Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

lunes, 16 de abril de 2012

El paciente necesita razones, esperanza ¿o las dos cosas a la vez?

Dr. José Martínez-Romero Gandos

A Coruña – Galicia – Spain - 2012

 “La esperanza implica una especie de rechazo radical del cálculo de posibilidades. Lo propio de la esperanza es, quizá, el no poder utilizar directamente o servirse de ninguna técnica; la esperanza es una propiedad de los seres indefensos; es el arma de los indefensos, o más exactamente, es lo contrario a un arma y en esto consiste misteriosamente su eficacia.” (Gabriel Marcel, Être et avoir, pg. 59/60,  Aubier, Paris, 1935)
         

Complementamos con este artículo nuestro anterior titulado “Actitud y comunicación con un enfermo terminal”. En esta oportunidad nos referiremos a la Esperanza.
La enfermedad que se presenta imprevistamente en nuestra existencia altera nuestro proyecto vital de bienestar. Si esa enfermedad es grave, con riesgo de alteración transitoria o definitiva de nuestra salud este imprevisto se cuela en nuestra vida como un componente formal vacío de contenido. El paciente siente que no posee experiencia de este suceso, necesitará vivir para conocerlo.
          Toda situación es siempre nueva con un componente personal y otro “transpersonal”, Y como tal situación nueva es imprevisible. Lo previsible no puede concretarse en “esto nuevo”, sino que configura “la probabilidad de lo imprevisible”.
          Claro que “lo nuevo” puede presentarse como algo de lo cual existan  antecedentes en lo “ya vivido”. Podemos tener conciencia de situaciones que han precedido a esta irrupción de la enfermedad: dolores, malestares, análisis clínicos, antecedentes varios. La novedad, en este caso, no reside en la aparición de la enfermedad sino en su carácter de inesperada.
          Estamos acostumbrados a buscar una adecuación de nuestra conducta ante acciones previsibles o de las cuales poseemos antecedentes en nuestra experiencia. Sentimos temor ante lo nuevo, por desconocido.
          La existencia no se define por un acontecimiento imprevisto, azaroso, sino por el modo como nosotos nos comportamos frente a lo azaroso. Sabemos que el azar puede alterar el curso de nuesta existencia, más allá de nuestras propias decisiones, de nuestra libertad. Pero el azar, en cuanto tal, solamente determina enfrentarse a una situación de cambio. No determina el modo en que enfrentaremos esta modificación de nuestro proyecto.
          ¿Porqué situamos a la enfermedad como un acontecimiento azaroso? Por que le pasa a esta persona en concreto, a este existente. Dentro de un orden particular de situaciones vitales que son posibles para una persona la enfermedad es un acontecimiento “previsible”. Pero para esta persona en particular, para “fulano”, esta enfermedad  es imprevista.
          Los límites de nuestra capacidad afectiva para asumirla dependen de nuestra  disponibilidad o de nuestra aptitud para ser repercutidos por la enfermedad. Esto depende de lo ya vivido, de nuestra experiencia y de nuestra personalidad.
          Hablamos de una receptividad sensorial, emocional y vital para integrar en nuestra existencia este acontecimiento que es la enfermedad y hacer experiencia con ella.
          Como científicos intentamos someter el acontecimiento al principio de objetividad o de total reducción de la experiencia a las estructuras lógicas de un saber universalmente verificable. Es una primera forma de tratar la enfermedad.
          Como pacientes no somos capaces de atribuir enteramente a la razón la explicación de nuestra enfermedad. Los contenidos sensibles frente a su aparición son parte de nuestra existencia única e irrepetible.
          Tal como propuso Gabriel Marcel en su obra nuestra búsqueda debe dirigirse “hacia el reconocimiento conjugado, por así decirlo, de lo individual y de lo trascendente, en oposición a todo idealismo impersonal o inmanentista” (G.Marcel, Homo viator, pg. 192). Sus propuestas, llevadas según él casi hasta la exasperación, lo situaron frente al contínuo equívoco de oponer un “Yo” empírico al “existente singular”. Hablamos de un individuo indeducible, el individuo real que yo soy, con toda mi experiencia, con todos los elementos disponibles para vivir la aventura concreta, yo solo, sin ningún otro, enfrentando las limitaciones y superándolas en la certeza que, siendo un ser-para-la-muerte, elijo vivir mi vida plenamente.
          Aquí es cuando entra en juego la Esperanza. Recordábamos en el acápite una ya clásica expresión de Gabriel Marcel: “La esperanza implica una especie de rechazo radical del cálculo de posibilidades. Lo propio de la esperanza es, quizá, el no poder utilizar directamente o servirse de ninguna técnica; la esperanza es una propiedad de los seres indefensos; es el arma de los indefensos, o más exactamente, es lo contrario a un arma y en esto consiste misteriosamente su eficacia.” (Gabriel Marcel, Être et avoir, pg. 59/60,  Aubier, Paris, 1935)
          En el plano de la salud estamos formados, como profesionales, en establecer la tríada fundamental de acercamiento a una persona doliente: diagnóstico, pronóstico y tratamiento. Para cumplir con estos propósitos hay numerosa bibliografía a nuestra disposición, maestros en la formación profesional, protocolos de actuación, pruebas diagnósticas, experiencia profesional e interconsulta posible.
          Cuando el diagnóstico de una patología es grave, cuando el pronóstico es incierto o de muy dificil evolución, cuando los tratamientos son limitados o no existen, ¿qué le podemos ofrecer al paciente? La “cura” (sorge) o cuidado del otro en su condición de persona bio-psico-social-espiritual. Para ello son imprescindibles razones y esperanza.
          ¿Es la esperanza solamente una ilusión vital? Nos dice Prieto Prini, ensayista especializado en Marcel: “Se pretende afirmarlo así en nombre de un espíritu de objetividad, que sabe abstenerse valerosamente de toda adhesión sentimental a la irrealidad o a las ficciones piadosas del deseo, y a la vez reconocer en la tenacidad del que espera a toda costa, una de las “astucias” de la vida en su extrema defensa contra lo que intenta destruírla. La esperanza del enfermo no sería otra cosa que una especie de negativa orgánica a aceptar como definitiva una situación intolerable”. (P.Prini,”Gabriel Marcel y la metodología de lo inverificable, Fundación Arché, Buenos Aires, 1963)
          Si como científico me acerco a un paciente y tengo la certeza del diagnóstico grave de una enfermedad en fase terminal estoy seguro que he hecho uso de los elementos de prueba a mi disposición. Pero ¿Qué ha pasado en el encuentro con ese paciente? Sumerjámonos en el maravilloso libro de Pedro Laín Entralgo “Teoría y realidad del otro” (Ed. Alianza Universidad, Madrid, 1983).
          Allí encontramos la descripción minuciosa de las características del encuentro. En esta relación médico-paciente o psicólogo-paciente que consideramos, lo primero que destaca es que la percepción del otro tanto en sentido corporal, de una actividad psicofisiológica compleja como en el plano experimental es en sí misma irreductible y unitaria.
          La aprehensión del otro en totalidad es, en tanto vivencia, fuertemente subjetiva. Esta falibilidad en la percepción de otro ser humano tiene como supuesto psicológico la pluridimensionalidad y la múltiple ambigüedad de la estructura de la personalidad. Un enfermo terminal en igual o semejante circunstancia que otro enfermo con su mismo diagnóstico reaccionará de manera muy diferente ante la  inminencia de la muerte. Y podemos equivocarnos si pretendemos hacer referencia a una historia “objetiva” de su vida. Requiere del profesional la capacidad de distinguir “lo exterior” de lo “interior”, tanto del otro como de “lo mío”.
          En ese “acto médico” del encuentro lo que se nos presenta no es solamente un “yo” y un “tu” sino un “nosotros”, situación creada por lo que Lain Entralgo define como “relámpago perceptivo”. Esa vivencia de nostridad (Wirheit) es, según Binswanger, producto de una actividad “amatoria”, inicio de todo “encuentro” humano. Dice Lain: “La percepción del otro comienza por decirme, aunque yo no tenga de ello noticia: Algo hay fuera de mí de la misma especie que yo”.
          Si el profesional no está preparado para este tipo de encuentro con el paciente ante el diagnóstico fatal, prontamente aparecerán sus mecanismos de defensa y la relación de “nosotros” se descompondrá en un “yo” y en un “tu”.
          El “hacia” de la relación interpersonal amorosa no es solamente proyectivo; es también “elpídico” (relativo a la esperanza) y tiene mayor fuerza que el “hacia” de la relación objetivante. Tengo mi diagnóstico y tengo mi pronóstico. Pero si no aparece la Esperanza en este nivel de “nosotros”, si no aparece el amor caritativo (agapé), la situación es proclive a la instalación de un “yo” solitario. Del paciente y del profesional.
          Solamente en una actividad sumida en el “nosotros”, interpersonal, amoroso, será posible la esperanza. Los participantes de esta “diada” esperan y coesperan. En esta “co-implicación” la esperanza abre a la posibilidad del “bien” y la “felicidad” a la que aspira toda actividad humana. “El encuentro promete más de lo que el abrazo permite abarcar”.
          La instalación en “la patria del amor” será, dice Binswanger, la fusión de un  “haber-llegado” y un “haber-estado-allí-siempre”. Es fugaz, pero mientras dura, la existencia es sentida como interminable. Es una contraposición entre “el amor que dura” y “la vida que desaparece”.
          Un encuentro de este tipo, vivido en la seguridad del amor al otro, es experimentar una versión mundana de lo que para Boecio es la eternidad. Sentir que de una manera fugaz coinciden el “en” y el “hacia” de la propia existencia.
          Aquí viene en nuestra ayuda los dichos del Dr. Viktor E. Frankl (La voluntad de sentido, Herder, pg. 62/63): “Que haría yo en el lugar de esta persona?”. Con esto ya se habrá colocado en la existencia del otro. Esta trasposición lo lleva mucho más allá de la meta simplemente médica, acaso quirúrgica. Significa la metamorfosis del cuidado exclusivamente médico a la cura médica del alma” (recordar que “cura” procede del latín y significa “cuidado”). “Y, en este sentido, es el análisis existencial, como asistencia médica del alma, ya no una terapia del organismo sino una terapia de la persona, de lo espiritual que, de por sí, nunca (ni siquiera en las llamadas enfermedades mentales) llega a enfermarse, pero que, más bien, se conforma con la enfermedad, tanto corporal como psíquica”.
          Y qué puede hacer este paciente que estamos considerando? El hombre no está libre de condicionamientos, solamente puede tomar posición frente a ellos. La libertad es una de sus opciones. Las condiciones no lo determinan sin que pueda hacer nada. Depende de él, en última instancia, si decide someterse a esas circunstancias o no. Puede “elevarse” por encima de esas circunstancias y situarse en una dimensión exclusivamente humana. Puede elegir resistirse o abandonarse. Puede dejarse manejar o no por las condiciones.
          Hay pacientes que se abandonan ante el diagnóstico de enfermedad grave mientras que otros superan la depresión del momento pensando y actuando en función de los otros. Debemos despertar en nuestros pacientes la conciencia de su responsabilidad y que se percaten del carácter irrenunciable de la existencia humana. Abrirlo a la esperanza. Si en este instante tuviera que escribir el último capítulo de su vida, milagrosamente, tiene la oportunidad de pensar en su futuro e introducir enmiendas en este real último capítulo.
          “Vive como si vivieras por segunda vez y como si la primera vez lo hubieras hecho tan mal como estás a punto de hacerlo ahora”. Expresamos la posibilidad del momento siguiente, el cariz que le vamos a dar a la próxima jornada.
          El sufrimiento no es propio de la existencia humana. Pero existe en el mundo. La forma de superarlo es a partir del “nosotros” y que nuestra vida tenga sentido, aún en las peores circunstancias. Ante la aparición de un sufrimiento inevitable debemos ayudar al paciente a ver un valor en esa situación. Para ello, y por lo difícil de la intervención, es necesaria la creatividad, la argumentación y la oposición del terapeuta. A partir de los valores que la persona posee es posible generar un cambio de actitudes.
          Como ya dijimos, el arma es la Esperanza. Evitar con ella la desesperación, la soledad, la impotencia y el desamparo ante la imposibilidad de huir de esa circunstancia de enfermedad. Un afrontamiento centrado en los valores y en el sentido de la vida. Para Frankl y para nosotros “la vida vale la pena vivirla, aún en las peores circunstancias”.
          Introducimos una pregunta en el título de este artículo: “El paciente necesita razones, esperanza ¿o las dos cosas a la vez? La respuesta surge ahora definitiva: necesita razones y esperanza.

lunes, 2 de abril de 2012

ACTITUD Y COMUNICACIÓN CON UN ENFERMO TERMINAL

Laberinto celta
Leo una página web sobre “psicología y tanatología”. Leo, también, algunos artículos sobre pacientes que afrontan una enfermedad terminal. No me convencen porque encuentro una frialdad en el discurso que no será grata a un lector que pase por ese trance.

No creo en las “casualidades” sino en las “causalidades” provenientes de una infinita multiplicidad de factores. Alguno de estos factores me pone en contacto con un ex paciente en consulta hace más de veinte años que me escribe lo siguiente:

Me estoy reponiendo del bendito "ca de pros" (cáncer de próstata), que tras muchos años devino en metástasis a los huesos (lo sentí en la cintura) y tras tratamiento contra el dolor inicié el tratamiento de " quimio ". Como en la primera vez y con tu ayuda pude sobreponerme (se refiere al tramiento psicológico al descubrir el ca), esta vez con el apoyo de (…esposa, hija, nieto) y pensando en Dios y la Virgen,bajo diversas advocaciones, estoy mejorando o al menos lo siento así.-
Agradezco la ayuda recibida en esa oportunidad , que me sirve hoy .-
Con todo afecto para XOSÉ.”

Lejos del encuentro psicólogo-paciente de entonces sentí dolor. El encuentro actual no está dado por las palabras que pronunciemos sino por lo que sintamos en común.

“Con tu ayuda pude sobreponerme”. Recuerdo del pasado actualizado en una actitud presente para enfrentar el futuro incierto.

Para el Psicólogo o Psicóloga compartir los sentimientos de un paciente es “estar dispuesto”, es acceder a brindar apoyo aún en la distancia o en el tiempo. Es actualizar el compromiso cuando eligió ser profesional y cuando aceptó el encuentro con el paciente. El compromiso profesional implica ayudar al otro en su totalidad mientras le ofrecemos la posibilidad de elegir ser ayudado de acuerdo a su modo de ser-en-el-mundo, a su forma única y particular de enfrentar la muerte. Respetar su proyecto de ser y hacerse cargo de su inminente y emergente necesidad de enfrentar lo que todos enfrentaremos algún día pero que hoy se hace “patente”.

Es la “facticidad” de su enfermedad que le modifica y le obliga a elegir su nueva forma de vivir o de morir.

Es menos complicado para el Psicólogo ayudar a aliviar su dolor físico y psíquico si conoce diagnóstico, tratamiento y pronóstico. Estar dispuesto (el Psicólogo) a continuar con la ayuda, tal como en este caso también hace la familia, para que no se sienta solo ni abandonado.

No es una situación en la que el profesional coloque al paciente frente a su trascendencia, función propia de un religioso que lo asista, sino ayudar a comprender que “la vida tiene sentido vivirla aún en las peores circunstancias” (V.E.Frankl). Quizás ahora con mayor plenitud por estar más cerca de los otros que lo quieren y le permiten valorar lo valioso que ha sido vivir “su vida”.

Contesté, inmediatamente:  No puedo menos que alegrarme por la mejoría y lamentar las complicaciones que han derivado del tratamiento de la próstata. Me alegro, sí, que pueda compartirlo todo con su familia porque eso favorece una plenitud en el sentido de vida. Estar bien con los otros ayuda a valorar lo positivo de la vida, valiosa por haber sido vivida.

Y una cosa muy importante es que cuente con Doña Esperanza. La Esperanza es el arma de los indefensos. Y por ello tiene eficacia. Abre a la posibilidad de futuro, aún en las peores circunstancias de la vida. Porque, por supuesto, siempre vale la pena vivirla intensamente.”

No siempre es clara la actitud del médico o del psicólogo frente a un paciente que no sabe su diagnóstico real y su pronóstico. La legislación obliga al profesional a comunicar el diagnóstico. No siempre sucede así. La consideración de impedimentos por motivos de cuidado médico o psicológico puede estar justificado y el profesional postergar el anuncio. Es lícito siempre y cuando no estén proyectando un temor personal ante la propia muerte o ante las posibles reacciones negativas del paciente.

Es imprescindible la información adecuada en el caso de un paciente que a dado a entender su “real” deseo de saber y sobrellevar la situación.

Si se le niega, se le coarta a través de subterfugios la elección de saber se está ante una negación de la dignidad de la muerte de un ser humano, libre y responsable, que tiene derecho a conducir según su propia manera de ser la temporalidad, corporalidad y la “cura” (cuidado) de su existencia.

Lo contrario es “cosificarlo”, empujarlo a una vida “inauténtica”, sin armas para enfrentar su futuro, librado al azar de la duda y no permitir la posibilidad que organice el resto de su existencia de la manera que desee o poniendo en marcha una batería de valores que encontrará en la experiencia de su vida.

Si consultamos la bibliografía al respecto encontramos numerosos ejemplos que avalan estos dichos. Podemos seleccionar lo expresado por Jones, biógrafo de Sigmund Freud en los últimos años de vida de éste. Enfermo de cáncer sus médicos y allegados pensaron en la posibilidad de ocultarle su diagnóstico faltal. Finalmente accedieron a comentar esta situación a Freud. Miró extrañado y luego, indignado, dijo a su interlocutor: -“Y con qué derecho hubieran ustedes hecho eso?”.

Muy diferente es la situación cuando el paciente “elige” no saber¸ no preguntar, no enterarse de nada acerca del proceso de la enfermedad y sus posibilidades de sobrevida.

Refuerza, en muchas oportunidades, esta situación la influencia cultural, tabúes imperantes en su comunidad o miedos muy profundos acerca del tema de la enfermedad y muerte.

¿Qué actitud debemos asumir profesionales y familia ante esta situación? Primera medida: mantener la decisión del paciente, analizar cada caso en concreto y elaborar la conveniencia o no de la elaboración del problema a nivel familiar.

El profesional debe tener a su disposición la mayor cantidad de elementos técnicos que le ofrezcan la certeza del diagnóstico, permitiéndole esperar el momento oportuno para comunicarlo, evitando así daños irreparables.

Los Psicólogos y Psicólogas no siempre estamos insertos en un equipo interdisciplinario (médicos, psicólogos, asistentes sociales, abogados) que nos permita actuar rápida y adecuadamente en cada uno de los casos mencionados.

Si el médico no puede asumir toda la responsabilidad en el tratamiento psicológico del momento especial por el que pasa su paciente como “existente”, delega en el Psicólogo tarea de “acompañarlo”. Podemos actuar ante la derivación con independencia y criterio profesional adecuado.

Conviene que el Psicólogo aclare su rol perfectamente ante paciente y familia y cual será su responsabilidad y diferencias con el tratamiento médico. Evitará las informaciónes confusas, contradictorias o ambiguas pues es necesario considerar al paciente como una “totalidad”, sin dicotomías entre “psique” y “soma”.

¿Quién se hace cargo del Hombre? Lo conveniente es que todos, médico, psicólogo, familia y amigos se hallen en permanente comunicación tratando de no perder esa perspectiva de “totalidad” que exige la situación. Seguirán todos estrechamente comunicados en relación a la evolución del paciente.

Por su profesión y formación el Psicólogo asume establecer una comunicación “efectiva” y “afectiva” con paciente y familia. Este “encuentro” no se limitará a la situación de “crisis” o en el desenlace, sino que seguirá despues de ella, preparando toda la gama de modificaciones que cada uno enfrentará en el futuro.

Su relación será “auténtica”, alejada de la promoción de un clima falso de compasión, con un “encuentro” normal de promoción de la existencia de ese ser que está tratando de asumir su nuevo “modo-de-ser-en-el-mundo-en-el-amor” (L. Binswanger) y realizarse “aún en las peores circunstancias” (V.E.Frankl) pues el sufrimiento, que no es propio del hombre, se supera a través de los otros dándole sentido trascendente.

La compasión rebajaría al paciente a la condición de “un ser-en-si”, una cosa a la que tratar sin consideración de su posibilidad, de su elección, de su responsabilidad, de su temporalidad y de su corporalidad.

En palabras simples permitir al otro elegir lo que hacer con su tiempo, con su cuerpo y con su existencia en totalidad. Dejarlo que no anticipe prematuramente el cierre de su vida y abrirlo a la Esperanza. Permitirle commpartir su angustia y tolerarla. Porque lo contrario es manifestación evidente que no podemos hacernos cargo de nuestros propios miedos, angustias y reparos ante la muerte.

Nuestra tarea como Psicólogos o Psicólogas está centrada en mostrar a parientes y amigos que el cuidado del otro, del enfermo, no implica limitarse o abstenerse ante ellos. Cuidamos de nuestra propia existencia si nos ocupamos, solidariamente, del otro que sufre o padece. Es la esencia de la “cura” (del latín: “curare” cuidar del otro).

Si son capaces de co-participar en el proyecto de sus propias vidas a través del cuidado del otro, quizá el enfermo no compartirá todos esos proyectos. Pero estará presente a través de la ausencia y de los que se haya podido cosechar en común en ese período de encuentro.

“Dos campos fundamentalmente distintos dentro de la total estructura de esa entidad que llamamos hombre: por un lado la existencia misma, por otro lado aquello que pertenece a la facticidad. Mientras que la existencia es algo esencialmente espiritual, la facticidad se compone tanto de elementos psicológicos como fisiológicos; contiene hechos tanto anímicos como corporales. (Viktor E. Frankl en pág. 24 de su libro. Solamente la persona espiritual viene a fundar la unidad y totalidad del ente humano. Y lo funda como totalidad corpórea, psicólógica y espiritual“ (Viktor E. Frankl, de su libro “La presencia ignorada de Dios”)

Dr. José Martínez-Romero Gandos

A Coruña  - Galicia – Spain

marzo de 2012.





jueves, 15 de marzo de 2012

NECESIDAD DE VALIDACIÓN DE LA LOGOTERAPIA - Con motivo de la realización del Congreso de Logoterapia en Viena 2012


 

SUMMARY: In this presentation we want to emphasize the advances that have been realized to validate the Logotherapy and his dangers. Our greating to the participants in the Congress of Logotherapy that is realized in these days in Vienna. A lot of works presented in this Congress of international character speak to us about the development of the Logotherapy and his validation (Asagba, R.; Serene Barber, S; McLafferty, Ch.; Mori, H.; Noblejas de la Flor, M.A.; Gold, O./Sosa Terradas, A., Visiers Würth, C.). The intention of all these works (and own mine) is to work to show to the world our projects, practises and investigates In agreement to the fundamental concepts of the Logotherapy created by our Teacher the Dr. Viktor E. Frankl.



          En esta presentación deseamos destacar los avances que se han realizado para validar la Logoterapia y sus peligros.

          Saludamos a los participantes en el Congreso de Logoterapia que se está realizando en estos días en Viena. Muchos trabajos presentados en ese Congreso de carácter internacional nos hablan del desarrollo de la Logoterapia y su validación (Asagba, R.; Barbero Sereno, S; McLafferty, Ch.; Mori, H.; Noblejas de la Flor, M.A.; Oro, O./Sosa Terradas, A., Visiers Würth, C.).

          El propósito de todos esos trabajos (y el mío propio) es trabajar para mostrar al mundo como promovemos, proyectamos, practicamos e investigamos según los principios de la Logoterapia creada por nuestro Maestro el Dr. Viktor E. Frankl.

          Mi preocupación por defender nuestra Escuela ante los ataques de un cientificismo sin fronteras y muchas veces dependiente de intereses espúreos no es nueva.

          En el XIII Congreso Argentino de Logoterapia realizado en el año 1998, a poco de sufrir la comunidad científica la desaparición física de Viktor E. Frankl, presenté una serie de cuestiones que sacudieron el ambiente habitual en estas reuniones.

          Anunciaba la necesidad de la Logoterapia de entrar en el S. XXI sin la presencia del Maestro pero contando con sus consejos precisos y admirables. Proceder a su desarrollo sin la presencia de “gurúes” surgidos tras su desaparición.

          No inventé nada con la presentación de estos conceptos.

          El principal para que procedamos a “degurificar la Logoterapia” fue enunciado por Frankl en ocasión del Congreso Mundial de Logoterapia de 1980 en San Diego, California: “Hace unos pocos días, justo antes de dejar Viena, recibí una carta del profesor Ghougassian en la que me aclaró más respecto a la característica del discurso de apertura. El quería que yo elaborara - lo voy a citar literalmente - “como creo que será el porvenir de la logoterapia después de que me haya ido.” En otras palabras, quería que desarrollara mi último trabajo antes de morir: se supone que debo dejar un legado. Pero no soy un profeta para pre-ver el futuro de la logoterapia, mucho menos un gurú para decretar (en negrita en el original) cuál debería ser su futuro. Y aludiendo al título que elegí para Filadelfia: La psicoterapia en su camino de rehumanización, el título que sería mas apropiado elegir para San Diego sería: La Logoterapia en su camino de degurificación (en negrita en el original). De hecho, el futuro de la logoterapia depende de ustedes, y al determinarlo serían independientes.” (Fin de la cita de Frankl).

          Y aquí estamos ya instalados en el S.XXI y sus discípulos aún en la búsqueda de un sentido amplio y difundido de la Logoterapia, responsables por su realización y libres para desarrollar un “espíritu independiente, inventivo, innovador y creativo” como solía decir el mismo Frankl quien agregaba casi sin solución de continuidad: “Pero que yo sea el padre, o dicho simplemente el fundador de la Logoterapia, significa nada más que haber puesto los cimientos, y un cimiento significa nada menos que una invitación a otros a continuar construyendo el edificio sobre la base de sus cimientos”.[1]

          La evolución de la Logoterapia tendrá que marchar por los caminos de la  fundamentación, de la aplicación de la teoría a la práctica, de las investigaciones basadas en tests y estadísticas y en nuestro compromiso.

          Ya sugería Frankl en 1980 que la Logoterapia tiene especial importancia en la crítica transición. Proponía considerar a la Psicoterapia frankleana como algo mas que una mera ciencia, como un elemento de arte y sabiduría donde técnica y encuentro desaparecen como dicotomía.

          La Logoterapia es demasiado revolucionaria para ser aceptada en los ámbitos científicos y demasiado popular en relación a las necesidades del hombre actual. Para que que no haya “gurues” que intenten reemplazar la figura del maestro sin el debido compromiso, dedicación, capacidad de escucha, comprensión, solidaridad y humildad debemos hacer un esfuerzo para validar la Logoterapia.

          Para todos los Logoterapeutas es imprescindible la construcción, desarrollo, estandardización y aplicación de pruebas e instrumentos de investigación para evaluar el valor de la intervención logoterapéutica. En los últimos años se han desarrollado avances significativos en esta materia aunque sería  necesaria una reunión internacional de todas las personas que hemos trabajado en el tema y que hemos contribuido en esta materia, evento ya sugerido en algunos círculos académicos.

          Durante la década 85-95 las investigaciones sistemáticas, la construcción de pruebas y los análisis estadísticos e inferenciales fueron frecuentes. A pesar de la relación única que se establece entre logoterapeuta y paciente basadas en la confianza, la empatía y el respeto por la dignidad de la Persona, la verificación de ciertos parámetros relacionados con esta teoría son de gran utilidad. Cuestionarios (Frankl, Sardi), el Cuestionario de Propósito Vital (LPQ), el Test de Significado del Sufrimiento (MIST), la Prueba de Propósito Vital (PIL), el Logotest, el Test de las Cuatro Láminas (F.P.T) y la Escala Existencial, entre otros, son prueba de la importancia que en el marco de esta Tercera Escuela de Viena, la Logoterapia, se le dió a la validación de la teoría.

          Son claras las necesidades de nuestra disciplina en el campo investigativo. Es una tarea que, con agrado, hemos desarrollado muchos Logoterapeutas y que ha promovido numerosos discípulos que aplican esas técnicas con creatividad y responsabilidad. Se han presentado Tesis de Licenciatura en Universidades con validación de hipótesis a partir de instrumentos creados a partir de los fundamentos de la teoría Frankleana y se dan cursos sobre estos instrumentos en Asociaciones, Fundaciones y en esas mismas Universidades. Se investiga en forma privada.

          Pero no se han realizado los estudios comparativos necesarios, ni la estandardización de los protocolos según las respectivas poblaciones y los estudios longitudinales son prácticamente inexistentes.

          En oposición, abundan los “casos clínicos”, que estudian los cambios producidos en las personas a través de su contacto con el Logoterapeuta. Pero les falta sistematización. Describen y controlan los mismos casos, idénticos profesionales soslayando la validación por jueces externos al trabajo realizado. De tal modo que las comunicaciones personales entre investigadores son muy pocas en nuestro país.

          Es necesaria una mayor motivación para que aumente la asistencia a cursos dictados por prestigiosos Logoterapeutas que ayuden a dilucidar definiciones operacionales fundamentales sobre conceptos, por ejemplo, “autotrascendencia”, “logoterapia grupal”, “el poder desafiante del espíritu”, “situación límite” y “capacidad de enfrentar la enfermedad”, especialmente en las enfermedades graves, crónicas o terminales.     También podemos investigar la medida y aplicación de intervenciones logoterapéuticas en la dimensión noógena de pacientes adictos, delincuentes, menores abandonados, violencia familiar o depresiones. Profundizar el análisis de un tema que es de lectura obligada en periódicos la propensión a suicidios y caída en el vacío existencial ante las crisis económicas, tema  brillantemente desarrollado por Frankl en “Ante el vacío existencial”.

          Esta descripción de los aspectos principales a tener en cuenta para la validación de la Logoterapia quiere animarlos y desafiarlos, en su mas profundo sentido etimológico, para que contribuyan con su trabajo y creatividad al desarrollo de esta disciplina.

Nuestro maestro nos enseñó que no incorporamos teoría, técnicas psicoterapéuticas o tests para “mayor gloria de los logoterapeutas”, sino que busquemos el beneficio de nuestros pacientes para que encuentren el sentido.

La Logoterapia es más que una técnica. La Logoterapia es apelación, es cura del otro, es arte y es compromiso. Debemos animarnos a medir si logramos saber del paciente lo que debemos saber. Y debemos ser humildes al aceptar que, seguramente, estará en nosotros la falla si no lo logramos. Debemos transmitir nuestro poco saber a los jóvenes, Logoterapeutas del siglo XXI, quienes deben mantener encendida la antorcha que guiará nuestras investigaciones. Debemos ayudar a desarrollar muchos mas obreros y evitar que florezcan tantos caciques o gurúes. El mensaje final es que debemos ampliar nuestro panorama, trabajar fuertemente en la investigación y degurificar definitivamente la Logoterapia.    



[1] Frankl, Viktor E.  - “La idea psicológica del hombre”, Ediciones Rialp, Madrid, 1984, pags. 183 y siguientes.

sábado, 10 de marzo de 2012

Bibliografía sobre Análisis Existencial y Logoterapia

Para aquellos que se aprestan a crear un artículo sobre Análisis Existencial y Logoterapia les brindo una ayuda bibliográfica que le ha sido útil a mis alumnos:

Hay una muy buena fuente de bibliografía en la página web de la Asociación Iberoamericana de Logoterapia.  http://www.asil.com.ar/_bibliografia/_biblio_logo.php 

y trabajos en español muy bien complilados en http://www.asil.com.ar/_bibliografia/_bibliografia.php  de la misma página.

En la página web de la Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia encontrarán una lista adicional de publicaciones: http://www.logoterapia.com.mx/publicacionesLista.php?TipoPub=6


Personalmente he utilizado la siguiente bibliografía en numerosos artículos y trabajos para Congresos:

 
Binswanger, Ludwig.
Tres formas de la existencia frustrada, Bs. Aires, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1972. 

 
Bretones, Francisco
La Logoterapia es obvia. Experiencias logoterapéuticas con el hombre común de la calle, Edit. San Pablo, Buenos Aires, 1995.

Bretones, Francisco
Logoterapia: apelación a la vida como tarea – Reflexiones logoterapéuticas con el hombre de la calle, Ediciones San Pablo, Buenos Aires, 1998.

Buber, Martin
Yo y tú, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1958

Caponnetto, Mario
Viktor Frankl, una antropología médica, Instituto Bibliografico “Antonio Zinny”, Buenos Aires, 1995.

Espinosa, Nolberto
La concepción de la conciencia en la Logoterapia de Viktor Frankl, Edit. San Pablo, Buenos Aires, 1994
.
Ey, Henri
La conciencia, Editorial Gredos, Madrid, 1963.

Ey, Henri
El inconciente, Ediciones Siglo XXI, Buenos Aires, 1966.

Fabry, Joseph
La búsqueda de significado. La Logoterapia aplicada a la vida, F.C.E., México, 1984

Fatone, Vicente
Introducción al existencialismo, Edit. Columba, Buenos Aires, 1966.

Fizzotti, Eugenio
El despertar ético – Conciencia y responsabilidad, Ediciones de la Fundación Argentina de Logoterapia, Buenos Aires, 1998.

Fizzotti, Eugenio
Las raíces de la Logoterapia – Viktor E. Frankl – Escritos juveniles (1923-1942), Ediciones Fundación Argentina de Logoterapia, Buenos Aires, 2001.

Fizzotti, Eugenio
De Freud a Frankl – Interrogantes sobre el vacío existencial, Edit. E.U.N.S.A., Pamplona, 1981.

Fizzotti, Eugenio
Guia de la Logoterapia, Edit. Herder, Barcelona, 1989.

Fizzotti, Eugenio
¿Somos verdaderamente libres?, Ediciones Paulinas, Caracas, 1996.

Frankl, Viktor E.
El hombre en busca de sentido, Editorial Herder, Barcelona, 1996.

Frankl, Viktor E.
La presencia ignorada de Dios, Editorial Herder, Barcelona, 1988.

Frankl, Viktor E.
La psicoterapia al alcance de todos, Editorial Herder, Barcelona, 1990.

Frankl, Viktor E.
La voluntad de sentido, Editorial Herder, Barcelona, 1990.

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Dr. José Martínez-Romero Gandos         sentido@cop.es