Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

lunes, 31 de agosto de 2020

COVID-19, CIBERNÉTICA, LIBERTAD Y SENTIDO. Reflexiones sobre nuestra actitud ante las circunstancias globalizadas de la pandemia.

 




Comentaba yo con un amigo sus ideas acerca de cómo el modelo informático dominante intenta asegurar que “todo es información” y cómo este reduccionismo aplasta las diferentes dimensiones de lo vivo y de la cultura que no son reductibles a bytes o unidades elementales de información. De ello resulta que la singularidad de lo vivo se encuentra en una interfase conflictiva que predice muchas discusiones acerca de la posibilidad de hibridación entre la técnica y los organismos y personas que no sea una asimilación brutal obligándonos a buscar caminos para estudiar más profundamente lo que es la complejidad de la vida y la cultura no reductible al modelo de computadora dominante.

En esta línea observamos como la técnica funciona rechazando todo límite (avanza sobre lo vivo y pretende crear nuevos modos supervivencia) manifestándose así como un medio a-finalista. Parece que hasta incluye la posibilidad técnica de superar la creación y la muerte. Esto es una pretendida forma de evolucionar en la que no entra el sentido.

Partiendo de conceptos en la conversación acerca de cómo la tecnología ignora los fundamentos y reglas de lo vivo y de la cultura intentando aplastarla o abolirla nos planteábamos la importante cuestión del “sentido”. Rápidamente elegimos la bifurcación del camino que nos llevaría a la discusión acerca de la libertad del Hombre y su sentido de vida, siempre relacionada aquella con la voluntad de ejercer esa libertad, siempre, aún en las peores circunstancias.

 Claro que para mi formación abrevando en los autores de la fenomenología y el existencialismo esto se entiende perfectamente. La técnica nunca podrá dominarme si yo no lo elijo. Ciertamente, el sistema va dominando mi voluntad de proyectar ese sentido de vida libre y responsable y trata de convertirme en masa sin voluntad. Pero ahí está la tarea principal: defender lo vivo, la cultura y la existencia del Hombre como fundamental y primordial frente al avance desmesurado del capitalismo salvaje y el consumismo que lleva, ya lo sabemos claramente, a la adicción, a la agresión o a la depresión, elementos constitutivos básicos del vacío existencial.

Es en este momento que asociamos nuestras elucubraciones a la situación globalizada provocada por la pandemia del COVID-19. Ciertamente, en nuestro mundo actual la relación entre mundo digital y pandemia altera la constitución de nuestro yo. El mundo cambia y me impone situaciones que puedo o no aceptar. Como ejemplo, en este momento crítico de pandemia en España donde vivo la presión cibernética es casi insoportable. No se puede ir a consulta médica a los servicios generales. Primero, llamar, luego consulta telefónica. El médico no verá a su paciente, salvo que tenga que intervenir en su organismo por él mismo o los servicios sanitarios. Todo es por Teléfono. Luego, la escuela. Crisis por la decisión de enviar o no a los niños al colegio y la opinión que es posible establecer clases por internet. Ante la aplicación de cuarentena en ciertas regiones, los psicólogos atienden consulta por Skype o WhatsApp. ¿Nos transformaremos y nos haremos compatibles con este sistema de máquinas? Es imprescindible retomar el tema de la libertad individual. Los existenciales sostienen que, aún en las peores circunstancias, nuestra conciencia nos permite elegir una actitud frente a esas circunstancias y entonces ser libres. Pero luego aparece el tema de la responsabilidad de esas decisiones. El ser humano puede poner límites pero es un esfuerzo muy grande luchar contra el caos.

Pasamos, rápidamente, a la consideración de un tema que aparece poco en las discusiones académicas del S.XXI: la conciencia. El círculo de mi entendimiento del problema, teóricamente, es muy claro. Según Husserl recibimos impresiones de nuestro mundo y nuestra mente capta esas impresiones dando nosotros respuesta según nuestra conciencia intencional

Dando un pasito por la teoría sartreana y recordando que Jean Paul nos decía que estamos arrojados al mundo y en él observamos las contingencias de la realidad sabemos que al comprobar la absurdidad de esa realidad, de ese mundo, constituimos nuestra libertad y esa voluntad constitutiva no está sometida a nadie ni a nada. Es así que estamos de acuerdo con Sartre que el Hombre puede rebelarse ante la tiranía (de cualquier signo o accionar) y elegir su propio camino, asumiendo que nada tiene sentido en ese contexto. Por supuesto que se tiene que responsabilizar por esa rebelión. Y puede perecer en el intento.

Para cerrar este círculo que presento vuelvo a Frankl quien nos dice que “entre el estímulo y la respuesta siempre hay un espacio. Y en ese espacio reside nuestro poder de elegir una respuesta. En esa respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad. No solamente es necesario encontrar el sentido de nuestra vida sino que siempre es posible. Y la conciencia guía al Hombre en esa búsqueda. Y aquí volvemos a Husserl.

Nos reímos un poco y nos preguntamos por el sentido de vida de cada uno de nosotros. Hablaré por mí, para no desvelar el proyecto vital de mi amigo, muy rico en contenidos por cierto. Repasamos los fundamentos teóricos de la libertad de cada uno. Yo elegí ser Psicoterapeuta y encontré sentido a mi vida ayudando a los otros a encontrar sentido a la suya (Frankl). En eso me siento muy realizado luego de 50 años de trabajo. Pero además leo desde los 5 años (por imposición de las circunstancias de vida en un Buenos Aires fantástico de la mitad del S.XX). Y no me fue tan mal leyendo y admirando a mis maestros en los libros.

Nací en el barrio de San Telmo allá por 1940. Habité en una pieza de conventillo con mi familia. Pero me formé en la escuela pública y gratuita argentina hasta la Universidad. Había pobreza pero se comía muy bien y tenía a mi alcance la cultura pues luego viví al lado de la Biblioteca Nacional viendo a Borges entrar en ella cada día y asistí a la enseñanza pública hasta el grado máximo en la Universidad. Pero ¿tendrá esto algo que ver con la vocación y el sentido? ¿Qué es habitar?

Habitar es construir y Heidegger nos dice (muy enrevesadamente) que habitar tiene en su idioma una etimología que proviene del antiguo sajón «wuon» y el gótico «wunian»  que significan, al igual que la antigua palabra bauen, el permanecer, el residir. Pero la palabra gótica «wunian» dice de un modo más claro cómo se experiencia este permanecer. «Wunian» significa: estar satisfecho (en paz); llevado a la paz, permanecer en ella. La palabra paz (Friede) significa lo libre, das Frye, y fry significa: preservado de daño y amenaza; preservado de..., es decir, cuidado. Freien (liberar) significa propiamente cuidar. El cuidar (curar en latín), en sí mismo, no consiste únicamente en no hacerle nada a lo cuidado. El verdadero cuidar es algo positivo, y acontece cuando de antemano dejamos a algo en su esencia, cuando propiamente re albergamos algo en su esencia; cuando, en correspondencia con la palabra, lo rodeamos de una protección, lo ponemos a buen recaudo. Habitar, haber sido llevado a la paz, quiere decir: permanecer a buen recaudo, agrupado o acoplado en lo frye, lo libre, es decir, en lo libre que cuida toda cosa llevándola a su esencia. El rasgo fundamental del habitar es este cuidar (mirar por). Este rasgo atraviesa el habitar en toda su extensión

Y ahí está la clave de mi trabajo psicoterapéutico: nacer en un ambiente familiar y social (barrio, inmigración, solidaridad entre pares) que me ha llevado a contener en mi esencia la paz y la libertad pero asociados al proceso de “cuidar”. No cuidar la cosa sino a la persona. Mirar por el otro. Ese fue mi habitar y mi construir la morada de mi ser.

Por ahora volvamos a la pandemia. En estos momentos en este pueblito gallego de 30.000 habitantes en el que vivimos, ARTEIXO, se ha declarado un desborde de casos contagiados por un pelotudo (jerga porteña) que vino desde Madrid a un gimnasio y pudrió todo. El gobierno de la autonomía, la Xunta de Galicia, decretó medidas cautelares excepcionales de control y cuarentena. Bares sin gente dentro y solamente 5 en las terrazas, cierre de ferias y fiestas, control sanitario y recomendación de estar dentro de casa. Mi mujer Pilar y yo somos grupo de riesgo alto por edad y enfermedades previas y cumplimos con lo recomendado sin caer en los absurdos de opiniones de “me coartan la libertad” o “me encierran”. No. Yo elijo vivir sano muchos años más (hasta los 100) y me responsabilizo de cumplir con esa elección. Y el único medio posible es no contactar con contagiados. Pero hay mucha prensa negativa, mucho delirio y muchos intereses creados.

Esos “intereses creados” sostienen su propia definición acerca de la libertad, no siempre coincidentes con la que expresan algunos filósofos existenciales. Podemos apelar a muchas de esas definiciones. Pero prefiero subrayar un comentario que hace el Dr. Viktor E. Frankl en una nota a la segunda edición de “El hombre incondicionado” que podemos leer en la página 192 de “El hombre doliente”, Frankl, Herder,1987: “(…) La libertad es uno de los fenómenos humanos. Pero es un fenómeno demasiado humano. La libertad humana es finita. El hombre no está libre de condiciones; sólo es libre de tomar postura frente a ellas. Pero las condiciones no le determinan sin más. Depende del hombre, en última instancia, decidir someterse o no a las condiciones. Hay un margen de acción dentro del cual el hombre puede elevarse por encima de sus condiciones para situarse en la dimensión humana.”

Y Gordon Allport señala en el prefacio de “El hombre en busca de sentido” (Frankl, Herder, 1986, pág.9) “En el campo de concentración, todas las circunstancias conspiran para conseguir que el prisionero pierda sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es “la última de las libertades humanas”, la capacidad de “elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”. Esta última libertad, admitida tanto por los antiguos estoicos como por los modernos existencialistas, adquiere una vívida significación en el relato de Frankl. Los prisioneros no eran más que hombres normales o corrientes, pero algunos de ellos al elegir ser “dignos de su sufrimiento” atestiguan la capacidad humana para elevarse por encima de su aparente destino”.

Dr. José Martínez-Romero Gandos

A Coruña – Galicia – España

septiembre de 2020.

jmrsentido@gmail.com 



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