Comentaba yo con un amigo sus
ideas acerca de cómo el modelo informático dominante intenta asegurar que “todo
es información” y cómo este reduccionismo aplasta las diferentes dimensiones de
lo vivo y de la cultura que no son reductibles a bytes o unidades elementales
de información. De ello resulta que la singularidad de lo vivo se encuentra en
una interfase conflictiva que predice muchas discusiones acerca de la
posibilidad de hibridación entre la técnica y los organismos y personas que no
sea una asimilación brutal obligándonos a buscar caminos para estudiar más
profundamente lo que es la complejidad de la vida y la cultura no reductible al
modelo de computadora dominante.
En esta línea observamos como la
técnica funciona rechazando todo límite (avanza sobre lo vivo y pretende crear
nuevos modos supervivencia) manifestándose así como un medio a-finalista.
Parece que hasta incluye la posibilidad técnica de superar la creación y la
muerte. Esto es una pretendida forma de evolucionar en la que no entra el sentido.
Partiendo de conceptos en la
conversación acerca de cómo la tecnología ignora los fundamentos y reglas de lo
vivo y de la cultura intentando aplastarla o abolirla nos planteábamos la
importante cuestión del “sentido”. Rápidamente elegimos la bifurcación del
camino que nos llevaría a la discusión acerca de la libertad del Hombre y su
sentido de vida, siempre relacionada aquella con la voluntad de ejercer esa
libertad, siempre, aún en las peores circunstancias.
Claro que para mi formación abrevando en los
autores de la fenomenología y el existencialismo esto se entiende
perfectamente. La técnica nunca podrá dominarme si yo no lo elijo. Ciertamente,
el sistema va dominando mi voluntad de proyectar ese sentido de vida libre y
responsable y trata de convertirme en masa sin voluntad. Pero ahí está la tarea
principal: defender lo vivo, la cultura y la existencia del Hombre como
fundamental y primordial frente al avance desmesurado del capitalismo salvaje y
el consumismo que lleva, ya lo sabemos claramente, a la adicción, a la agresión
o a la depresión, elementos constitutivos básicos del vacío existencial.
Es en este momento que asociamos
nuestras elucubraciones a la situación globalizada provocada por la pandemia
del COVID-19. Ciertamente, en nuestro mundo actual la relación entre mundo
digital y pandemia altera la constitución de nuestro yo. El mundo cambia y me
impone situaciones que puedo o no aceptar. Como ejemplo, en este momento
crítico de pandemia en España donde vivo la presión cibernética es casi insoportable.
No se puede ir a consulta médica a los servicios generales. Primero, llamar,
luego consulta telefónica. El médico no verá a su paciente, salvo que tenga que
intervenir en su organismo por él mismo o los servicios sanitarios. Todo es por
Teléfono. Luego, la escuela. Crisis por la decisión de enviar o no a los niños
al colegio y la opinión que es posible establecer clases por internet. Ante la
aplicación de cuarentena en ciertas regiones, los psicólogos atienden consulta
por Skype o WhatsApp. ¿Nos transformaremos y nos haremos compatibles con este
sistema de máquinas? Es imprescindible retomar el tema de la libertad
individual. Los existenciales sostienen que, aún en las peores circunstancias,
nuestra conciencia nos permite elegir una actitud frente a esas circunstancias
y entonces ser libres. Pero luego aparece el tema de la responsabilidad de esas
decisiones. El ser humano puede poner límites pero es un esfuerzo muy grande
luchar contra el caos.
Pasamos, rápidamente, a la
consideración de un tema que aparece poco en las discusiones académicas del
S.XXI: la conciencia. El círculo de mi entendimiento del problema,
teóricamente, es muy claro. Según Husserl recibimos impresiones de nuestro
mundo y nuestra mente capta esas impresiones dando nosotros respuesta según
nuestra conciencia intencional
Dando un pasito por la teoría
sartreana y recordando que Jean Paul nos decía que estamos arrojados al mundo y
en él observamos las contingencias de la realidad sabemos que al comprobar la
absurdidad de esa realidad, de ese mundo, constituimos nuestra libertad y esa
voluntad constitutiva no está sometida a nadie ni a nada. Es así que estamos de
acuerdo con Sartre que el Hombre puede rebelarse ante la tiranía (de cualquier
signo o accionar) y elegir su propio camino, asumiendo que nada tiene sentido
en ese contexto. Por supuesto que se tiene que responsabilizar por esa
rebelión. Y puede perecer en el intento.
Para cerrar este círculo que
presento vuelvo a Frankl quien nos dice que “entre el estímulo y la respuesta
siempre hay un espacio. Y en ese espacio reside nuestro poder de elegir una
respuesta. En esa respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad. No
solamente es necesario encontrar el sentido de nuestra vida sino que siempre es
posible. Y la conciencia guía al Hombre en esa búsqueda. Y aquí volvemos a
Husserl.
Nos reímos un poco y nos
preguntamos por el sentido de vida de cada uno de nosotros. Hablaré por mí,
para no desvelar el proyecto vital de mi amigo, muy rico en contenidos por
cierto. Repasamos los fundamentos teóricos de la libertad de cada uno. Yo elegí
ser Psicoterapeuta y encontré sentido a mi vida ayudando a los otros a
encontrar sentido a la suya (Frankl). En eso me siento muy realizado luego de
50 años de trabajo. Pero además leo desde los 5 años (por imposición de las
circunstancias de vida en un Buenos Aires fantástico de la mitad del S.XX). Y
no me fue tan mal leyendo y admirando a mis maestros en los libros.
Nací en el barrio de San Telmo
allá por 1940. Habité en una pieza de conventillo con mi familia. Pero me formé
en la escuela pública y gratuita argentina hasta la Universidad. Había pobreza
pero se comía muy bien y tenía a mi alcance la cultura pues luego viví al lado
de la Biblioteca Nacional viendo a Borges entrar en ella cada día y asistí a la
enseñanza pública hasta el grado máximo en la Universidad. Pero ¿tendrá esto
algo que ver con la vocación y el sentido? ¿Qué es habitar?
Habitar es construir y Heidegger
nos dice (muy enrevesadamente) que habitar tiene en su idioma una etimología
que proviene del antiguo sajón «wuon» y el gótico «wunian» que significan, al igual que la antigua
palabra bauen, el permanecer, el residir. Pero la palabra gótica «wunian» dice
de un modo más claro cómo se experiencia este permanecer. «Wunian» significa:
estar satisfecho (en paz); llevado a la paz, permanecer en ella. La palabra paz
(Friede) significa lo libre, das Frye, y fry significa: preservado de daño y
amenaza; preservado de..., es decir, cuidado. Freien (liberar) significa
propiamente cuidar. El cuidar (curar en latín), en sí mismo, no consiste
únicamente en no hacerle nada a lo cuidado. El verdadero cuidar es algo
positivo, y acontece cuando de antemano dejamos a algo en su esencia, cuando
propiamente re albergamos algo en su esencia; cuando, en correspondencia con la
palabra, lo rodeamos de una protección, lo ponemos a buen recaudo. Habitar,
haber sido llevado a la paz, quiere decir: permanecer a buen recaudo, agrupado
o acoplado en lo frye, lo libre, es decir, en lo libre que cuida toda cosa llevándola
a su esencia. El rasgo fundamental del habitar es este cuidar (mirar por). Este
rasgo atraviesa el habitar en toda su extensión
Y ahí está la clave de mi trabajo
psicoterapéutico: nacer en un ambiente familiar y social (barrio, inmigración,
solidaridad entre pares) que me ha llevado a contener en mi esencia la paz y la
libertad pero asociados al proceso de “cuidar”. No cuidar la cosa sino a la
persona. Mirar por el otro. Ese fue mi habitar y mi construir la morada de mi
ser.
Por ahora volvamos a la pandemia.
En estos momentos en este pueblito gallego de 30.000 habitantes en el que
vivimos, ARTEIXO, se ha declarado un desborde de casos contagiados por un
pelotudo (jerga porteña) que vino desde Madrid a un gimnasio y pudrió todo. El
gobierno de la autonomía, la Xunta de Galicia, decretó medidas cautelares
excepcionales de control y cuarentena. Bares sin gente dentro y solamente 5 en
las terrazas, cierre de ferias y fiestas, control sanitario y recomendación de
estar dentro de casa. Mi mujer Pilar y yo somos grupo de riesgo alto por edad y
enfermedades previas y cumplimos con lo recomendado sin caer en los absurdos de
opiniones de “me coartan la libertad” o “me encierran”. No. Yo elijo vivir sano
muchos años más (hasta los 100) y me responsabilizo de cumplir con esa
elección. Y el único medio posible es no contactar con contagiados. Pero hay
mucha prensa negativa, mucho delirio y muchos intereses creados.
Esos “intereses creados”
sostienen su propia definición acerca de la libertad, no siempre coincidentes
con la que expresan algunos filósofos existenciales. Podemos apelar a muchas de
esas definiciones. Pero prefiero subrayar un comentario que hace el Dr. Viktor
E. Frankl en una nota a la segunda edición de “El hombre incondicionado” que
podemos leer en la página 192 de “El hombre doliente”, Frankl, Herder,1987: “(…)
La libertad es uno de los fenómenos humanos. Pero es un fenómeno demasiado
humano. La libertad humana es finita. El hombre no está libre de condiciones;
sólo es libre de tomar postura frente a ellas. Pero las condiciones no le
determinan sin más. Depende del hombre, en última instancia, decidir someterse
o no a las condiciones. Hay un margen de acción dentro del cual el hombre puede
elevarse por encima de sus condiciones para situarse en la dimensión humana.”
Y Gordon Allport señala en el
prefacio de “El hombre en busca de sentido” (Frankl, Herder, 1986, pág.9) “En
el campo de concentración, todas las circunstancias conspiran para conseguir
que el prisionero pierda sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han
sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es “la última de las libertades
humanas”, la capacidad de “elegir la actitud personal ante un conjunto de
circunstancias”. Esta última libertad, admitida tanto por los antiguos estoicos
como por los modernos existencialistas, adquiere una vívida significación en el
relato de Frankl. Los prisioneros no eran más que hombres normales o
corrientes, pero algunos de ellos al elegir ser “dignos de su sufrimiento”
atestiguan la capacidad humana para elevarse por encima de su aparente destino”.
Dr. José
Martínez-Romero Gandos
A Coruña –
Galicia – España
septiembre de
2020.
jmrsentido@gmail.com