Dr. José Martínez-Romero Gandos
septiembre 2015
ABSTRACT:
En
Educación es importante la consideración de la Misión. La contribución al logro
de los objetivos será eficiente si desarrollamos nuestra misión simple,
claramente, en forma personal, comprometida. El asesoramiento de los expertos
en Comunicación Social no debe ser “técnico”, “frío” o “resultado de una
sucesión interminable de consideraciones teóricas”. Contribuirán con su
experiencia para el desarrollo de una acción educativa proyectada sobre la
comunidad, promoviendo la perfección del Hombre en función de valores éticos de
solidaridad, responsabilidad social y
calidad de vida, facilitando la
armonía entre la autoridad y la libertad. Se desarrollan los conceptos de
Autoridad y Liderazgo en un marco de cambio paradigmático del concepto de
Misión.
Una misión debe enunciarse en forma operativa, de lo
contrario, será una mera declaración de buenas intenciones. Deberá centrarse en lo que la entidad educativa y
los docentes quieran alcanzar, de forma tal que todos sus miembros puedan decir
“ésta es mi contribución al logro del objetivo”.
Esta declaración y aceptación de la misión es
fundamental porque cambia totalmente la óptica para ver a la Educación. Es
importante la adecuación de la misión a los objetivos de la gestión actualizada
sin que por ello, al aplicarla, reformulemos las condiciones esenciales de la
Persona necesarias para cumplir con la misma. Uno de nuestros errores más
comunes consiste en transformar la consideración de esta misión en un
enmarañado conjunto de normas, procedimientos y controles que aparecen
claramente confundidos en las reuniones de la clase dirigente y la constituyen
en un “slogan” de buenas intenciones. La misión debe ser simple y clara. Nada
tiene de impersonal y nunca cumple su finalidad sin la participación
comprometida de los integrantes del equipo de trabajo.
La planificación de la actividad para el logro de
objetivos está unida a un elemento clave del proceso que es la misión. El
rediseño, actualización o idealización de la misión será algo más que una
declaración de principios generales. Debería identificar lo que constituye la
Educación.
El asesoramiento
de los expertos en Comunicación Social en temas relacionados con la misión no
debe centrarse en un proceder ideal, ni en una especialización técnica pero
fría ni en una sucesión de interminables consideraciones teóricas.
En los ámbitos
científicos y en el mundo que nos rodea hemos visto peligrar los principios
fundamentales que nos distinguen como cultura. Existe una crisis de valores y
observamos que lo material intenta imponerse sobre lo espiritual, el
positivismo filosófico y político sobre el orden natural, lo científico y
tecnológico sobre la moral y la posesión de bienes sobre el progreso digno del
Hombre.
Deberíamos contribuir
con nuestra experiencia para el desarrollo de una acción educativa que se
proyecte sobre la comunidad contribuyendo a la promoción y perfección del
Hombre en función de valores éticos de solidaridad, logros en el marco superior
de la responsabilidad social y calidad de vida respetuosa de la dignidad de la Persona. La Ciencia y la Técnica tienen
que estar al servicio del Hombre y no a la inversa. Ambos, docentes y expertos,
debemos ser fieles a esta Misión.
¿Cómo podemos
lograr estos propósitos en esta sociedad en crisis?
Debemos ajustar
nuestra misión para afirmar, repetidamente, el concepto de Educación como
entidad facilitadora del desarrollo de proyectos y valores. Una entidad que
debe considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva entre sus
miembros, promover la reflexión sobre
los valores y el sentido de la vida, no olvidar la integración psicológica y
social y facilitar la armonía entre la autoridad y la libertad de sus
integrantes.
El término “autoridad” debe ser analizado según su
etimología y aplicación verdaderas ya que muchos autores han distorsionado su
dimensión y sentido. Su acepción universalmente aceptada radica en llevar a los
que están bajo su tutela a la posibilidad de ser ellos mismos, de desarrollar
su propia existencia en un crecimiento que le permita ser artífice de su
proyecto personal. En su origen latino el término auctoritas designaba
la fuerza que servía para sostener o aumentar algo y el auctor, el
sujeto activo de esa auctoritas, era la persona que sostenía algo porque
él mismo la había acrecentado. Su raíz originaria conservaba al verbo augere
que significaba crecer. La auctoritas se concebía como el fundamento
bondadoso del poder, nunca en su uso arbitrario. Sin esa autoridad, interna y
externa, es imposible la garantía del bien personal y del propio crecimiento.
Es imprescindible el ajuste de la Misión a esta consideración del concepto de
Autoridad.
En el desarrollo
de su actividad docente los integrantes de la institución educativa pueden
expresar su manera personal de sentir esta misión a través de una actitud:
a) de oposición sistemática porque han adquirido,
pensando en su comodidad y economía, una posición segura en la
organización sin pensar en la finalidad principal de la Educación que
es la transformación y el desarrollo.
b) de comprensión por la necesidad de un cambio, pero
que actuan como adherentes no comprometidos, esperando que alguien o muchos
lideren este cambio paradigmático.
c) de disposición a liderar el cambio con habilidad y
aptitud para lograr la adhesión de nuevos integrantes dispuestos a aceptar esta
modalidad de la gestión.
¿Cuál es la oportunidad? La fruta está madura ahora.
Aquellos que estén dispuestos a
desarrollar una labor eficiente y a fundar su actividad de liderazgo
centrada en principios serán los partícipes de la “revolución paradigmática”
que señalara Kuhn.
Las destrezas y aptitudes
requeridas para estos papeles de líderes o de docentes con capacidad de
promover el desarrollo, las herramientas y los métodos que puedan contribuir a
perfeccionar esas destrezas y la distribución del poder en los diferentes
cargos organizacionales requerirá de imaginación, perseverancia y diálogo para
instaurar un cambio significativo en el paradigma actual de la Educación.
En este cambio sistémico la
jerarquía inadecuada, el cumplimiento imperfecto de la misión y el olvido de
las características esenciales del ser Persona, empujará al desarrollo y
aparición de nuevos líderes que estarán dispuestos a desarrollar su labor
(misión) en un ambiente cooperativo, promoviendo una combinación singular con
otros líderes, en otros cargos, que
sustenten estos mismos principios.
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