Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

martes, 3 de noviembre de 2020

Libertad en tiempos de pandemia. Tener, hacer y ser en la postulación sartreana.

 



“Avoir, faire et être sont les catégories cardinales de la realité humaine. 
Elles subsument sous elles toutes les conduites de l'homme”.
(Sartre, J. P. (1979) L’être et le néant.
Essai d’ontologie phénoménologique,
Éditions Gallimard, Paris.)


        Difícil es relacionar la pandemia del COVID-19, que sufrimos en el primer cuarto del segundo milenio, con el verdadero significado y comprensión que podemos otorgar al concepto de “libertad”. El planeta está infectado por el virus y sus consecuencias son graves: crisis socio-económica, crisis política frente a las medidas a adoptar, miedos, negaciones o irresponsabilidades, enfermedad y muerte.

        Ante las medidas restrictivas dictadas por los gobiernos de muchas latitudes, especialmente los europeos, surgen voces de detractores o defensores de esas medidas según ideologías sustentadas frente a la realidad social pero no como respuesta a la incidencia del virus y su pasmosa facilidad de reproducción y ataque.

        Los medios de comunicación están plagados de noticias acerca de la incidencia de la pandemia contabilizando contagios por millones y muertos por miles. Frente a los anuncios mediáticos y de los gobiernos sobre la incidencia de la pandemia aún se alzan voces y se realizan acciones “negando” la existencia del virus, “alertando” sobre el uso político de los datos, “pontificando” acerca del origen del virus y “asustando a la población” sobre la pérdida de la libertad cuando se recomiendan o legislan confinamientos.

        En estos momentos tan importantes para la salud física y psicológica de la población es importante detenerse unos minutos y bucear en los fundamentos de algunos conceptos fundamentales para comenzar a entender la pandemia. Uno de ellos es “libertad”.

        Uno de los pensadores que ha analizado profundamente el concepto de libertad es Jean Paul Sartre. En toda su obra, pero especialmente en “El Ser y la Nada. Ensayo de ontología fenomenológica” (Sartre, 1954; 1979), el filósofo se ha volcado a la interpretación del ser del hombre y su libertad.

        Tal vez su relectura nos permita acceder a alguna aclaración pertinente con respecto al uso de nuestra libertad frente a la realidad de este momento crucial de la historia de la humanidad.

        Podemos y debemos citar aquí a Sartre con precisión investigadora utilizando referencias comprobables de las mismas o parafrasear su magnífica y profunda prosa. Confío en que ambas posibilidades puedan ayudarnos a comprender.

        Comienza Sartre el primer capítulo de la cuarta sección de su obra “El ser y la nada” en el que trata el tema de la libertad diciendo que “Tener, hacer y ser son las categorías cardinales de la realidad humana. Subsumen en sí todas las conductas del hombre.” (Avoir, faire et être sont les catégories cardinales de la realité humaine. Elles subsument sous elles toutes les conduites de l'homme. Sartre, (1979). pag. 487).

        Estas categorías citadas por nuestro autor nos abren a la lectura del texto y nos predisponen a relacionarlas con la propuesta de otros autores. El mismo Sartre cita a Denis de Rougemont cuando escribía, en su artículo sobre Don Juan: «Il n'était pas assez comme pour avoi» [Su ser no era lo bastante como para tener].

        “En particular, la libertad, al tomarse como fin a sí misma, ¿escapará a toda situación? ¿O, por el contrario, seguirá estando situada? ¿o se situará tanto más precisa e individualmente cuanto más se proyecte en la angustia como libertad sujeta a la circunstancia, y cuanto más reivindique su responsabilidad a título de existente por el cual el mundo adviene al ser? (Sartre, 1979, pag. 692 o en Sartre, 1954, pág. 383)

        A la primera pregunta contestamos con una afirmación sartreana pero que muchos aceptamos como propia: El hombre está condenado a ser libre (Sartre, 1973) Sabemos que, desde la óptica de muchos filósofos, la libertad es inherente a la condición humana y que, por ello, el hombre es absoluto responsable del uso que haga de ella.

        La segunda pregunta implica conocer y aceptar las limitaciones que la libertad tiene en cuanto el ser humano es un ser-en-el-mundo. Y en ese mundo existen “los otros” que, con el ejercicio de su libertad, limitan la nuestra. Así aceptamos que la libertad del uno está limitada por la libertad del otro. Para Sartre el ser humano es responsable de su existencia, de sus acciones y decisiones, y que, puesto que nada prefigura o define su conducta, no está atado sino a sus elecciones. El hombre es responsable absoluto de sí mismo, y, en consecuencia, es el que se inventa a sí mismo, definiendo, mediante su conducta, sus obras y sus actos, quién es y cuál es el sentido de su existencia.

        La tercera pregunta complica mucho la posibilidad de explicación en un breve texto. Pero aceptemos que la angustia que provoca el uso de nuestra libertad sujeta a las circunstancias es mucha y promueve el uso de la responsabilidad sobre toda nuestra existencia. ¿Porqué la angustia está asociada las circunstancias? Porque la libertad nos condena a ser un ser que determina su ser en la medida de estar condenado a enfrentar el mundo e incorporar esa facticidad mundana en el modo de constitución de la  existencia.

        Vemos aquí que, como una minúscula muestra de todo un tratado sobre el ser del hombre, Sartre nos plantea tres preguntas que pueden ser fácilmente trasladables a las circunstancias actuales de la pandemia mundial por infección de la COVID-19.

        Muchas personas pretenden escapar de la conciencia de inmersión en el mundo global y de la conciencia de existencia real del virus. Vemos que es imposible escapar al uso de nuestra libertad. Y en su negación del virus afirman esta última apreciación: son libres para elegir negar.

        Pero al elegir negar y no aceptar las medidas de prevención o restricción están poniendo en peligro la salud comunitaria. Por lo que su libertad choca con la libertad de muchos que eligen “supervivir” (vivir por encima de las circunstancias) y derrotar al virus. Su libertad choca con la libertad de los otros. ¿Serán, como menciona Sartre, responsables absolutos de su sí mismo, de su libertad y de las consecuencias de sus conductas?

        Tal vez debamos detenernos en la tercera pregunta y mencionar que la angustia ha crecido en todos nosotros, exponencialmente, en el tiempo de desarrollo de la pandemia. A los “negacionistas” les angustia las restricciones a su libertad pero no la relacionan con la responsabilidad inherente a esas acciones que configuran, inevitablemente, su ser. Y se convierten, a nuestro entender, en “seres alienados”, ubicados fuera de la mayoría de la población que ansía colaborar para que se produzcan las acciones necesarias para el control del virus. Porque a nosotros, los otros, nos angustia enormemente lo contrario a lo que les produce angustia a ellos: la enfermedad, la muerte propia o de seres queridos o la destrucción de medios de bienestar o supervivencia.

        Recordar que, según Sartre (1973) muchas personas se nos muestran como exentos de angustia pero que, en realidad, la están enmascarando porque huyen de la verdad. Creen ser libres porque se comprometen con sí mismos olvidando que, si todos procedieran así, la pandemia triunfaría y eliminaría a la humanidad. Se encogen de hombros y se disculpan diciendo que no todos proceden así. Si uno insiste con la pregunta se refugian en una mentira actuando de una forma tal que Sartre define como “mala fe”.

        Aunque la angustia se enmascara, finalmente termina apareciendo. Es la angustia que Kierkegaard llamó, en “Temor y Temblor”, la angustia de Abraham por tener que decidir si escucha la orden de Dios, si la sigue, si lo que escucha es su verdadera palabra o delirio o si es señalado como el verdadero ejecutor de la orden divina o le corresponde hacerlo al hijo.

        La angustia que conduce a la inacción es la que aparece enmascarada. El otro tipo de angustia, la angustia vital, es aquella que conocen todos los que han tenido que asumir responsabilidades. Más especialmente cuando la conducta elegida implica la existencia de otros. Seguramente hay varias posibilidades y el hombre debe asumir una únicamente. Debe interpretar la realidad y actuar. Y de esa interpretación puede depender la vida de los otros en la pandemia. Este tipo de angustia no impide actuar. Es motor de la acción auténtica de los hombres. La inacción es “acción de mala fe”. Dice Sartre (1973) que la angustia “no es una cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte de la acción misma”.

        Insiste nuestro autor en que un existencialista tiene que sostener una moral de acción y compromiso. Y así nos dice, textualmente (Sartre, 1973) “Para obtener una verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por otro. El otro es indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo. En estas condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al mismo tiempo el otro, como una libertad colocada frente a mí, que no piensa y que no quiere sino por o contra mí. Así descubrimos en seguida un mundo que llamaremos la intersubjetividad, y en este mundo el hombre decide lo que es y lo que son los otros”.

        Queda claro que en esta pandemia del COVID-19 se pone de manifiesto, momento a momento, que debemos elegir una acción y responsabilizarnos de ella. Por supuesto que afirmamos, junto a muchos autores, que el hombre se mueve en el mundo a partir de sus valores. Pero estaremos de acuerdo que la libertad es uno de esos valores fundamentales. Los hombres auténticos buscan la libertad auténticamente, sin “mala fe”. Queremos y amamos la libertad en todo momento pero rápidamente descubrimos que esa libertad depende enteramente de la libertad de los otros y de las circunstancias. No puedo tomar mi libertad como un fin si no considero, asimismo, la libertad de los otros.

       Hemos tomado algunos aspectos de la postulación sartreana acerca de la libertad, la responsabilidad y la autenticidad. Por cierto, correspondería confrontar estas ideas con otros autores que seguimos en este campo lleno de obstáculos que es la formación y postulación de ideas existenciales. Pecaremos de sostener un pensamiento limitado si no discutiéramos estos aspectos con lo sostenido por autores (mencionados al azar) como Kierkegaard, Scheler, Dilthey, Heidegger, Binswanger, Spranger, Frankl, Jaspers, von Weizzacker, y tantos otros.

    Mantenemos una tensión dinámica destinada a relacionar a otros autores en la consideración e interpretación posible de los efectos de la pandemia del COVID-19 en el pensamiento y acción de todos los seres humanos del planeta, hoy afectados o enfrentados a su acción.

  BIBLIOGRAFÍA

 Sartre, J. P. (1979) L’être et le néant. Essai d’ontologie phénoménologique, Éditions Gallimard, Paris.

Sartre, J. P. (1954) El ser y la nada, 3 vols., Iberoamericana, Buenos Aires, 2ª ed.

Sartre, J. P. (1973) El existencialismo es un humanismo. Ed. Sur, Buenos Aires.


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