: la máscara de Sansón Carrasco. Capítulo LXIV. En Espéculo, Revista de Estudios Literarios, Universidad Complutense de Madrid. Nº 31. Visto en http://www.ucm.es/info/especulo/numero 31/blluna.html  9.2.2017
  • Rousseau, Jean-Jacques, (1969) Émile, Paris, Gallimard, la Pléiade. 515
  • Saigre, Henri (1986a) L'Au-delà des masques ou la rencontre improbable,(Las máscaras más allá o encuentro improbable). Éditions de Art et Therapie. France.
  • Saigre, Henri (1986b) Manuel D’Art Transformationnel, Editions Harmattan, París.
  • Sartre, J.P. (1938) La Nausée, éd. Gallimard, Paris. 178-185
  • Sartre, J.P. (2004) A puerta cerrada – La puta respetuosa, Ed. Losada, Buenos Aires.
  • Sartre, J.P. (2011) La Náusea, Alianza Editorial, Madrid.
  • Sartre. J.P. (2002)   El existencialismo es un humanismo. Barcelona, Edhasa,

Dr. José Martínez-Romero Gandos – jmrsentido@gmail.com

martes, 3 de octubre de 2017

Comentario sobre “Razón y Existencia” de Karl Jaspers (“Vernunft und Existenz”)

Siempre es un placer leer o releer a Karl Jaspers. En ocasiones como ésta es importante contar con la opinión de Jesús Mosterín en su libro “Que podemos saber tocante o universo” (Editorial Ir Indo, 1991) acerca del pensamiento del autor comentado sobre el universo.
Para Jaspers lo envolvente (das Umgreifende) es aquello dentro del cual se encuentra encerrado todo el horizonte particular provocando que éste no sea ya visible como tal.

En cuanto nos referimos a los límites del universo inteligible debemos considerarlo convenientemente junto con el límite de nuestros propios recursos intelectuales y conceptuales. Nos ilustra Jaspers comentando que este límite de nuestra razón es muy diferente al límite de la propia realidad.

En la medida en que la realidad va más allá del universo inteligible, se trata de una realidad inefable con la que se puede tener una relación mística, pero de la que no se puede hablar.

Por todo ello, la inquietud del hombre es ir descubriendo eso “envolvente” y avanzar en el conocimiento científico sobre la realidad. En algunos puntos encontramos coincidencias con J. Ortega y Gasset quien en su obra “El hombre y sus circunstancias” se refería, al igual que Jaspers, a lo circunvalante que rodea al hombre en su existencia actual. Ortega y Gasset no entiende al “estar-ahí-del-ser” sin la consideración de lo circunvalante, de las circunstancias que rodean al hombre
.
Para Jaspers el mundo es un "texto secreto" que es únicamente inteligible para la existencia personal y por cada cual para sí mismo. Solo hay fe en el SER EN SI, ya que es la que sostiene y orienta el esfuerzo de SER UNO MISMO.  Según Jaspers es uno de los conceptos claves en su propia filosofía. Por eso es que el filosofo asegura que EL SER UNO MISMO no es real sin la comunicación. Lo mismo sucede con la libertad vacía, no es real sin manifestarse en la elección. Por lo tanto la comunicación se revela como la condición misma de la libertad. Ser libre es comunicación de la propia libertad con la del otro.

Jaspers comenta sobre las limitaciones que se dan en la libertad y en la situación en el mundo del hombre, diciendo que esta situación no puede ser compartida y solo puede ser conocida desde adentro. Es necesaria una aceptación de estas situaciones, la historicidad del individuo y de la situación.

Para el autor, es necesario hacerse cargo del lugar de uno en la verdadera situación en el mundo. La existencia nos obliga a dedicarnos a las tareas de la vida en el mundo sin ilusión y tomando sobre sí mismo la muerte, el sufrimiento, el conflicto y la falta de ataduras y límites para la búsqueda de la TRASCENDENCIA (SER EN SÍ MISMO).


Estos dos autores desarrollan en sus respectivas obras estos conceptos para considerar lo envolvente como una caracterización de la trascendencia. Jaspers quiere distinguir este concepto del sostenido por la cristianía (tal vez dogmático y rígido) para expresar que ese horizonte total de sentido podría ser “el absoluto” o un Dios, siempre lejano y no alcanzable. Insiste Jaspers en que a ese ser lejano y absoluto solamente se podría llegar por un salto de la fe religiosa a la fe filosófica, que no es cifra sino señalamiento del camino. Un camino que se atenga a la realidad misma y al sentido de la existencia.

Dr. José Martínez-Romero Gandos             A Coruña (Galicia - España)            3 de octubre de 2017

jueves, 7 de septiembre de 2017

2 de septiembre - HOMENAJE AL DR. VIKTOR E. FRANKL EN EL 20º ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

Como humilde homenaje a su persona publicamos este vídeo que recrea algunas imágenes de su vida. Gracias Dr. Frankl por sus aportes y por su generosidad.
https://www.youtube.com/watch?v=-wV7RS81o6o&t=8s

martes, 22 de agosto de 2017

¿Cuál es el sentido del ser según Heidegger?

¿Cuál es el sentido del ser según Heidegger? Veámoslo según Irene Borges Duarte, filósofa portuguesa de prestigio internacional.(“La presencia de Kant en Heidegger”). Revista Caliban. https://revistacaliban.net/


«Con el análisis inicial de la estructura formal del poner en cuestión, Heidegger circunscribe el campo de investi­ga­ción. Se pregunta por el ser (das Gefragte. Pero, puesto que el ser se dice de todo lo que es, o sea, de los entes en su diver­sidad, y puesto que en cuanto “excedente” de significación no es él mismo algo hacia lo cual pueda orientarse directamente la mirada interrogante, la pregunta por el ser se dirige al ente, a aquello que es, a su modo y manera, y hacia lo cual, por tanto, puede convergir nues­tra mirada. El ente constituye, así, lo inter­rogado (das Befrag­te), aunque no lo sea sino porque a través de él se busca llegar a otra cosa. Esa otra cosa, aquello que en realidad se pregunta (das Erfragte), interrogando al ente acerca de su ser, es algo que incluye, ya sea implícita o explícitamente, la propia mirada interrogante del cuidar, es decir, el preguntar mismo. Preguntar por el ser viene a ser, así, indagar su sentido
Una explicitación plena de lo que este enfoque conlleva sólo se alcanza con el análisis del fenómeno del sentido en su carácter “existenciario”, es decir, sobre la base del análi­sis de las estructuras ontológicas de la “existencia” en cuanto ser del Dasein. Pues “el sentido es un existenciario del Dasein, no una propiedad que esté pegada a los entes, yazca ‘detrás’ de él o flote en alguna parte como un reino interme­dio.” Sentido es, por tanto, algo que sólo el Dasein posee: “Sinn ‘hat’ nur das Dasein…” (ibi.), es propio de su ser exsistente; no algo adyacente, proveniente de otra parte u otra cosa.
No es algo adherente a los entes con los que nos deparamos y descubrimos en el cotidiano hacer por la vida; sino que en nues­tro habitual y compartido estar-residiendo entre (sein bei) los entes mostramos en nuestro actuar que estamos compenetrados en ese medio y ambiente, que aquello con lo que nos relacionamos en el modo del hallar (Entdecken), del ver-en-torno (Um­sicht) y del cuidar de hacer por la vida (Besorgen) tiene, de hecho, sentido, es decir, lo comprendemos. En defini­tiva, el sentido se dice de todo lo que hay, pero quién lo dice o expre­sa, quién lo capta, proyecta o, sencillamente, “compren­de”, es el Dasein en el ejer­cicio de ser propio — existencia comprendien­te — como ser-en-el-mundo residiendo entre los entes intramunda­nos. Por ello, finalmente, el sentido se dice no sólo del Da­sein, en su modo de ser, sino también del mundo en el que es, y, por añadi­dura, de los entes intramundanos entre los que desarro­lla su vida.»



domingo, 30 de julio de 2017

¡Buenas Vacaciones! ¡Buenas lecturas!

     Para los amigos y lectores que residen en el Hemisferio Norte, que estas vacaciones de agosto les permitan un buen descanso, el goce de la naturaleza y buenas lecturas.
    Pueden releer artículos anteriores en este blog.

lunes, 10 de julio de 2017

Entrevista a Eugenio Fizzotti sobre Frankl


Autor: Prats Mora, J.I. (2000). Entrevista a Eugenio Fizzotti. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (4), 25-31.

- Usted afirma en su libro ‘De Freud a Frankl’ que haber vivido varios meses con V. Frankl en el policlínico de Viena, ha sido una experiencia inolvidable, ¿cuál es su recuerdo más entrañable y su aprendizaje más significativo de aquel momento?

            Además de aquel período en el que trabajaba, estudiaba y, por tanto, frecuentaba sus lecciones, después iba sistemáticamente cada año varias veces a Viena y después de su muerte he ido dos veces en Septiembre y a finales de Noviembre a su casa a visitar a su esposa.

Quiero decir que para mí no se trata sólo de una experiencia, sino de que toda mi vida ha estado marcada por la relación con él. Nuestra relación ha evolucionado de ser al principio de maestro-discípulo a padre-hijo, amigo-amigo. De algún modo entré a formar parte de su familia. Por esta intensa relación, cuando iba a Viena estaba tranquilamente en su casa como un hijo, ya que él no tenía un hijo varón. Por eso mi experiencia con Frankl es una unidad.
            A nivel personal, son varias las cosas que más se me han grabado. Sin duda, su notable capacidad de acogida, aunque no inmediata. Al principio, mostraba una actitud por la que nunca tenía tiempo para nada, después se lo pensaba, y su actitud pasaba a ser de gran familiaridad, intensa. Esto lo han percibido también otros. Así pues, un gran sentido de acogida indiscutible.

            Al mismo tiempo, he vivido mucho en Frankl su capacidad de aceptar formas de pensar distintas a la suya. Yo no he tenido grandes conflictos con él. Ha mostrado interés hacia mi familia y hacia mi fe y mi experiencia de sacerdote religioso. Esto me hizo pensar siempre que su ser hebreo era un hecho cultural pero que profundamente iba más allá de una religión específica. Varias veces hemos considerado juntos el problema de la fe personal y de la pertenencia al mundo hebreo o al mundo católico.

            Él murió como hebreo, aunque hubiera deseado convertirse al catolicismo. No lo hizo por fidelidad a la fe de sus padres.

- ¿Qué aspectos del judaísmo tienen mayor peso en la concepción antropológica de V. Frankl?

            Le pregunté algo al respecto, pero siempre evitó referirse a la cultura judía. Nunca ha querido hablar del tema -me ha dado la impresión- porque pensaba que era reducir un poco lo que era un mensaje científico a un mensaje humanístico más general. Por eso, lo que se puede hacer sólamente, es rescatar del interior de sus obras las abundantes citas bíblicas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Pero temáticamente no creo que haya querido referirse a lo que es la cultura judía.

            Él se ha enfrentado con el mundo judío en lo referente al tema de la culpa colectiva. Después de la guerra y aún en el 88 tuvo una gran intervención ante el municipio de Viena y se expresó a favor de la culpa individual y no de la colectiva. Obviamente que un hebreo que ha vivido la persecución nazi hable en contra de la culpa colectiva es contrario a una cierta mentalidad.

            Es difícil, por tanto, verificar si su horizonte permanece tal o más bien se trata de un horizonte más amplio.

            Rezaba muchísimo, lo he visto yo con mis propios ojos cuando estábamos en la montaña, cerca de Viena, alojados en el mismo hotelito. Rezaba con el libro de los salmos cada noche. Esto es algo que hacía siempre; a nivel de vida interior personal, sin duda; a nivel oficial, sus relaciones con el mundo hebreo eran muy limitadas. Iba a la sinagoga una vez al año. En una ocasión, hace veinte años, le acompañé a una sinagoga en Florencia. Pero no manifestaba su pertenencia al mundo hebreo ni encontramos en su obra una referencia explícita.

- Asimilando la Logoterapia a la psicología humanística norteamericana (Maslow, por ejemplo), ¿no se corre el riesgo de desvirtuar el pensamiento genuino de V. Frankl?

            Sí, indudablemente. Teniendo en cuenta que el tema de la autorrealización de Maslow digamos que no es lo contrario pero se queda a medio camino. Es necesario el paso siguiente porque el "auto" cierra al hombre dentro de sí mismo. En cambio la perspectiva de Frankl de la vida como tarea y todo el tema de la responsabilidad en relación a los reclamos que la vida le hace, es una fase sucesiva de desarrollo.

Por tanto, estoy de acuerdo. Nosotros lo ponemos en el horizonte existencial y no en el humanista.- ¿Cuál es su raíz o antecedente filosófico fundamental?

            Creo que sus raíces filosóficas son Husserl, en lo referente al concepto de intencionalidad. Esto es indiscutible. Jaspers, en lo referente a situaciones límite. Heidegger, en lo referente al ser en el mundo y en lo referente a la fragilidad de la existencia y Scheller en lo referente al mundo de los valores.

            Existen además conexiones con Buber pero no me parece que sean una raíz, ya que mientras a los otros autores Frankl los ha leído - aunque no los cite bien porque Frankl desde el punto de vista metodológico es un desastre -, en el caso de Buber la convergencia de pensamiento es debida probablemente a sus raíces comunes en la cultura hebrea. No me parece que Buber sea una fuente como otros autores pueden serlo.

- ¿Cuál es el "impacto" o difusión actual de la Logoterapia? ¿Qué dificultades encuentra una escuela psicoterapéutica que maneja términos como espíritu, conciencia, y otros filosóficos de corte existencialista?

Creo que los obstáculos son de varios tipos. Primero, que es prevalentemente una antropología más que una psicología. Segundo, que en contraposición con las expectativas de los psicólogos, no ofrece instrumentos, técnicas estandarizadas, verificadas, aplicables de forma indiscriminada. Tercero, creo que no es aceptada por su conexión notable con el mundo católico y pequeña con el mundo científico. Cuarto, quizá su psicopatología necesita ser revisada e integrada, ya que sus definiciones en clave psicopatológica han sido ampliadas sucesivamente en el ámbito psiquiátrico y, por tanto, hoy los psiquiatras ya no hacen referencia al cuadro psicopatológico que él presenta.

Creo que, sobre todo, el hecho de que sea una visión filosófica sin un aparato técnico bien estructurado y que haya abandonado un poco -digámoslo claramente- el cuadro psicopatológico, es decisivo. Desde el punto de vista psiquiátrico ha publicado dos libros ‘Teoría y terapia de la neurosis’, ‘La psicoterapia en la práctica médica’ y basta. Ha continuado presentando siempre un modo de pensar que es utilísimo en el planteamiento de una relación terapéutica. Esto es indiscutible.

            Se refiere a menudo a la formación de la mentalidad del terapeuta, pero después, éste dice: “Bien, y ahora, ¿qué hago? ¿cómo trabajo concretamente?” Ante las escuelas que presentan un aparato técnico no puede decir nada.

            Aquí tengo un pequeño libro publicado en 1985 de Joseph Fabry en el que trata de traducir en ejercicios prácticos de diálogo socrático, de individuación de posibilidades, de terapia de grupo, etc. los principios de la logoterapia. Frankl este libro no lo aceptó nunca porque pensaba que esto era "enjaular". Sin embargo, es necesario; aquí, por ejemplo, con los estudiantes de prácticas tenemos dificultad en presentar la logoterapia porque al final no saben cómo manejarse concretamente. Es necesario sobre todo cuando hay técnicas difundidas que ofrecen instrumentos de alguna manera.

            Otro factor es que Frankl no ha creado una escuela. Después de él, se dan personas que se han formado más o menos a su lado, que han leído sus libros y que han dado vida por todas partes a sus propias iniciativas, pero no constituyen una escuela como hizo Freud con sus discípulos, con discusión de casos, etc.

            Era él como persona y su pensamiento, que recalca mucho su personal experiencia. De hecho la observación que se le hace con más frecuencia es ésta: esas cosas las ha hecho él, pero no son posibles a cualquiera. Por este motivo en el mundo científico es difícil conseguir que se conozca más la logoterapia. Sus mismos instrumentos (Logo-test de Elisabeth Lukas, PIL, etc... que Frankl cita en una nota de una de sus obras) tienen escasa relevancia en el campo científico. Es él como persona, como pensador.

- Diferenciación práctica entre Logoterapia y Análisis Existencial.

            Se pueden dar dos respuestas, una es aquella que dice: La Logoterapia es sobre todo la indicación de una metodología para actuar en el caso de varias formas de neurosis reactivas.

            La Logoterapia, aun teniendo como base una antropología, es sobre todo una terapia con técnicas específicas en los casos de neurosis ansiosas, sexuales, fóbicas. Y, por otra parte, el Análisis Existencial sería una visión de la persona como una existencia que se desarrolla poco a poco en la medida en que se pone en actitud de búsqueda. Esta es una diferencia.

            Hay también una posible segunda diferencia, que dice exactamente lo contrario: La Logoterapia es sólo una teoría del hombre en busca de un significado, mientras el Análisis Existencial se ve como el método a través del cual el sujeto consigue poner en evidencia las propias capacidades, comprender el significado de su existir e interpretar el sentido del pasado, de las experiencias del presente y la proyección hacia el futuro. Por tanto, se quiere que el Análisis Existencial pueda ser considerado como método terapéutico.

- La dimensión noética, ¿es una dimensión o una división artificial de la psicológica?

            Frankl pone mucho en evidencia la diferencia que hay entre la dimensión noética y las otras dimensiones psicológica y física, pero en los últimos años cuando se ha preocupado en ver la conexión con el cognitivismo -y en frecuentes ocasiones dice que los cognitivistas reconocen en él, en lo referente a las técnicas paradoxales, un precursor-, tengo la impresión de que ahí Frankl de alguna forma ha desplazado el acento de la dimensión noética hacia el hecho intelectivo y no tanto hacia el aspecto espiritual. En este punto podría ser considerada en el interior de la dimensión psicológica.

- ¿Qué es el inconsciente espíritual? ¿Cómo se diferencia del colectivo de Jung y del incosciente de Freud? ¿Cuál es la relación entre ínconscíente espiritual y conciencia?

            Frankl no rechaza el inconsciente, rechaza el considerarlo solamente de naturaleza instintiva. Sostiene que es también de naturaleza espiritual. Quiere decir que están presentes las dos naturalezas.
            Yo creo que Frankl rechaza el inconsciente de Jung como patrimonio genético que yo recibo sin hacer nada, mientras que el de Freud se constituye a través de las experiencias infantiles.

            Frankl me parece que une estos elementos porque dice: es algo que yo poseo en cuanto persona humana individual, en cuanto el punto hoy de una cadena que remite a mis progenitores, pero algo que está unido a mi existencia individual. Este punto de vista podemos decir que está ligado a la visión freudiana, el inconsciente como fruto no de un patrimonio genético sino como algo personal. Pero la naturaleza de este inconsciente, distintamente que para Freud, no es sólo instintiva, sino también espiritual. Precisamente porque él tiene una concepción de la persona distinta cuyo núcleo fundamental es la dimensión noética.

            Del inconsciente espiritual, Frankl sólo habla en su libro ‘La presencia ignorada de Dios’ y no habla más de él en sus otros libros. Por eso decía que hay que distinguir un primer y un segundo Frankl. Porque cuando subraya más la dimensión noética como centro de la persona es en aquel período que habla del inconsciente espiritual en contraposición al colectivo e instintivo.

            El inconsciente espiritual es la persona espiritual que se caracteriza por la dimensión noética, que es un centro de valores del que la persona a nivel consciente puede no darse cuenta y es necesario hacer emerger a nivel consciente lo que está presente a nivel ínconsciente.

            En la medida en que hago emerger aquello que está presente en mi existencia como mundo de valores -en esto Frankl es deudor de Scheller, cuando habla de la persona como centro de actos espirituales- entonces, el núcleo fundamental de la persona son los actos espirituales. Cuanto más llevo a nivel consciente los actos espirituales, lo que poseo, este núcleo central; aquí tenemos la conciencia, que se da cuenta de qué cosa es de hecho y qué cosa está llamado a hacer.    Está llamado fundamentalmente a realizar actos no a nivel impulsivo, instintivo, sino a nivel espiritual, lo cual significa para Frankl a nivel de valores.

            Conciencia como proceso de descubrimiento de la persona espiritual y en consecuencia como capacidad de poner en acto, de traducir en comportamientos observables, verificables, este mundo interior de valores que está encerrado en la persona espiritual.

-¿Cuál es el lugar de la razón y la inteligencia en la antropología de la Logoterapia?

            Frankl tiene una gran confianza en la persona entendida en su globalidad (sobre todo el primer Frankl). En los primeros años usaba la palabra "moral" en sus obras. Después cambió, prefirió utilizar la palabra noética o espiritual o nada, porque se dio cuenta de que el uso de la palabra moral por un psicólogo no era muy aceptado. Pero esto significaba que para él la razón no ocupaba un gran lugar, ya que era la persona en su totalidad, que es este centro de valores. Creo que sólo en un segundo momento, cuando desarrolló un poco más la atención al diálogo socrático y a las capacidades de raciocinio del hombre, y por tanto, en conexión con el cognitivismo, dio un lugar mayor, indirectamente, a las capacidades de desarrollo de razonamiento de la persona.


Entrevista realizada a Eugenio Fizzotti en la Facoltá di Scienze dell'Educazione dell'Universitá Salesiana, Roma, el 18 de Marzo de 1998 por José Ignacio PRATS MORA.


miércoles, 21 de junio de 2017

CONSIDERACIONES SOBRE LA BÚSQUEDA DE UN CAMINO QUE CONDUZCA A LA TRANSFORMACIÓN Y A LA ESPERANZA.

          Hace mucho tiempo escribí unas notas sin datar. Seguramente las circunstancias urgían a plasmar en un papel ideas que rondaban mi mente y conectarlas con mi espíritu. Reencontré las notas en medio de libros en un estante de mi biblioteca. Seguramente deseaba en ese entonces que no se leyeran inmediatamente. Hago caso a mis órdenes personales del pasado y no intento fijar el momento exacto de esta extraña producción. Pero sí retomarla. Primero tal como fue escrita. Luego ver si merece la pena agregar, modificar o comentar algo al respecto.
            Decía yo en ese entonces: En el camino que pretendo andar siempre encuentro atrancos o piedras que lo dificultan. Como humano esto me ubica, decididamente, sobre “el agudo borde de la existencia” como decía Merleau Ponty. Una experiencia vital de la que no escapa nadie. Ante tantas dificultades, en el momento en que siento que mis fuerzas flaquean, lo único que tengo para curar las heridas es “el otro”. Ese “otro” que desde mi aparición en el mundo fue forjando mi personalidad y aportando experiencias a mi vitalidad.
            La familia y la comunidad fueron los agentes que me enseñaron el valor “del otro” y a ellos dediqué la donación de una gran parte de mi existencia.
            Impulsado por un ideal de vida comunitaria, continente precioso de todos nuestros aportes a “los otros”, enfrenté el peligro de una excesiva idealización de esos principios.
            Aquel que se identifica demasiado con un ideal frecuentemente olvida su propia realidad mundana y se convierte en un ser con conflictos, tal vez enfermo. Esa idealización exige demasiado a nuestras virtudes. En la sociedad consumista actual algunas de esas virtudes son objeto de la mofa y el ridículo.
            Virtudes y valores mezclan sus elementos definitorios acercándose a un límite muy endeble que fácilmente traspasan y se convierten en lo contrario. No son, precisamente, virtudes las que abren mi corazón. Tal vez las flaquezas o las incapacidades pueden más como maestras.
            Ante esto y aunque resulte un poco incómoda la palabra “humildad” abre un nuevo camino pues no resiste una imposición desde afuera.
            En el plano de la actuación social la exigencia de eficiencia, valor y prestigio se contrapone con la decisión personal de ser “humilde”. Esto no es “humillarse” ni hacerse pequeño ante los demás. Esto es caer en el mundo, hacerme cargo de mi terrenalidad y con ese lastre intentar alcanzar una trascendencia que parta de lo personal.
            Cito a los griegos en un juego diletante que, nuevamente, me permito. Ellos distinguían entre “tapeinosis” que sería una especie de falsa humildad, de envilecimiento y de carencia de valores de la “tapeinophrosyne” que correspondía a la descripción de la conducta de los verdaderos pobres, aquellos de actitud de humildad y delicadeza espiritual.
            Los latinos, nuestros padres idiomáticos relacionaron “humildad” con la palabra “humus”, tierra. La “humilitas” era la reconciliación con nuestro mundo terrenal, con nuestros impulsos, con nuestros defectos y carencias. En definitiva, con nuestra propia verdad como seres humanos.
            Si tuviéramos la posibilidad de encontrarnos con nosotros mismo el “grito desde lo profundo” producto de la experiencia del fracaso nos acercaría mucho más al otro y posiblemente a Dios.
            En ese camino de búsqueda me encuentro. En un momento en el que parece que todo se ha ido de nuestras manos y lo único que resta es la comprobación del fracaso justo a la hora de acercarme al punto cero.
            No es cuestión de ser fuerte frente a los poderosos que imponen su criterio sino conocer los propios límites.
           Seguiré creyendo que la solidaridad es el camino. Que juntos podemos ser capaces de mejorar nuestra calidad de vida. Mi entrega en el trabajo solidario es sincera. No me queda otro camino que reconocer mi fracaso en la conquista de un logro que no todos están dispuestos a sostener.
            Esta reacción puede parecer, fácilmente, una situación de depresión interior y de resignación de ideales. Pero, por el contrario, no dar lugar a este acto de renunciamiento restaría valor a esa solidaridad y a esa entrega a los otros. Mi vida quedaría demasiado aburguesada si aceptara las condiciones del sistema. Podría desplegar una vida automatizada, centrada en el éxito y la obtención de bienes o títulos. Sería una consecuencia artificial y me colocaría una máscara de la que difícilmente podría desprenderme.
            No hay nada extraño en todo esto. Cuando se ajusta un programa de vida demasiado idealizado, cuando fallan instituciones y personas en brindar continencia y afecto no queda otra solución que la renuncia a todo.
            Todavía es posible tomar un camino diferente, juntar en mis manos los fragmentos de mi vida compartida y formar con ellos una nueva figura, una nueva forma de participación y una nueva esperanza. Generalmente se aprende más de los fracasos que de los éxitos. Según C. G. Jung una vida de éxitos es el peor enemigo de la transformación.
            La posible vida espiritual plena pide otra manera de ser y estar en la comunidad. No oír las quejas y no ver las dificultades de la comunidad es como no oír ladrar a los perros cuando acecha el ladrón. Tal como sucede en la oscura noche del ladrón, allí en los problemas se oculta un tesoro que aún no ha sido detectado. Los perros denuncian al ladrón y el amo recupera el tesoro.
            En nuestra sociedad todo el que se equivoca trata de ocultarlo o le piden la cabeza sus compañeros para que abandone. Con ese miedo los dirigentes actúan bloqueados, impulsados a no cambiar o elegir otro camino por miedo a equivocarse y fracasar. La política pierde así espíritu creativo. El que busca un objetivo comunitario de solidaridad debe asumir que puede no acertar en todo. El espíritu de perfeccionismo y éxito frena los deseos comunes de convivencia fraterna.
            Los problemas colectivos o las catástrofes sociales ordinariamente se silencian porque no proveen una historia de éxitos. Nadie quiere saber sobre las lacras de su propia comunidad. La demasiada elevación de ideales en una comunidad incapacita a los individuos para aceptar sus reales limitaciones y problemas. La manera de comportarse una comunidad con los enfermos, con los ancianos o con los obreros sin trabajo es la mejor radiografía para entender sus niveles de autenticidad.
            Los débiles traen consigo un mensaje muy fuerte que sacude a la comunidad exigiendo de ella credibilidad. Las comunidades que no reconocen este mensaje avanzan en el terreno pantanoso de los sueños dorados, la dádiva fácil, la demagogia y las bonitas palabras. Los necesitados exigen realidades. Sus pedidos claman por la verdad y desenmascaran la mentira oculta en las palabras bonitas de falsas promesas.
            El dirigente de una comunidad debe conocer, si es posible uno por uno, a los que sufren o padecen para poder acompañarlos en el logro de soluciones reales y no de irrealizables ideales. ¿No es esto lo que hace el médico con los enfermos?
            En una empresa los enfermos se apartan porque no tienen nada que hacer en el trabajo. Es como si programaran solamente el éxito de la salud. Si todos sus miembros se enfermaran acabaría la empresa.
            Llegar a considerarlos como un espejo para los que están sanos sería un signo de identificación en la comunidad que provocaría una relación más humana y un grado mayor de salud espiritual.
            Esta actitud de renunciamiento es una reconciliación con los valores humanos y con el propio sentido de vida. No es un comportamiento impulsivo que brota del carácter ni es un equivalente a cobardía, temor o falta de agresividad. Es, sencillamente, una expresión de fe y esperanza en los valores de solidaridad y en la importancia de la cultura.
            El camino de la transformación, de la libertad y de la paz entre los hombres discurre por otros valles, otros mares, otras latitudes.
            Alguien intentó poner una gran piedra en la rama superior de una palmera para frenarla en su orgullosa búsqueda de altura. Unos años más tarde comprobó, con sorpresa, que la palmera maltratada era la más grande y hermosa de todo el valle. El peso de la piedra la había obligado a hundir más profundo en sus raíces.

            Hasta aquí lo escrito en el pasado. ¿Puedo agregar algo más o es más conveniente que los demás opinen? Prefiero esto último. La opinión de “los otros” daría lugar a una puesta al día de valores, elecciones, proyectos y responsabilidades.

Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña - Galicia - España
21 de junio de 2017