Noviembre 2015.
Usted ¿Dónde vive? Convendría responder: -
“Desde que nací, en este mundo”. Diferente sería la respuesta si me preguntaran
“Usted ¿Dónde habita?”
Habitamos en un territorio pero pretendemos
ser considerados algo más que “ser ocupantes de una vivienda” o “ocupar un
sitio”. Dicen los Sociólogos de hoy en día que “edificamos y construímos
porque, previamente, habitamos”.
Nuestra morada, vivir en
una casa, habitar en un determinado espacio geográfico supone “un acto
fundacional y fundante”[1]. Es
el que “habita” un sitio el verdadero planificador, el verdadero constructor de
un espacio vital y social, imposibilitado de vivir aislado porque nadie vive
tan apartado de sí mismo y su entorno social.
El proceso de integración
del ser humano a un territorio se produce en forma de “arraigo” (asentarse,
establecerse, instalarse, fijarse a un lugar) a condición de entender este
hecho como un espacio socio-cultural total.
Decimos “yo soy porteño”,
o “soy cordobés” o “soy rosarino”, todos amparados por el mismo Estado. ¿Y si
soy “gallego”, “tano”, “turco” o “carioca”?
Interesa el arraigo, que obedece a una serie pluridimensional de
componentes que integran individuo, sociedad y cultura, conjuntamente con las
coordenadas espaciales y temporales.
“Ser porteño” (o
cualquier otra naturaleza de ser) significa la identificación del hombre con un
sitio, en un espacio-tiempo con unas características sociales determinadas y
una cultura específica. Este arraigo también depende de las estructuras
participativas, de los diferentes grupos, de las variadas organizaciones y de
todos los que se sientan involucrados, conformando lo que se ha dado en llamar
la “comunidad local”.
No es posible construir
megalópolis o polígonos sin vínculos con el entorno, con una historia del lugar
y con una sociedad determinada.
El “habitante” participa
de un marco normativo y axiológico que viene determinado por la sociedad,
identificándose con esa norma. Caso contrario corre el riesgo de permanecer en
la anomia.
Con una intención
simplemente didáctica diremos que este arraigo puede ser: a) un arraigo fruto
de una comunidad de sangre, un “arraigo doméstico”; b) un arraigo local
inmediato (vecinos, barrio, municipio, comunidad local); c) un arraigo urbano
(la ciudad como marco de referencia y convivencia, por ejemplo “soy porteño”);
d) un arraigo nacional y, finalmente, e) un arraigo cultural.
La casa y el hábitat
deben ser “vividos”, “soñados”, “imaginados”, pues sin estas dimensiones la
realidad aparece como falta de sentido. El goce por el sitio elegido no reside
solamente en lo que se recibe sino también en lo que se comparte. Hay un juego
dialéctico entre “la casa” y “la comunidad”. También, aunque no lo creamos,
entre “la casa” y “el universo”.
El hombre actual se va
distanciando de lo que, en el pasado, generaron los antiguos fundadores de las
ciudades, tendiendo a desarrollar “megalópolis”, desvinculándose del autentico
“habitar”, rompiendo los vínculos con la naturaleza, apartándose de las
personas manifestando una actitud insolidaria y provocando el crecimiento del
aislamiento y la corrupción del sistema.
No podemos protestar si
nos dejamos llevar por los “grandes constructores” de espacios con muchos
nombres “modernos” (countries, urbanización, village, etc.) que configuran
espacios egoístas, casi siempre cerrados, con criterios utilitaristas,
tributarios de un espacio de explotación comercial y dominio.
Muchas veces toleramos la
depredación de la naturaleza, la modificación natural del entorno y “habitamos”
en esas construcciones que nos apartan, automáticamente, de ese entorno
natural. Nos parece que es un asunto que no nos pertenece, que es algo externo
a nosotros, que constituye una “explotación“. Si seguimos la etimología de ésta
última palabra deberíamos aceptar que “habitar” en esos espacios nos fuerza a
“ser explotados, a explotar”. Son y somos capaces de llegar a la devastación,
si es necesario, para construir fuera de la cultura, del entorno propio del
lugar, de su historia.
En este
momento de globalización, tanto empresaria como comunicacional, las fronteras
se vuelven dudosas y los pueblos generan comportamientos específicos para
conservar su identidad. Esta globalización
provoca migraciones masivas si hay problemas de trabajo o producción.
Disminuidas
las oportunidades de trabajo o diversificación profesional, los habitantes
migran. Mediante la constante migración se observan dos fenómenos muy bien
diferenciados: se produce un contacto con personas y pueblos a veces lejanos
geográfica y culturalmente, relación tanto económica como social, y se
comprende a los “connacionales” como formando una sola comunidad aunque se
halle dispersa en muchos lugares distantes del planeta.
Arraigo y desarraigo, dos polos
existenciales potenciales en todos los emigrantes. Las raíces son originales de
cada persona y constituyen lo único e irrepetible. Ante la brusca situación de
trasplante cabe la posibilidad de “arraigo”, raíces en una nueva situación que
permitan el crecimiento, sean cualesquiera las consecuencias y “desarraigo”,
raíces que no permiten ese desarrollo o dejan a la persona en tan precarias
condiciones que cualquier “brisa” cultural puede enfermarla o aún matarla.
THE PLACE IN THAT WE INHABIT – An existential
view
Dr. Jose
Martínez-Romero Gandos
november, 2015.
Where do you live? It would be a
good answer: - "I was born in this world. I have been here since that
time". Different would be the response if they were asking: "You
where does inhabit? "
We live in a territory but we try to
be considered something more than "to be occupants of a housing" or
"to occupy a site". Nowadays the Sociologists say that "we build
and construct because, before, we inhabit".
Our abode, to live in a house, to
live in a certain geographical space supposes " an foundation act and a
founding belief". It is the fact that there inhabit a site the real
planner, the real builder of a space and social living, unable to live isolated
because nobody lives so separated of oneself and his social environment.
The process of integration of the
human being to a territory takes place in the shape of "rooting" (to
settle itself, to be established, to be fixed to a place) with the condition of
understanding this fact as a sociocultural total space.
We say " I am from Buenos Aires
("porteño"), or " I am from Córdoba" (Argentine) or "I am from Rosario
("rosarino")", all under protection of the same State. And if I
am from "Galicia" ("gallego"), "tano", "turk"
or "carioca"?. We are interested about rooting, which obeys to a
pluridimensional series of components that integrate individual, society and
culture, together with the spatial and temporary coordinates.
" To be an "porteño"
(from Buenos Aires)" (or any other nature of being) it means man's
identification with a site, in a space-time with a few social certain
characteristics and a specific culture. This rooting also depends on the
participative structures, on the different groups, on the varied organizations
and on all those who feel involved, shaping what we call the " local
community ".
It is not possible to construct
megalópolis or polygons without links with the environment, with a local
history and with a certain society.
The "inhabitant" take part
of an axioloxical and normative frame that comes determined by the society,
identifying with this norm. Opposite case traverses the risk to remain in the
anomia.
With a simply didactic intention we
will say that rooting can be: a) a rooting that is product of a community of blood,
a " domestic rooting "; b) a local immediate rooting (neighbors,
neighborhood, municipality, local community); c) an urban rooting (the city as
frame of reference and living together, for example " I am
"porteño" (from Buenos Aires)”; d) a national rooting and, finally,
e) a cultural rooting.
The house and the habitat must be
"lived", "dreamed", "imagined", since without
these dimensions the reality appears as lack of sense. The enjoyment for the
chosen site does not reside only in what is received but also in what is
shared. There is a dialectical game between "the house" and "the
community". Also between " the house" and "the
universe".
The current man take distance of all
that, in the past, the ancient city's founders had generated, tending to develop
"megalópolis", dissociated of the authentic "inhabitant",
breaking the links with the nature, separating of the persons by one wrong
attitude and provoking the growth of the isolation and the corruption of the
system.
We cannot protest if we leave ourselves
to convince by "big builders " of spaces with many "modern"
names (countries, urbanization, village, etc.) that there form selfish spaces,
almost always closed, with utilitarians criteria, tributaries of a space of
commercial exploitation and domain.
Often we tolerate the nature
depredation, the natural modification of the environment and "we
inhabit" in these constructions that separate us, automatically, of our
natural environment. It seems that it is a matter that does not belong to us, that
it is anything external to us, who constitutes a "exploitation". If
we follow the etymology of the latter word we should accept that "to
inhabit" in these spaces they forced us to " to be exploited, to
exploiting ". They are and we are capable to arrive at one large
devastation to construct outside the limits of the culture, if it is necessary,
out of the own local environment, out of own history.
At this moment of globalization of
the business and the communications, the borders become doubtful and the
peoples generate specific behaviors to preserve his identity. This
globalization provokes massive migrations if there are problems of work or
production.
When the opportunities of work or
professional diversification diminish, the inhabitants migrate. When the society
makes easier a constant migration two very well differentiated phenomena are
observed: a contact takes place with persons and sometimes with geographically
and culturally distant peoples (even in a economic and social relation), and
the "fellow countrymen" form an new community, perhaps dispersed in
many distant places of the planet.
Rooting and uprooting, two
existential potential points of reference in all the emigrants. The roots are
original of every person and constitute an unique and unrepeatable sentiment.
Before the sudden situation of transplant appears, many circumstances favour
the possibility of "rooting", roots in a new situation that allows
the growth, considering all the consequences, and "uprooting", roots
that do not allow these development or leave the person in so precarious
conditions that any cultural "breeze" can make ill or still kill her.
muy bueno lo comparto
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarBreve comentario a tu artículo. Tu dices:
ResponderEliminar“Nuestra morada, vivir en una casa, habitar en un determinado espacio geográfico supone “un acto fundacional y fundante”[1]. Es el que “habita” un sitio el verdadero planificador, el verdadero constructor de un espacio vital y social, imposibilitado de vivir aislado porque nadie vive tan apartado de sí mismo y su entorno social.”
De acuerdo, apena\s te apunto que del mismo modo que habitamos determinados lugares, reales, imaginarios o simbólicos, igualmente somos habitados por ellos; de manera que al dejar nuestro barrio, al no volver a transitar por las calles del sector con todas sus peculiaridades comunes, continúan acompañándonos en otros lugares, como si se resistieran a abandonar nuestro espacio interior. Inclusive en el espacio utópico que hemos construido como un mundo posible de realización, se resiste a dejarnos. Ex militante de una causa socialista pasados los años aún nos frecuenta como todas las cosas que forman parte de nuestra historia.
Eso era lo esencial que quería compartir contigo. \cordialmente….Emilio Romero