Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

sábado, 10 de diciembre de 2016

Valores y sentido en Frankl - por Manuel Arboccó de los Heros

Manuel Arboccó de los Heros nos ilustra sobre el tema con una publicación que ha realizado el Diario El Peruano de Lima.
Manuel ha escrito: "Mi artículo de ayer en El Peruano dedicado a mis compañeros humanistas existenciales, y en especial a los logoterapeutas El Dr. Frankl, los valores y el sentido Un par de clásicas preguntas que se nos suele hacer a quienes hablamos sobre el sentido de la vida es ¿qué sentido tiene la vida? o –de aceptar que la tiene– ¿cómo encontrar dicho sentido?, ¿por dónde ir? Una aplicación terapéutica del análisis existencial la brindó el doctor Víctor Emil Frankl (1905-1997), creador de la Logoterapia o terapia a través del sentido (de logos, sentido, propósito). Y la respuesta que ensayó Frankl aparece en sus largas publicaciones. Y es que, además de su célebre obra El hombre en busca de sentido (que primero se tituló Un psicólogo en un campo de concentración), escribió Psicoterapia y existencialismo, Ante el vacío existencial y Teoría y terapia de la neurosis, entre otras. Podemos hallar nuestro sentido vital recurriendo a tres vías o caminos que él llama valores, pero no en el sentido de los clásicos valores que nos enseñan desde muy pequeños, ejemplo: responsabilidad, disciplina, honestidad (que están bien dicho sea de paso); sino entendiendo valores como todo aquello valioso para nosotros, todo aquello que presenta una gran estimación e importancia para las personas. La primera de esas vías la llama valores de creación. Trata sobre todo aquello que podemos entregar al mundo, ofrecer a los demás, por ejemplo, nuestro trabajo, nuestro arte, nuestro talento. Ejemplo, yo ofrezco al mundo mi poesía, mi trabajo como mecánico o como enfermera, mi música o mi artesanía, mi canto o mis conocimientos como docente. En pocas palabras, puedo encontrar algo de sentido cuando tengo claro qué puedo hacer, qué puedo brindar y me gusta eso que hago, aquello a lo que me dedico. La segunda forma es por medio de lo que denominó valores de experiencia, todo aquello que el mundo tiene para ofrecerme, para regalarme. Para eso se requiere estar atento a lo que la vida me depara; por ejemplo, un buen concierto, un buen libro, los graciosos chistes de un gran cómico, un buen partido de fútbol, un hermoso paisaje, las calles de una bella ciudad a la que llego en un viaje turístico, el calor familiar, el amor de una bella dama, la alegría y complicidad de los amigos. Todo lo que los demás pueden compartir conmigo, eso genera bienestar, placer, regocijo. Y el valor de experiencia cumbre está en el amor, nos dice Frankl. Y la tercera manera es lo que él bautiza como los valores de actitud, y señala que son los más elevados y más difíciles que los otros dos por cuanto son propiamente la decisión e inclinación afectiva con que nos vamos a enfrentar a aquellas situaciones difíciles que la vida nos deparará, como una enfermedad complicada o terminal, una tragedia, una crisis financiera, la muerte del ser querido. La actitud es la manera como vamos a decidir enfrentar esa temporada dolorosa que la vida nos ponga delante. El dolor, del cual existencialmente no podemos escapar, deberá ser enfrentado con valentía, fortaleza, aceptación y, por qué no, estoicismo. Tres maneras que pueden servirnos, sin querer sonar a recetario de cocina, para afrontar la vida con algo más de apertura, esfuerzo, bienestar y temple. p.d. escribir mis artículos, entre otras actividades, me llenan de sentido. Y el sentido no es algo que ya encontré y para toda la vida. Hay que renovarlo continuamente. Varía, se vuelve más complejo.
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