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Pero ¿sabemos algo sobre este concepto? ¿Nos “responsabilizaremos” en seguir adelante en una relación de “encuentro logoterapéutico” con nuestros amigos, colegas, parientes?
“Responder” es empeñarse, obligarse o comprometerse, prometer algo recíprocamente; y “responsabilidad”, la perdurable vinculación física y moral de quien así se empeña, obliga o compromete.
Veamos un poco de etimología de este “responder”:
Responder y todos sus derivados en las lenguas romances proceden del verbo latino spondeo, (que lleva el pie de dos sílabas largas porque él era el más adecuado al ritmo lento de las solemnes melodías que servían de acompañamiento a la libación) cuyo primer sentido es el de asumir un compromiso solemne de carácter religioso.
Por extensión, spondê vino a significar la oferta de la libación (el vino vertido y ofrendado) y el convenio que con ella se consagraba. Por esto los latinos llamaron sponsalia al pacto matrimonial y sponsa a la esposa o prometida
El padre “comprometía” (spondebat) a su hija (sponsa) en matrimonio.
En esto consistía la ceremonia de los “esponsales” (sponsalia).
De spondeo deriva respondeo, que significa responder, pero en el sentido preciso de “cumplir un compromiso solemnemente asumido”. Este término comenzó perteneciendo al lenguaje religioso.
En idioma griego, spéndo significó el rito de libación, así como la obligación resultante del rito. El ritual religioso consistía en verter un poco de vino sobre la tierra, el altar o la víctima del sacrificio, a la vez que se formulaba el pacto. Así sellado, ese pacto tenía fuerza religiosa y moral.
De ahí que spondere viniera a significar “empeñarse”, “obligarse a” y “prometer”.
Responder es, por ello, comprometerse a algo o prometer algo, y responsabilidad la cualidad o condición de quien promete o se compromete.
Historia del proceso verbal por el que la palabra “responsabilidad” se halla en tan estrecha relación genética con la libación, el esponsal, el pie métrico espondeo, el desposorio y claro está, con la respuesta.
Originariamente, spondê era el nombre de la libatio o “libación”, la cual consistía en una ceremonia religiosa de promisión y empeño.
Vertiendo un poco de vino sobre la tierra, sobre el altar o sobre la víctima del sacrificio al tiempo de concluir un pacto, el griego antiguo se obligaba ante los dioses a mantenerlo.
Todos estos comentarios no son más que un pequeño capítulo de algo más importante y extenso que llamamos “Analítica Existencial”. Buceando en los autores que han llevado adelante esta hermosa teoría podemos formarnos, convenientemente, y apelar a este concepto de “responsabilidad” en el encuentro con los otros.
En ese encuentro se manifiesta, perfectamente, nuestra “auto trascendencia”. Pero creemos que esto no es suficiente. Para explicar brevemente nuestro pensamiento apelemos a una definición del Dr. Roberto Almada, realizada ya hace mucho tiempo y compartida en varias presentaciones:
"La trascendentalidad reciproca entre dos o mas personas (comunidad) es de mayor valor que la trascendentalidad de un solo hombre hacia el mundo de las cosas, de las tareas, o el servicio a los otros, que tiene su sentido en preparacion a la primera"
El hombre como persona trascendente es la materia prima para construir la comunidad de trascendencia reciproca. Nada sucede en la actividad humana sin los otros, los grupos. Desde una posición menos humanista y más práctica, decían s on GregoryBateson y Paul Watzlawick desde la Escuela de Palo Alto: “Los grupos son inevitables” y “Nadie puede no pertenecer”.
Tal vez nos complemente estos conceptos aquello afirmado por Theillard de Chardin cuando habló de los tres saltos evolutivos del hombre: 1) De la materia inorgánica a la vida; 2) de la vida a la consciencia individual del hombre; y 3) de la consciencia individual del hombre a la consciencia comunitaria.
Como muchos han de saber, me he ocupado de ese tema desde hace años y lo he discutido con Frankl en ocasión del Congreso de Logoterapia de Venezuela en 1985. Allí le expuse al Maestro mis consideraciones sobre la posibilidad de facilitar por el procedimiento grupal la autotrascendencia, aspecto teórico que él rechazaba hasta allí porque no estaba de acuerdo con las actividades que él consideraba catárticas de los grupos ni estaba seguro que se pudiera facilitar esa autotrascendencia en ellos.
La conversación fue muy productiva para mi. Frankl aceptó mis conceptos sobre el grupo y firmó el artículo publicado en Estados Unidos para aquel entonces como prueba de su aceptación de conceptos. Y sencillamente la novedad estaba en la "trascendencia recíproca", expresado en otros términos.
Pero no es el lugar éste para analizar este concepto “in extenso”. Les remito a la publicación de mi libro “Logoterapia grupal. Autotrascendencia recíproca. Fundamentación y práctica” (Amazon) donde recojo experiencia personal y fundamentación teórica sobre el tema.
Una rápida consulta al interesante Diccionario de Logoterapia de Guberman y Pérez Soto, buscando en el concepto de Trascendencia afirman: "Capacidad del sujeto de valorar las circunstancias actuales y traspasar sus límites, encontrando el sentido último de ellos en Dios. Por lo tanto, la trascendencia estará implícita cada vez que lleguemos a los límites del conocimiento (ciencia), y cada vez que nos topemos con las situaciones límites".
Muchos fueron los temas que tratamos con el Dr. Roberto Almada, hace unos años, cuando me visitó en mi residencia de A Coruña. Pasamos varios días magníficos (no solamente conversando) y allí Roberto insistió en que creía que las raíces estoicas y kantianas de Frankl pueden haberlo llevado a pensar en una autotrascendencia centrada en la persona que se auto trasciende. Y de alli puede nacer una moral basada en la "virtud" o en el esfuerzo personal. Tal el inicio de la vida etica, pero... Almada considera que el horizonte de la autotrascendencia puede irse ampliando hacia el espacio grupal, tal como lo hemos considerado en nuestras experiencias de años en el ejercicio de la Psicoterapia Grupal. Se amplía el concepto de “autotrascendencia” al de “autotrascendencia recíproca” al centrarnos en la relación de encuentro. Un especial encuentro en el Yo-Tu.
Entre risas decía Almada:”Por eso no me asusta la perplejidad del maestro cuando le hablan de grupos... No solo tenía el mal ejemplo de los grupos de desahogo emotivo, sino que centraba su pensamiento en el ser ético y personal. Si bastara esto para cambiar el mundo! Pero podríamos, cargados como enanos en sus espaldas, pensar un ser ético comunitario. Creo que la clave está en la reciprocidad. La tarea realizada nos puede dar un feed back, una satisfacción ética existencial pero la auto trascendecia dirigida a otra persona puede devolvernos autotrascendencia dirigida a nosotros, autotrascendencia que siendo recíproca genera un espacio de comunión que es pienso, más que una gratificación específica del mundo del ser humano”. (Comunicación personal del Dr. Roberto Almada)
Es indudable (y así lo sostuve en varias oportunidades) que la Logoterapia debe "degurificarse" (término usado por el Dr. Frankl). Esto quiere decir: Frankl dejó su importantísimo legado. Ahora cabe seguir adelante aportando nuevas ideas, investigaciones y comunicaciones sobre prácticas profesionales. Lo decía el Maestro: “Yo dejé sentadas las bases de la Logoterapia. La Logoterapia es una teoría en “construcción” y es “responsabilidad” de las generaciones futura el desarrollar y terminar de construir esa teoría”. (en el discurso en la Memorabilia Library, E.U.). Otra vez el concepto de “responsabilidad”. Ahora sabemos a que nos enfrentamos cuando aceptamos ese reto.
Conviene, entonces, reafirmar lo que Frankl tanto predicó y que apoyamos siempre desde las organizaciones logoterapéuticas y desde la profesión: existe una formación y una práctica del "Análisis existencial" y de la "Logoterapia", profesionalmente definida y un acercamiento a la "logo actitud" abierta a todas las personas. (Frankl: en El Hombre Doliente, pág. 210) "Eso que nosotros hemos denominado logoterapia pretende introducir el logo en la psicoterapia y eso que nosotros hemos denominado análisis existencial pretende introducir la existencia en la psicoterapia. La reflexión psicoterapéutica sobre el logos equivale a la reflexión sobre el sentido y sobre los valores. La reflexión psicoterapéutica acerca de la existencia supone reflexión sobre la libertad y la responsabilidad."
Ambos, el análisis existencial y la logoteapia constituyen una psicoterapia.
Frankl, siempre lúcido e inteligentísimo, aclara más adelante: "Pueden surgir, sin embargo, algunos malentendidos en relación con la logoterapia y el análisis existencial". Y luego concluye: "...la logoterapia como investigación contrasta a nivel heurístico, y como doctrina a nivel didáctico, con la psicoterapia tradicional, con la psicoterapia en sentido estricto, pero no está destinada a sustituirla. (en negrita en el original) No es posible sustituir la psicoterapia por la logoterapia, pero es necesario complementar la psicoterapia con la logoterapia".
La meta de la psicoterapia analítico-existencial es poder ayudar al consultante a vivir con autoaprobación (autenticidad). Como psicoterapia fenomenológica personal, el trabajo está dirigido hacia una vivencia libre (espiritual y emocional), hacia tomas de posición auténticas y hacia una relación auto responsable con la vida (propia) y el mundo. Autotrascendencia personal y autotrascendencia recíproca, decimos.
Para realizar ese camino de “autotrascendencia recíproca” contamos con algo muy importante: los valores. Nos podemos referir a ellos, sintéticamente, ya que la bibliografía que sustenta su análisis es muy grande e importante.
Los tres caminos de “sentido” como posibilidad de construir “comunidad” parten desde “los valores”. Éstos nos preparan, ciertamente, para la reciprocidad.
Valores creativos (para ayudar a transformar el mundo): Homo faber, el hombre que trabaja y construye.
Valores vivenciales (para el gozo de la “belleza”) Homo contemplativo, el que acoge algo del mundo.
Valores de actitud (aceptación en el destino adverso) Homo patiens, el que sabe como transformar el sufrimiento en sentido de vida.
Salgamos al encuentro del otro, con responsabilidad y sentido, ejerciendo nuestra libertad que tendrá el límite que nos presente ese otro. Una libertad que, por cierto, se ejerce contemplando tres aspectos fundamentales que la constituyen: la elección, la decisión y la responsabilidad.
Tanto si me dirijo al otro con amor como con odio debo considerar que mi acción libre tendrá que expresarse en esos tres aspectos. Un ejemplo sencillo: yo puedo “elegir” pegarle a otro. Luego tengo que “decidirme” a hacerlo. Y una vez realizado el acto, debo “responsabilizarme” por mi acción.
Seguiremos desarrollando este interesante tema.