No sabía que las vacas pudieran lamentarse por la muerte de
otra especie. Esta vaca estaba claramente afligida por una oveja muerta.
Intentó que la ayudara mugiendo y caminando hacia mí, pero no pude ayudarla
porque la oveja había muerto hacía unos días. Siguió caminando hacia la oveja
muerta, inclinando la cabeza y oliendo. Pero no tocaba a la oveja ni hacía nada
para que se levantara, como haría la vaca si supiera que la oveja estaba viva;
he visto, por ejemplo, vacas que empujan a otras vacas si necesitan ser
despertadas o alertadas. Luego volvió a caminar hacia mí, hacia la oveja, y así
sucesivamente. Me impresiona ver el duelo de esta vaca. Puede que sea mi
antropomorfismo, pero creo que puedo ver la pena en sus ojos. Se me llenaron
los ojos de lágrimas al ver su dolor. Le dije que no podía ayudar porque la
oveja estaba muerta; por supuesto, la vaca no entiende mis palabras, pero puede
captar mi tono de voz. El resto del rebaño de vacas me rodeó y una madre empezó
a alimentar a su cría a un metro delante de mí, algo que nunca hacen cuando hay
humanos extraños cerca; era como si estuviéramos juntos en el duelo. Había
entrado accidentalmente en un servicio fúnebre.
Creo que todos los animales, incluidos los humanos, tienen un
impulso hacia la vida. Queremos vivir. También entendemos que otros quieren
vivir, y por eso nos lamentamos cuando vemos a otro ser muerto. Lo más probable
es que esta vaca no tuviera la capacidad neurológica para reflexionar sobre su
propia mortalidad, pero sí para reconocer la muerte y que ésta es mala. Al
parecer, el significado malo de la muerte está profundamente arraigado en todos
los seres vivos, viene de una etapa temprana de la evolución. No creo que esta
vaca conociera personalmente a esta oveja, ya que las diferentes especies no
suelen interactuar mucho, aunque no puedo descartar la posibilidad de que esta
oveja fuera su compañera. En resumen, creo que esta vaca entendía el concepto
de la muerte a un nivel muy básico, y estaba afligida.
Las investigaciones etológicas, por ejemplo, las del Dr.
Frans de Waal, han demostrado cómo las especies superiores, como los
chimpancés, ayudan a otras especies si hay un enemigo colectivo. Por ejemplo,
cuando hay un incendio forestal, una madre mono puede ayudar a salvar a las
crías de otras especies. La empatía y el apoyo son comunes en todas las
especies, especialmente si hay una amenaza de muerte: la mayoría de los
animales quieren preservar la vida (la mayoría de las especies animales no
matan por diversión, excepto el gato doméstico). Como mi historia de
"haber sido rescatado" por una vaca cuando me quedé atascado en el
barro el año pasado en España. Pero normalmente la pena por otras especies se
ha observado en especies superiores, no por ejemplo en las vacas, por lo que
conozco la investigación.
Los seres humanos tienen un neocórtex que la vaca no tenía.
Este neocórtex puede hacernos reflexionar sobre la muerte, incluida nuestra
propia mortalidad. También podemos negar la muerte, como ha demostrado la
Teoría de la Gestión del Terror. Por otro lado, también podemos tratar de
encontrar un significado en respuesta a la muerte. Resulta sorprendente que los
tipos de significado que facilitan la vida de la especie sean también los
mejores para nuestro bienestar mental y físico: nos beneficiamos más de
centrarnos en tipos de significado sociales y más amplios (por ejemplo,
conexiones sociales, ayuda a los demás, un propósito más amplio, ética) que en
tipos de significado materialistas, hedonistas u orientados al yo. Parece que
los tipos de significado que se sienten más satisfactorios son también los
mejores para fomentar la vida de nuestra especie. Por lo tanto, se puede
plantear la hipótesis de que es nuestro impulso evolutivo hacia la vida lo que
subyace a nuestros tipos de significado más satisfactorios en la vida, y lo que
nos hace temer la muerte. Podemos parecer muy avanzados como seres humanos,
pero en su más pura esencia podemos tener los mismos sentimientos que esta
vaca. Amamos la vida y odiamos la muerte; todo lo demás es una complicación
innecesaria de nuestro neocórtex...".
También he observado que cuando los animales están
angustiados, empiezan a alimentarse. Por ejemplo, cuando los corderos jóvenes
ven a un excursionista, corren hacia su madre para alimentarse. Alimentarse es
una respuesta al estrés, como demuestran las investigaciones: los animales y
los humanos responden al estrés luchando, huyendo, congelándose o
alimentándose. Una cría y su madre parecían responder de la misma manera a mi
presencia y a su estrés por la oveja muerta. Al igual que la gente empieza a
comer o beber después de un funeral.
Esto arroja una luz importante sobre los procesos de duelo
humanos: aparentemente el dolor está profundamente arraigado en nuestro viejo
cerebro.
Los animales son muy inteligentes. ¿Por qué íbamos a
matarlos, si tienen sentimientos como nosotros?
Traducción del original, publicado en Fb el 10-08-2022, por
el Dr. José Martínez-Romero
Gandos con autorización del autor.
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