Dr. José Martínez-Romero Gandos
Centro Sentido Galicia
A Coruña – Galicia – España
Noviembre de 2016
Publicado en la Revista Peruana de Psicología y
Trabajo Social
Vol. 5 Nº 1 – Enero/julio 2016
Resumen:
Partiendo del mito de Perseo
introduciremos el relato de una
psicoterapia basada en los fundamentos de la Psicología Existencial presentando
un joven que padece alucinaciones auditivas por consumo de drogas (psicosis
post-traumática). Describimos su lucha por no verse doblegado por las voces que
lo acosan y lo acusan. Centramos el tratamiento en el encuentro con el
terapeuta y desarrollamos una relación positiva paciente-síntoma, con mayor
tolerancia de la experiencia psicótica y la búsqueda de una mejor calidad de
vida. Proponemos conseguir una nueva “relación” con esas voces desde la
perspectiva de una autovaloración y dirigirlo hacia aquello que más valora
desde su conciencia atribuyéndole una nueva dimensión. Nos basamos en la
Psicoterapia Existencial incorporando a las sesiones títeres de mano.
Palabras clave:
Psicoterapia Existencial – Alucinaciones auditivas – Títeres – Proceso de
cambio –
Summary:
Greek mythology through the myth of
Perseus will allow us to enter the story of a psychotherapy based on the
Existential Psychology in the case of a young man who suffers from auditory
hallucinations by drug abuse that produced a post-traumatic psychosis. We
describe this being-in-the-world struggling to not be bent by the voices that
haunt him and accuse him. The treatment
is focused on establishing an encounter with the therapist and to
develop a positive relationship between patient and symptom (voices), with
increased tolerance of psychotic experience. The main purpose will be to get a
new "relationship" with those voices and direct it towards what is
more apreciated by him. Psychotherapeutic practice corresponds to the
Existential Psychotherapy and we use hand puppets.
Keywords: Existential
Psychotherapy - Auditory hallucinations - Puppets - Change Process -
Palavras-chave:
Psicoterapia existencial. Alucinações audíveis. Marionetes. Processo de
mudança.
Según
la mitología griega, la vida de Perseo fue un tormento desde su nacimiento. Su
padre, el Dios Zeus, embarazó a su madre la mortal Dánae. Expulsados madre e
hijo de Argos arriban a la isla de Sérifos. El Rey de esta isla pretende a
Danae y pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo para sus planes,
intentó librarse de él fingiendo entregar a su hija en matrimonio y exigiendo
un regalo extraordinario: la cabeza de la Medusa, una de las tres Gorgonas con
poderes para convertir en piedra a quien mirase a sus ojos. Para cumplir partió
Perseo, guiado por los dioses Atenea y Hermes en busca de las grayas,
hermanas de las gorgonas. Las grayas eran tres ancianas que sólo tenían un ojo
y un diente para las tres, y se los iban pasando una a otra. Perseo les
arrebató el ojo y el diente, y, a cambio de devolvérselos, las obligó a
confesar dónde vivían las hespérides, pues Atenea le había dicho que ellas le
darían armas para vencer a la gorgona.
Perseo
logró cortar la cabeza de la Medusa porque entró en las entrañas de la tierra
pertrechado por el zurrón mágico que le regalaron las ninfas y que podría
contener la cabeza cortada sin peligro, con unas sandalias aladas que le dio
Hermes, la hoz de Zeus y el casco de Hades, que lo hacía invisible, guiado en
su camino por Atenea quien le había prestado un escudo de bronce muy bruñido,
usado por él como espejo para no mirar directamente a los ojos de la Gorgona.
Esta pequeña referencia a la
mitología griega nos permitirá introducirnos en el relato de una psicoterapia
basada en los fundamentos y prácticas de la Psicología Existencial. Nuestro
paciente, al que llamaremos Perseo, por razones obvias de secreto profesional,
padece de alucinaciones auditivas atribuidas, en principio, al consumo abusivo
de drogas que produjo una psicosis post-traumática.
Originalmente las voces que
escuchaba en su interior eran de dos mujeres y ocasionalmente un hombre.
Tratado psiquiátricamente con fuerte medicación no obtenía mejora y manifestaba
angustia permanente que invalidaba lo poco que podía realizar cotidianamente.
Su psiquiatra le recomienda que realice un tratamiento psicológico simultáneo.
Como el semidios, parte en busca de
solución a su angustia. Como las grayas, los profesionales de la psicología
consultados derivan el paciente a uno u otro colega porque no encuentran alivio
a sus síntomas y llega a nuestra consulta en ese camino de búsqueda. Al
comienzo se muestra exigente porque, dice, le habían asegurado que con un
tratamiento psicoterapéutico encontraría la forma de vencer a las voces y
calmarse.
Describamos a este terrenal
ser-en-el-mundo, a este da-sein que lucha por no verse doblegado,
definitivamente, por las voces que lo acosan y lo acusan.
Nuestro paciente, Perseo, tiene 29
años en el momento de la primera consulta. Es soltero y posee estudios
universitarios superiores (Ingeniería). Maneja varios idiomas. Vive con sus
padres no teniendo ocupación laboral actual. En un pasado reciente trabajó en
una gran empresa que prescinde, luego, de personal por razones de
racionalización de tareas.
El episodio psicótico sucede hace 7
años mientras residía en un país del norte de Europa. Allí su vida no era
ordenada. Consumía marihuana, anfetaminas y cocaína. Esporádicamente LSD.
Estudiando en la capital de su país de origen convivió con una mujer 6 meses.
En su residencia en el país del norte tuvo “amistad especial” con otra mujer,
sin residir con ella. Serán, luego, importantes en relación a los contenidos de
las voces.
Está medicado por su Psiquiatra de
cabecera (consulta una vez por mes) con Olanzapina 2,5 mg. ), 7,5 mg. al día,
con Risperdal 3 mg., 4,5 mg. al día (antipsicótico indicado para delirios), con
Aquinetón 2 mg., 6 mg. al día (anticolinérgico-antiparkinsoniano) y con Zyprexa
Velotab (olanzapina) 10 mg. (antipsicótco indicado en esquizofrenias y episodios
maníacos).
Escucha voces críticas en su
interior, con voz de mujer. El contenido verbal de las alucinaciones es nítido,
constante y se dirigen a la recriminación sobre varios asuntos que le afectan
en su autoestima: “maricón”, “no sirves para nada”, “no sabes “ligar” con
mujeres”, “eres un idiota”. Las voces pueden aparecer en cualquier momento,
especialmente cuando tiene que enfrentar una situación determinada (búsqueda de
empleo, entrevistas, salidas nocturnas o si se divierte con amigos). No hubo
ningún período de remisión.
En la primera sesión establezco una
entrevista semi-abierta centrada en establecer el rapport positivo que no
encontró en anteriores encuentros psicoterapéuticos. Se expresa correctamente y
responde sin evasivas a preguntas, centrando su relato en los sentimientos y
angustias que le provocan las voces: “Me tienen maniatado”, “Si me rebelo,
ellas me atacan”. “Me coartan el derecho a hacer lo que quiera”. “Son muy
molestas”. Hacia el final de la entrevista manifiesta su angustia por no poder
eliminar las voces y pregunta, insistentemente, en saber si hay alguna solución
al respecto.
En esta y en las dos siguientes
entrevistas centro la comunicación en el encuentro psicoterapéutico y en la
posibilidad de desarrollar una relación positiva paciente-sintoma, con mayor
tolerancia de la experiencia psicótica, la confianza en el efecto de la
medicación y el logro de una mejor
calidad de vida. Insisto en la necesidad de conseguir una nueva relación con “las
voces”, permitiendo una nueva atribución para ellas. Esta es la clave del
esquema terapéutico: proponer objetivos basados en la comprensión del daño
cerebral ocasionado por el consumo de drogas, los motivos y fuentes de
aparición del brote psicótico y el análisis de su existencia para flexibilizar
la disfunción.
El objetivo le queda claro y es
aceptado: Cambiar el significado de las voces y no pretender eliminarlas,
disminuyendo el malestar emocional que provocan. Al igual que cualquier otro
tratamiento en el que se facilita el aprendizaje de la relación con los otros,
aprender nuevas formas de relación con las voces, sus “otros” internos.
La alteración neuropsicológica que
produce la aparición de las voces de una forma casi constante impide el
análisis de sus propias acciones y modo de vida relacionado con el antes, el
durante y el después del episodio central, no permitiendo el reconocimiento de
sucesos relacionados con su existencia.
Las voces de mujer son identificadas
por Perseo como pertenecientes, la más insistente, a su amiga del país del
norte y la otra, esporádica, a su compañera sentimental de los años de
estudiante. Más adelante, en una sesión, manifiesta que apareció la voz de un
hombre, amigo personal, que bromeaba acerca de las mujeres de sus voces. Esto
fue ocasional y relacionado por mí como parte del análisis desarrollado en las
sesiones de psicoterapia.
En el transcurso de estas primeras
sesiones planteo la posibilidad de exponer verbalmente y con ayuda
psicoterapéutica los contenidos temidos. Le pido realizar dibujos de las
mujeres y comienzo a usarlos como una personalización de lo representado. Le
muestro los dibujos y hablo repitiendo frases pertenecientes a cada una de
ellas que recogiera en las sesiones anteriores. Esto le angustia y trabajamos
esos sentimientos. Esta será una aproximación a la verdadera técnica a emplear
en el futuro del tratamiento.
Para permitir el estudio de las actitudes del
sujeto frente a situaciones límites de sufrimiento inevitable como son las
alucinaciones auditivas, aplicamos el Logo-Test de Elisabeth Lukas. Obtiene un
puntaje de 16 que nos habla de un logro interior de sentido medio (ni bueno, ni
malo) manifestando respuestas que lo ubican en el área que la autora identifica
como “caso abierto”, existencialmente ni protegido ni amenazado. En la
descripción para el test de su propio caso afirma: “Me he esforzado en
conseguir una buena preparación académica, un trabajo, una novia y una casa
donde vivir. De momento la cosa no pinta todo lo bien que a mi me gustaría, ya
que solo he conseguido una buena preparación, el resto todavía está en el aire…
Me siento ante tal situación un poco frustrado aunque a veces creo que debo
hacer algo mejor para lograrlo”.
Noblejas de la Flor realizó en 1995
un estudio sobre población con problemas de drogadicción que se sometía a un
programa terapéutico educativo. En ese estudio pudieron detectar la mejora
general de sentido, la frustración existencial y las metas una vez incorporados
con éxito a ambientes normalizados, especialmente al volver a sus ocupaciones y
vida habitual. En ese trabajo nos relata que “Es interesante también destacar que el balance
existencial, tras mejorar, pasa a ser al final del programa incluso mejor que
la población "normal". Esto puede estar ligado a un trabajo de mejor
comprensión y resignificación de la propia vida.”
En
la tradición psiquiátrica se describe, semiológicamente, a las alucinaciones
auditivas acústicoverbales como voces
claramente localizadas en el espacio, con un timbre y una nitidez inexcusable,
pudiendo proferir injurias o describir situaciones que encara el sujeto
alucinado, que es lo que sucede con nuestro sujeto analizado. El
diccionario de Psicología de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA)
define la alucinación como
“una falsa percepción sensorial que tiene un total sentido de realidad
a pesar de la ausencia de un estímulo externo”.
Recordemos que toda
agresión tóxica al organismo puede provocar una reacción encefalítica
acompañada de transtornos psíquicos que en la fase aguda adquieren el aspecto
de transtornos de la conciencia, con confusión mental y en la fase crónica sus
secuelas derivan en transtornos neuróticos y caracteriales.
La
presencia de alucinaciones considerada efecto directo del consumo de sustancias
tóxicas puede permitirnos un diagnóstico de “Psicosis paranoica-alucinógena inducida por drogas”. Pero nos aparta de
este criterio saber que el sujeto es conciente de que las alucinaciones son
provocadas por esas sustancias. La alteración no se explica mejor por la
presencia de un transtorno psicótico previo pues, en este caso, no podemos
describir conductas previas a los episodios principales. El juicio de realidad
permanece intacto en el sujeto por lo que sugiere la posibilidad de diagnóstico
de intoxicación y no de psicosis. En tal caso, al permanecer las alucinaciones
largo tiempo después de haber usado las sustancias tóxicas podemos hablar de un
“trastorno perceptivo persistente por alucinógenos”. Como los datos previos no
son suficientes para determinar si los síntomas son producidos por determinadas
sustancias, o si son síntomas primarios podremos quedarnos con la descripción
de un “trastorno psicótico no especificado”.
Seguimos,
a partir de aquí, a L. Binswanger cuando en su ensayo “Las tres formas de la
existencia frustrada” nos coloca en el camino de la comprensión
analítico-existencial de las formas de existencia esquizofrénicas y del proceso
de éstas.
Continúa describiendo el objetivo de su trabajo y lo ubica en el marco de las
teorías de Heidegger, dejando establecido que “la analítica de la existencia
solamente constituye el fundamento y suelo ontológicos” y que
no juzgará los síntomas psicóticos como mórbidos sino “como la expresión de la
frustración y el malograrse de la existencia humana”.
Esta
realización del ser humano o su fracaso la refiere y fundamenta en autores
clásicos, especialmente Heidegger y Kierkegaard, subrayando de éste último la
teoría de “la posibilidad” como la más difícil de todas las categorías: la
posibilidad de ser libre para el más auténtico poder-ser no siempre asumido
desde una autenticidad y proclive a caer en el extravío o en el desconocimiento
de la cualidad de la propia existencia.
Nos
guía Binswanger para que asumamos que como Psicoterapeutas debemos ubicarnos,
en este y en otros casos, en “el terreno de la experiencia
analítico-existencial-fenomenológica, a partir de la mera descripción de las
impresiones que estas formas de la existencia despiertan en el otro – en el
co-existente -, y desde la vaga esfera de los significados de las palabras usualmente
empleadas para referirse a estas impresiones”.
Estas
afirmaciones y otras nos llevaron, ya en la primera entrevista, a captar el
sufrimiento del consultante y abrirnos a la posibilidad de ayudar a la
reducción de ese sufrimiento consiguiendo “que el enfermo pueda “ver” cómo está
organizada la estructura total de la existencia humana o ser-en-el-mundo, y en
qué punto de esa estructura se ha extraviado. Esto quiere decir rescatarlo de
la exaltación y volver a ponerlo “sobre la tierra”, único lugar desde donde es
posible una salida y una nueva subida”.
Consideramos,
entonces, la posibilidad de contar con todos los datos posibles en relación a
la aparición de las voces pero centrándonos en analizar su existencia para
colocarnos en ese punto de “salida” y comenzar una nueva forma de enfrentar la
influencia de ellas. Viene en nuestra ayuda para apoyar este propósito el Dr.
Viktor E. Frankl cuando en su libro “The unheard cry for meaning. Psychotherapy and Humanism” dice “Anyway, a psychosis
is a matter of the bodily system’s biochemistry. However, what the patient
makes of his psychosis is entirely the property of his human personality. The
psychosis that afflicts him is biochemical, but how he reacts to it, what he
invests in it, the content with which he fills it – all this is his personal
creation, is the human work into which he has molded his suffering. It is the
way he has restored this suffering with meaning.” Y en esta linea avanzaremos con el tratamiento
psicológico.
Según Alfried Längle, cuando analiza
las herramientas que ofrece la Analítica Existencial y la Logoterapia,
para poder tener el encuentro con los
otros es importante la toma de relación con mi conciencia, el oir la voz de la
conciencia y otorgarle la “autoridad natural” porque es “eso que es capaz de
producir algo”. Continúa explicando que esa conciencia me fortalece, me pone de
pié en la medida que puedo estar apoyado en mí mismo. Cuando esto se produce me
identifico conmigo mismo y adquiero solidez. Pero la raíz más profunda de esta
consideración del sí mismo tiene estrecha relación con mi autovaloración. Las
preguntas aparecen rápidamente y me llevan a considerar una actitud personal
sobre mí mismo, aquello que en mí comienza a hablar, lo más genuino, lo que
aprecio y lo que valoro. Es la “conciencia” que habla conmigo. Pero esta es una
magnitud que los otros no podemos valorar en la Persona, es un aspecto
insondable del otro. Es lo que Jaspers nos deja como indicación: “El hombre es
más de lo que él sabe de sí mismo”.
Ubiquémonos en la relación que
Perseo, nuestro paciente, tiene con esa conciencia que él siente le habla (a
veces con voz de mujer, otras pocas con voz de hombre) y lo denigra, una y otra
vez, llamándolo “inútil, cállate, maricón, no sirves para nada”. El paciente
nos dice: “Me tienen maniatado. Si me revelo, ellas me atacan. Me coartan el
derecho a decir lo que yo quiera”.
Consideramos, entonces, un
tratamiento psicológico centrado en establecer un encuentro positivo con el
terapeuta y desarrollar una relación positiva paciente-síntoma (voces), con
mayor tolerancia de la experiencia psicótica y la búsqueda de una mejor calidad
de vida. Conseguir una nueva “relación” con esas voces desde la perspectiva de
una autovaloración y dirigirlo hacia aquello que más aprecia, que más valora
desde su conciencia para permitir que le atribuya una nueva dimensión, es el
propósito fundamental. Nos basamos en la explicación y en la comprensión por
parte de Perseo de las posibles fuentes de aparición y de los posibles alcances
del daño cerebral provocado por el consumo de drogas.
Simplemente todo consiste en
analizar las creencias personales para flexibilizar la disfunción. Y en este
camino tratamos de incluir la posibilidad de exponer imágenes de contenidos
temidos, cambiar el significado de las voces y no insistir en eliminarlas para
el logro de una disminución del malestar emocional y los inconvenientes en la
relación del paciente con el mundo.
De igual forma que los tratamientos
psicológicos ayudan a relacionarse con los otros y con el mundo de una forma
diferente así propusimos trabajar para aprender nueva forma de relación con las
voces. Es imprescindible, entonces, una consideración y mejora de la
autovaloración.
La mirada del otro, en este caso del
Psicoterapeuta, mostrará el interés por la Persona como existente y le hará
sentir la pregunta fundamental: “¿Quién eres tú”. Con esto comenzará el
Análisis Existencial. Iremos observando y compartiendo como recibe, como asume
este “desafío” de ser “él mismo”. Un proceso para la toma de posición sobre su
existencia como totalidad. No limitarnos a conseguir que sea aceptado en su
relación con los otros sino que abandone una pasividad hasta ese momento
obligada por las voces y que dé pasos fundamentales para la afirmación de su
existencia como auténtica.
No será suficiente que los otros
participen del encuentro y aprecien sus valores porque lo convertiría en
dependiente de los otros como hasta ese presente era dependiente de las voces.
Lo importante es que dé pasos para reconocer el valor de “lo que soy
verdaderamente”. Cualquier persona que no reconozca su propio valor puede
desarrollar trastornos de personalidad. Será un trabajo arduo para analizar
todo lo relacionado con una imagen propia de inmadurez.
El Dr. Längle usó en el Seminario
citado
un interesante simil con la construcción de una casa: Asumir equivale al
material bruto de la casa, paredes, techo, piso, protecciones. Es la condición
fáctica para poder habitar. Luego, el paso siguiente de ser yo quien afirme los
pasos necesarios para definir mi vida, equivalente a las instalaciones de la
casa. Luego toca arreglar la casa según un estilo personal para poder decir
“esta es mi casa”. Pero resta saber “para quien es la casa”, quienes son los
otros que la habitarán o la visitarán. Y si no la habito ni yo mismo estamos
frente a la consideración clásica de alienación.
Cuando
intentamos transmitir a Perseo cuál es nuestra intención terapéutica
preguntamos: “¿Quién eres tú, verdaderamente? ¿Qué valor tienen esas voces en
tu camino de búsqueda de la autenticidad? ¿Cómo te relacionarás con en el mundo
y con los otros?. Heidegger nos ayuda teóricamente cuando nos describe “el
construir, el habitar, el pensar”.
Opina que el mundo
occidental se ha habituado a considerar la esencia de las cosas de un modo
demasiado pobre cuya consecuencia es que la “cosa” es representada como un
“ignotum X” afectado por propiedades perceptibles. Desde esta perspectiva la
esencia de las cosas es introducida como un aditamento producido “a posteriori”
por la interpretación. Opina y describe como debemos “construir” puentes que
nos permitan “hacer sitio” para “construir” en nuevos lugares por medio del
ensamblaje de nuevos lugares con los viejos espacios.
Espacios
existenciales franqueados por el encuentro con los otros a partir de un nuevo
camino que parte de “fronteras” (para Heidegger la frontera no es aquello en lo
que termina algo, sino, como sabían ya los griegos, aquello a partir de donde
algo comienza a ser lo que es , comienza su esencia).
Establecer, entonces, un puente que salte las fronteras y abra a nuevos
espacios donde es posible elaborar proyectos y “construir” algo distinto,
instituyéndolos y ensamblándolos. Este construir no se produce de un modo
inmediato ni mediato. Limitando con un lenguaje críptico Heidegger nos dice:
“De la simplicidad en la que tierra y cielo, los divinos y los mortales se
pertenecen mutuamente, recibe el construir la indicación para su erigir lugares.” (en negrita en el
original)
En el transcurso de la relación
terapéutica hemos construido puentes para alcanzar esos nuevos espacios
existenciales de proyección de futuro aún con la presencia constante de las
voces. Como dijimos, en el encuentro psicoterapéutico basado en postulados de
la Analítica Existencial entendemos se produce el proceso de “escuchar,
detenerse, comprender y luego hablar”.
En el libro “Gadamer’s Hermeneutics and the art of conversation”
se señala que el lenguaje no pertenece, necesariamente, a la esencia de la
existencia humana. Así, la conversación tampoco pertenece a esa esfera.
Pensamos en un “terapeuta” que no se ubique por encima de los demás, que no
pretenda solamente interpretar, esclarecer o traducir sino que esté a su
servicio. Estamos al servicio del otro para acompañarlo en el camino hacia
su plenitud.
En el despliegue de la existencia
mundana cada hombre se enfrenta con la soledad de su proyecto, una tarea
formidable que intenta superar la angustia por la finitud de su propia empresa.
Cada uno es único e irrepetible frente a este proyecto. Y la tarea se presenta
como una lucha constante por sostener el sentido de vida. Ante la constante
presencia de las voces, oscuridad del sentido de vida. Objetivamente, las voces
son producto de una lesión neurológica. Frente a la oscuridad que presenta la
persona para la captación de ese sentido, el signo intenta la universalización
de lo que al saber objetivo le está vedado reseñar. Se establecen, así,
conciliaciones posibles entre la vivencia subjetiva y la interpretación de los
signos que ésta persona produce, de los cuales el lenguaje es uno de los
principales.
Perseo siente que las voces existen
y cobran realidad en su interior. Le hablan y su lenguaje es soez o
tranquilizador. Deseamos ayudar a la comprensión de todo el proceso. Pero el
lenguaje de las voces parece objetivarse. Para continuar con sus proyectos de
vida es necesario aceptar la existencia de las voces pero impedir que perturben
su desarrollo. Están allí y funcionan como un espejo reflectante de viejos
sentimientos personales. La lucha no tiene que ser “contra” sino neutralizante.
No es fácil.
Para encarar este proceso de
verdadera rehabilitación existencial en el encuentro psicoterapéutico incluimos
una técnica utilizada desde siempre para el encuentro lúdico entre niños y
adultos: los títeres de mano. Como
preparación, en una sesión comenzamos con el dibujo de los personajes de las
alucinaciones auditivas y luego tratamos que reprodujera sus dichos a la vista
de los dibujos, expresiones proyectivas de su interior conflictuado. Repitió lo
que ya había dicho en entrevistas anteriores pero sin mostrar emociones ni
mucho interés.
Varias sesiones más tarde y previo
aviso de la introducción de una técnica diferente solicitamos que repitiera las
frases de las voces e introdujimos primero un títere con cabeza de mujer.
Expresó sorpresa pero se avino, rápidamente, a colocarse el títere y repetir
las frases. En un segundo momento introdujimos un títere con cabeza masculina
ya que, algunas veces, aparecían las voces de un hombre. Aquí las emociones
fueron más reprimidas y su rostro no transmitía mucho conflicto. Analizamos
todo lo sucedido insistiendo en que las voces son una producción propia y no
pertenecen al mundo exterior.
En el transcurso de las sesiones
analizamos las circunstancias de aparición de los síntomas mencionadas más
arriba,
las probables causas que los desencadenaron, si estas circunstancias fueron
permanentes o si hubo, periodos de remisión (no los hubo), si fueron siempre de
la misma intensidad o si observó alguna mejoría (no la hubo), si estas voces
fueron nítidas (si), precisas (si) y con qué significados.
Las sesiones se desarrollaron
durante 22 meses. Al comienzo una sesión de una hora cada quince días y luego
de tres meses, una vez al mes.
Al comienzo del tratamiento la
intensidad de las voces y su repetición varias veces al día impedían el
feed-back de las propias acciones, no permitiendo el reconocimiento de los
eventos privados como propios sino dirigidos por el control que ellas
establecían con sus críticas negativas. La voz masculina aparece luego de 3
meses de tratamiento, acontecimiento atribuible a la relación con el
psicoterapeuta, ya que aunque crítica lo defendía frente a las voces femeninas
agresivas.
Hacia los 5 meses de tratamiento su
mejoría le permite completar la presentación final en un Master que tenía
abandonado y que aprueba. Esta mejoría consistía en una primera aplicación de
la consigna psicoterapéutica de aceptar la existencia de las voces y procurar
enfocar la continuación de proyectos vitales: encontrar un trabajo, procurar
una relación estable con una mujer, mejorar las relaciones sociales y terminar
sus estudios de idioma alemán. En este período explica que las voces lo tratan
mejor porque “soy complaciente con ellas. Así no me molestan”. En esta etapa de
mejoría le preocupa si la medicación impedirá el normal cumplimiento de las
posibles relaciones sexuales que hace más de un año no practica.
Como una forma de prueba de su
mejoría se impone un viaje al norte de Europa “para practicar idiomas”, pero
con la secreta intención de probar si el medio social en el que pasó su peor
momento de brote psicótico post-tóxico. Supera la prueba porque centra su
actividad en el encuentro con amigos y en visitas a la naturaleza.
Las primeras voces “positivas”
aparecen a los 8 meses de tratamiento. El contenido es: “eres fuerte”,
“aguanta”, “saldrás adelante”. Las circunstancias en las que aparecen se
relacionan con los momentos en los que intenta una relación carnal o se
masturba. Aquí analizamos convenientemente la relación de estos momentos con
las voces iniciales que lo trataban de “maricón” y la sensación personal que
esta inseguridad ha desaparecido.
Hacia los 10 meses de tratamiento
sufre una recaída y aumenta el nivel agresivo de las voces. Atribuimos este
aumento a un incremento de su tensión y angustia por la falta de trabajo. Se
empeñó, muy activamente, en procura de un puesto de trabajo pero la situación
socioeconómica local no favorece el empleo. Lleva varios meses entregando
curriculum en consultoras y realiza
solamente dos entrevistas, con resultado negativo. Consulta al Psiquiatra quien
aumenta la dosis de Olanzapina, temporalmente.
Hacia el año de tratamiento las
voces retornan a los señalamientos positivos. El contenido se relaciona con su
búsqueda de empleo, la terminación del Master y la realización de un curso de
programación que considera útil para su trabajo como Ingeniero. Ahora le dicen
“eres bueno en lo tuyo”, “sigue adelante”. Para este tiempo tiene pequeñas
crisis en las que le grita a las voces “dejadme tranquilo”. Lo analizamos
positivamente en relación a nuestro trabajo de valorización y aprendizaje de
nuevas formas de relación con las voces y con los otros. Recordamos aquí la
utilización permanente de los títeres en sesión. En este período reproduce en
sesión estas recriminaciones a las voces y el ensayo de réplicas positivas por
su parte. Se plantea, asimismo, un viaje al extranjero en busca de trabajo.
El trabajo psicoterapéutico se
centra en el análisis de la existencia. Comprensión del significado de la
temporalidad y la espacialidad, la relación yo-tu y nosotros, el amor, la
esperanza y el sentido de vida. La relación con el psicoterapeuta es muy buena,
concurre puntual y alegre a las sesiones y manifiesta el interés positivo que
los temas actuales tratados le provocan. A raíz de este cambio en el contenido
de las sesiones trae un sueño muy significativo. Sueña que cae en un pozo y que
la que la mujer de la voz le tiende su mano. Tomamos este sueño como un
“desafío” en su sentido etimológico: cambiar de fe. Pasar de una alta
dependencia de las voces negativas a la conciencia de una posibilidad de
existencia plena, aún con su presencia pero en un segundo plano tras la
aceptación de las causas que llevaron a su aparición. Por primera vez relata
con pormenores, espontáneamente, los episodios que rodearon a su ingesta de
drogas y los personajes que le rodearon o con los que se rodeó previo al brote
psicótico.
Cuando se cumplen 20 meses de tratamiento,
luego de postergaciones por cuestiones económicas, decide definitivamente irse
a trabajar al extranjero. En el país de destino vive su hermano y cuñada. No
pretende depender allí de ellos y encontrar trabajo lo más pronto posible. Se
siente bien, con poca incidencia de las voces, con ausencia de ellas en
reuniones. Cree que ha mejorado durante este tiempo terapéutico y así se lo
transmite al psiquiatra quien considera la posibilidad de disminuir o casi
anular la ingesta medicamentosa. Manifiesta dudas y miedos sobre su futuro pero
acepta que son parte de la existencia y se alegra haber recuperado alegría y
esperanza en un futuro de realización personal.
Luego de 22 meses de tratamiento, 26
sesiones y muy pocas conversaciones telefónicas sobre temas puntuales, nos
encontramos en la última sesión antes de su partida al extranjero. Analizamos
el proceso terapéutico del que se manifiesta conforme y contento por su
realización. Sabemos que no es un “alta” definitiva y conversamos acerca de lo
relativo de un “fin de tratamiento”. Gratifica al terapeuta manifestando que “a
veces me tomo a risa las voces” y “si hablan mal sé que es porque no estoy bien
o vuelven dudas, inseguridades o miedos”. Le ofrezco se comunique
telefónicamente o por la web cuando lo crea conveniente, ofrecimiento que
acepta.
Parte dejando a un lado ira,
bloqueos o huidas y buscando la confianza en sí mismo y en los otros, sostén y
protección en la amistad pero no dependencia. Siente que aprendió a reconocer
sus valores y sentimientos. Que se permite ser como es, tomar distancia del
fastidio, la ansiedad o la excesiva consideración de sus voces para buscar una
relación y consideración de los otros sin anteponer su habitual nihilismo y
abandonar su “modo provisorio de existencia”.
Desde un punto de vista racional y
sobre la base de una concepción científica de la enfermedad nuestra acción
psicoterapéutica puede carecer de significación y relación directa con la mejoría
en la percepción de las voces. Puede haber un daño neurofisiológico y, por lo
tanto, no susceptible de ser modificada en el encuentro, con la palabra y a
partir de técnicas que no dejan de ser ancestrales, como el uso de máscaras o
muñecos de todo tipo.
La actuación de un psicoterapeuta y
la actitud de un paciente para encarar otras posibilidades de existencia ante
la persistencia de la aparición de voces internas puede parecer, a primera
vista, extraño, incomprensible y hasta mágico para un observador de esta
psicoterapia. Por ahora nos parece suficiente haber mostrado, conjuntamente con
un aporte de teorías existenciales sobre la concepción de la realidad del
hombre, otro modo de acercamiento al problema tratado, otro modo de concepción
de mundo, otro modo de existencia, otras formas de modificar las estructuras de
sentido. En relación a estas formas de acercamiento y su relación con el
horizonte mítico, hechos y esencias particulares del hombre que no se revelan
inmediatamente en la observación directa, pueden ser de gran utilidad a través
del mito como recurso para la intuición de las estructuras universales de
sentido.
Comenzamos la presentación de este
trabajo con una referencia a la mitología griega en la figura de Perseo. Tal
como sucediera en el relato mitológico con los dioses protectores intentamos
ofrecer al paciente las armas psicoterapéuticas que permitieran alcanzar un
objetivo razonable, de acuerdo a la gravedad del cuadro psicopatológico del
consultante. El zurrón mágico contenedor, su medicación. Las sandalias aladas,
la posibilidad de una vida futura en goce de bienestar. El casco de la
invisibilidad, la donación de una sentencia frankliana que afirma la
importancia que la vida tiene, aún en las peores circunstancias. El escudo bruñido
y usado como espejo para no ser petrificado por la Medusa, representado por la
actitud terapéutica de apelación y cura, de acompañamiento en el camino de
búsqueda y de guía con el uso de unas pocas técnicas… y mucho amor
psicoterapéutico.
BIBLIOGRAFÍA
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