Revisando bibliografía para un
futuro trabajo en el campo del Análisis Existencial encuentro interesante
releer su libro Bios, Psique, Persona.[1]
De origen ruso, criado en
Rumanía, con estudios en Lovaina, formación posterior analítica en Berlín y
Viena (con von Gebsattel y Einchorn) se nutre de los aportes existenciales de
Kierkegaard, Sartre y Marcel. Luego deriva en una postura “dialéctica” que
surge de sus lecturas de Hegel, Adorno y Marx. Trató de integrar todas esas
referencias en su “psicoanálisis personalístico y dialéctico”.
No nos debe confundir sus
referencias últimas a la “Psicología Profunda” ya que éste término surge como
sinónimo de “Psicoanálisis” cuando el racismo antijudío de la época nazi lo
adscribe a la cultura judía y pretende de esta forma descalificarlo.
En la solapa del libro citado,
publicado en alemán en 1957, nos encontramos con una descripción de la obra que
bien puede ser suscripta por cualquier existencial que acepte las discrepancias
propias del pensamiento original de cada uno de nosotros. Nos dicen los
editores: “se preocupa por la persona íntegra y total del hombre, sin torpes
mutilaciones o parcialismos”. “La vida humana resulta ser un proceso
dialéctico, una suma de equilibrios y desequilibrios, dirigidos a una
reconfiguración del ser, en un continuo fluir y refluir sobre el medio ambiente”
(el subrayado es mío). “El dolor y la muerte son necesarios en este camino (del
ser) del hombre hacia su salvación”. “Podríamos decir que todo el libro es un
canto al espíritu y a sus fuerzas creadoras en medio de un mundo misterioso que
se debate entre tremendas posibilidades técnicas”.
En este último párrafo
encontramos un reflejo de Frankl, a quien cita en la pág. 98 cuando dice: “…(en
Frankl) se disminuye sorprendentemente la importancia de la latencia
inconciente y activa en nosotros precisamente a favor de una imputación a la
que se llama “responsabilidad”.
O citando a Sartre nos dice: “…el
pasado en nosotros está vivo sólo a través de una libre selección de las
repercusiones preferidas. En el caso de que el hombre acierte con la selección
de su pasado, encarna necesariamente la libertad plena. En este proceso de
elección ve Sartre realmente la plenitud de un libre “proyecto”.
Sus citas de autores
existencialistas supera la veintena. Tal vez fue dejado de lado en las cátedras
y círculos especializados por un motivo simple: la comprensión de la síntesis
de todos esos aportes no es sencilla. Y no siempre le cayó bien a unos y a
otros. Critica a Freud porque reduce todo al nivel sexual y critica a Marx
porque reduce la historia del hombre al factor económico. En los Círculos por
él creados buscan que sus integrantes se cuestionen su forma de pensar
propulsando todo lo contrario a una ideología cerrada. Me gustaría ya a mí
formar un círculo abierto y dialogante en el que tratar temas relacionados con
la libertad, la esperanza y la desesperanza, la responsabilidad del hombre
sobre si mismo y con respecto a la sociedad. Caruso critica y rechaza una
sociedad que provoca el hambre y la miseria de muchos frente a la riqueza de
unos pocos, denuncia el peligro atómico aún latente en nuestros días, advierte
de la explosión demográfica y sus consecuencias que hoy vemos en migrantes y
refugiados y la poca conciencia de la agresividad y violencia en constante aumento
que el ser humano genera.
En el Prologo del libro nos
advierte del peligro para nuestra teoría humanista del desmoronamiento en
innumerables “sectas” (o pensamientos egocéntricos, diría yo) con propias
doctrinas antropológicas que impidan la unidad. Señala, asimismo, el uso del
método socrático y la revisión de la ciencia del hombre, tal como se presenta
en su día (y como se presenta hoy) y nos insta a conservar las fuerzas y seguir
adelante impidiendo esa “mortal desmembración”.
Ya en 1972 retorna a un plano
modificado de su realismo simbólico. En su reconocimiento desilusionado de la
precaria situación de la humanidad se plantea que es posible abrir un camino a
la esperanza de una planetrización de nuestro mundo en el sentido de Teillard
de Chardin con todas las potencialidades progresivas de una humanidad
solidariamente unificada en el futuro.
Me gustaría saber la opinión de
mis colegas al respecto de este autor. Mientras tanto, continúo con esta
atrayente obra.
Revisando bibliografía para un
futuro trabajo en el campo del Análisis Existencial encuentro interesante
releer su libro Bios, Psique, Persona.[1]
De origen ruso, criado en
Rumanía, con estudios en Lovaina, formación posterior analítica en Berlín y
Viena (con von Gebsattel y Einchorn) se nutre de los aportes existenciales de
Kierkegaard, Sartre y Marcel. Luego deriva en una postura “dialéctica” que
surge de sus lecturas de Hegel, Adorno y Marx. Trató de integrar todas esas
referencias en su “psicoanálisis personalístico y dialéctico”.
No nos debe confundir sus
referencias últimas a la “Psicología Profunda” ya que éste término surge como
sinónimo de “Psicoanálisis” cuando el racismo antijudío de la época nazi lo
adscribe a la cultura judía y pretende de esta forma descalificarlo.
En la solapa del libro citado,
publicado en alemán en 1957, nos encontramos con una descripción de la obra que
bien puede ser suscripta por cualquier existencial que acepte las discrepancias
propias del pensamiento original de cada uno de nosotros. Nos dicen los
editores: “se preocupa por la persona íntegra y total del hombre, sin torpes
mutilaciones o parcialismos”. “La vida humana resulta ser un proceso
dialéctico, una suma de equilibrios y desequilibrios, dirigidos a una
reconfiguración del ser, en un continuo fluir y refluir sobre el medio ambiente”
(el subrayado es mío). “El dolor y la muerte son necesarios en este camino (del
ser) del hombre hacia su salvación”. “Podríamos decir que todo el libro es un
canto al espíritu y a sus fuerzas creadoras en medio de un mundo misterioso que
se debate entre tremendas posibilidades técnicas”.
En este último párrafo
encontramos un reflejo de Frankl, a quien cita en la pág. 98 cuando dice: “…(en
Frankl) se disminuye sorprendentemente la importancia de la latencia
inconciente y activa en nosotros precisamente a favor de una imputación a la
que se llama “responsabilidad”.
O citando a Sartre nos dice: “…el
pasado en nosotros está vivo sólo a través de una libre selección de las
repercusiones preferidas. En el caso de que el hombre acierte con la selección
de su pasado, encarna necesariamente la libertad plena. En este proceso de
elección ve Sartre realmente la plenitud de un libre “proyecto”.
Sus citas de autores
existencialistas supera la veintena. Tal vez fue dejado de lado en las cátedras
y círculos especializados por un motivo simple: la comprensión de la síntesis
de todos esos aportes no es sencilla. Y no siempre le cayó bien a unos y a
otros. Critica a Freud porque reduce todo al nivel sexual y critica a Marx
porque reduce la historia del hombre al factor económico. En los Círculos por
él creados buscan que sus integrantes se cuestionen su forma de pensar
propulsando todo lo contrario a una ideología cerrada. Me gustaría ya a mí
formar un círculo abierto y dialogante en el que tratar temas relacionados con
la libertad, la esperanza y la desesperanza, la responsabilidad del hombre
sobre si mismo y con respecto a la sociedad. Caruso critica y rechaza una
sociedad que provoca el hambre y la miseria de muchos frente a la riqueza de
unos pocos, denuncia el peligro atómico aún latente en nuestros días, advierte
de la explosión demográfica y sus consecuencias que hoy vemos en migrantes y
refugiados y la poca conciencia de la agresividad y violencia en constante aumento
que el ser humano genera.
En el Prologo del libro nos
advierte del peligro para nuestra teoría humanista del desmoronamiento en
innumerables “sectas” (o pensamientos egocéntricos, diría yo) con propias
doctrinas antropológicas que impidan la unidad. Señala, asimismo, el uso del
método socrático y la revisión de la ciencia del hombre, tal como se presenta
en su día (y como se presenta hoy) y nos insta a conservar las fuerzas y seguir
adelante impidiendo esa “mortal desmembración”.
Ya en 1972 retorna a un plano
modificado de su realismo simbólico. En su reconocimiento desilusionado de la
precaria situación de la humanidad se plantea que es posible abrir un camino a
la esperanza de una planetrización de nuestro mundo en el sentido de Teillard
de Chardin con todas las potencialidades progresivas de una humanidad
solidariamente unificada en el futuro.
Me gustaría saber la opinión de
mis colegas al respecto de este autor. Mientras tanto, continúo con esta
atrayente obra.
Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña - España - 2017
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