Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña - Galicia - España
Un famoso neurólogo, psiquiatra y psicoterapeuta vienés del
S.XX, Viktor E. Frankl (1905 – 1992) nos dice que el hombre de hoy carece de
instintos que le digan lo que tiene que hacer, contrariamente a los hombres del
pasado que conservaban tradiciones y regulaciones éticas que le indicaban lo
que debía ser. Al no saber lo que tiene que hacer puede caer en la tentación de
hacer lo que los demás hacen o desean (conformismo) o hacer lo que los demás
imponen (totalitarismo). Un tercer riesgo es desarrollar lo que el autor llamó
“neurosis noógenas”.
Diferenciar esta “neurosis noógena” de la neurosis en
sentido estricto se hace necesario porque los conflictos que desarrolla son
conflictos de conciencia, colisión con los valores e intensa frustración
existencial.
Aquí debemos preguntarnos si podemos hoy ayudar al Hombre
existencialmente frustrado a encontrar un sentido en su vida. Muchas personas
piensan que tal vez es tarde para esta tarea en un mundo totalmente
globalizado, en crisis y vacio existencialmente. Creemos que no.
Las
presiones económicas, la recesión, la
pobreza estructural y la crisis generalizada golpean a la sociedad sin
horizontes claros de reacción. Solamente una perspectiva
"holística" y no "globalizante" permitirá descubrir sus
verdaderas necesidades y proveer al desarrollo de su condición esencial: Ser Persona. La
clave para evitar la caida en el vacío existencial, la profusión de adicciones,
el aumento de las enfermedades de todo tipo y las guerras es la solidaridad.
Afirmamos que cada persona es única e irrepetible, libre y responsable para
decidir sobre su futuro y sobre su autotrascendencia.
Para
responder a las preguntas que las personas le formulan frente a la creciente
frustración existencial provocada por nuestra sociedad consumista, exitista,
competitiva y carente de oportunidades (especialmente en el ámbito del trabajo)
se ha desarrollado, en el mundo entero y en especial en Argentina y toda
Latinoamérica, la Logoterapia creada por el Dr. Viktor E. Frankl. En esta
dimensión de fenómenos auténticamente humanos es en el que se muestra,
dramáticamente, la frustración existencial y el cada vez mas difundido “vacío
existencial”, que tan maravillosamente describiera su creador.
Nos
decía Frankl que esta frustración existencial no es manifiesta sino latente. El
vacío existencial permanece larvado y se muestra con varias máscaras. Una de
ellas es la depresión. No aquella reactiva al sufrimiento, la carencia de
alimento para los hijos o a la pérdida de un ser querido. La depresión por la
conciencia de una vida sin sentido. Aquella depresión “de los ejecutivos, ricos
o poderosos” que aún arrojados a la intensa actividad social, cultural o
deportiva, reprimen su “voluntad de sentido” por una “voluntad de poder y
dinero”. La frustración existencial no es patógena en muchas personas pero es
muy posible que pueda llegar a serlo y desembocar en neurosis si no se mantiene
la meta de un sentido de vida autotrascendente.
Para
evitar la enfermedad el Logoterapeuta debe ser conciente y hacer conciente en
el paciente que ahora mas que nunca, en este momento de crisis social, la vida
del hombre común y también la del hombre que sufre, sigue teniendo sentido A
PESAR DE TODO.
“¿Qué derecho tenemos para atrevernos a decir
que la vida nunca deja de tener un sentido para todos y cada uno? Lo afirmamos desde la convicción de que el
hombre es capaz de transformar en servicio cualquier situación que, humanamente
considerada, no tiene ninguna salida. (Frankl)”.
El desafío es
construir un sistema en el que la solidaridad sea el centro. Prever los
problemas psicopatológicos derivados de sentimientos profundos de soledad
provocados por esta sociedad globalizada, vigilar la aparición de
comportamientos alterados que modifican e impiden esa plenitud de vida, encarar
las sutiles y a veces brutales circunstancias en las que se altera la
convivencia familiar y contribuir al bienestar de nuestros niños y mayores, es
el desafío de la hora.
El hombre común, sin la necesidad de ningún estudio sistemático, vivencia
esta naturaleza espiritual de su ser Persona. Vivencia esta angustia por su
finitud y se esfuerza en su autotrascendencia. No se le escapa que su vida vale
la pena vivirla, plenamente. Y se esfuerza para encontrarle sentido a pesar de
las circunstancias que, inevitablemente, lo rodean y frustran muchos de sus
proyectos.
En muchas oportunidades encuentra ese sentido a pesar del sufrimiento que
le produce el dolor por la pérdida de un hijo, el dolor físico de una
enfermedad o trauma, la carencia de un empleo o una casa, o la necesidad de
enfrentar catástrofes naturales.
Si el Hombre es capaz de esto y mucho mas, ¿porqué llega hasta un
psicoterapeuta en busca de ayuda? Algunos porque se encuentran en una profunda
crisis frente a estos avatares de la existencia. Otros porque reconocen que
padecen síntomas desagradables, penosos, indeseables, que amenazan la
tranquilidad de su existencia. Aquellos porque no han podido superar estos
trances y dirigir su dolor hacia algo o hacia alguien a quien amar, cayendo en
la angustiosa sensación de la carencia de sentido.
Todos buscan la “cura”, el cuidado de un otro. Ese “otro” puede ser
hermano, amigo, hijo o compañero. Muchas veces esta compañía es el verdadero
trampolín que los coloca, nuevamente, en la senda del sentido. Aceptan la transitoriedad de la existencia,
superan el sufrimiento y recobran la esperanza.
Cuando esto no es posible recurren a un profesional en busca de la
“cura”. Según de que “cura” se trate consultan a un médico, un psicólogo, un
psicopedagogo o un religioso. Cualquiera de estos profesionales es la persona
que “impulsada por su eros terapéutico, aprovecha su preparación técnica para
cuidar a sus semejantes, como prójimos, cuando lo necesitan o están enfermos”.
Quienes nos dedicamos a esta profesión, y en especial los Logoterapeutas,
aceptamos y reconocemos nuestra “Misión” como aquella destinada a colocarnos al
servicio del otro para ayudarlo a mejorar sus “dolencias” cuando éstas lo
agobian, librarlo de su angustia cuando el daño es positivo y facilitar su
reencuentro con el sentido, a pesar de todo y contando con los valores de su
propia existencia.
Hemos desarrollado estos
conceptos porque creemos, firmemente, en los beneficios de la prevención. Discutir
sobre estos temas facilita la comprensión y la toma responsable de decisiones
con respecto al sentido de vida de cada persona.
Dr.
José Martínez-Romero Gandos
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