Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

lunes, 20 de abril de 2015

¡NO QUIERO IR AL DENTISTA! Intervención psicológica en el tratamiento odontológico.


Dr. José Martínez-Romero Gandos
Abril de 2015.
         
Summary: At the present work the author point to the actual statement of scientific activity specially in reference to the dental patient approaching the possible relations between Psychology and Dentistry. The appliance of scientific technics along the treatment permits the superation of difficulties becoming the patient an active collaborator in himself making easier and enriching the specific job of a dentist. The author propose the superation of dualisms and the consideration of the human being as a bio-psico-social unit. Key words: sickness, pain, body, acceptance, fear, responsibility.

En noviembre de 2011 publicábamos, en este blog, un artículo sobre la asistencia psicológica ante una intervención quirúrgica.[1] Una especialización en ese campo de la psicoprofiláxis es la que psicólogas y psicólogos realizan en el ámbito de la consulta odontológica. Es un tema que nos preocupa y preocupa desde hace muchos años y a él dedicamos muchos de nuestros esfuerzos.[2]
          La aspiración de la Ciencia en este siglo XXI es la de superar esquemas que, hasta hace poco tiempo, tendían a mantener rígidas fronteras entre sus distintos campos y especializaciones. El diálogo entre diferentes disciplinas, especialmente en Medicina, Odontología y Psicología, tiene muchos defensores y éxitos. Esa posibilidad de diálogo surge cuando los profesionales toman conciencia acerca de la complejidad de su objeto de estudio, el Hombre. La Persona no es un ente lineal, circunscripto, restringido a un campo de estudio. Se inserta en una compleja red de relaciones que obligan a una especialización y a una consideración de áreas cada vez más reducidas de su conocimiento y asistencia.
          No es cuestión de encarar al ser humano de forma fragmentaria sino ponerse al servicio de una concepción que lo considere una totalidad. La interdisciplinariedad es una obligación y necesidad de la ciencia moderna.
          Superados los dualismos “cuerpo-psique”, concebido el hombre como una unidad y totalidad, el “enfermar” se corresponde con una manifestación que afecta la totalidad del ser.
          La enfermedad está tradicionalmente unida al dolor. Éste se puede describir desde un punto de vista fisiológico y también desde un ángulo psicológico. En el primer caso, podremos explicarlo, en el segundo podremos comprenderlo. En ambos casos debemos estar atentos a la intencionalidad de la conducta total del paciente.
          Muchos teóricos de la Analítica Existencial han tratado el tema del cuerpo. Hacemos nuestra, hoy, la reflexión que al respecto hacía M. Merleau Ponty cuando decía: “Yo no tengo un cuerpo, yo soy mi cuerpo”. En la relación yo-mundo que encarna nuestra modo de ser y de vinculación hay zonas privilegiadas del cuerpo que poseen especial resonancia afectiva.
          Ontogenéticamente, la boca es la primera y más importante de esas zonas porque fue nuestro vínculo y contacto con el mundo no más nacer. Posteriormente, en la evolución y maduración del ser humano, otras zonas corporales van adquiriendo valor y significaciones especiales. Pero la boca continúa desempeñando un rol esencial en el intercambio afectivo con el mundo. La boca mantiene una privilegiada situación de importancia en la relación con otras personas. De ahí que variaciones en ese ámbito corporal provoca inmediatas variaciones en el ámbito de las relaciones interpersonales (ejemplos varios: halitosis, carencia dentaria, maloclusiones, etc.). Los matices en esta área oscilarán entre placer o dolor, actitudes de aceptación o de rechazo, cuidadosa consideración u olvido de su cuidado.
          La perspectiva global de consideración de la Persona otorga a la Psicología un papel primordial en el estudio de la resonancia afectiva o vivencial, el análisis de cada caso en particular y el respeto de la irrepetibilidad de sus funciones y acciones. El estudio de la problemática individual es puesta a consideración, en este caso, del Odontólogo/a. La etapa siguiente es la puesta en marcha de técnicas específicas encuadradas dentro del ámbito de la Psicoprofiláxis (Psicohigiene). Dicho de otra forma intentar trascender el marco del tratamiento del problema, dolor o enfermedad para abarcar el nivel más amplio de promoción de la salud.
          Ya en 1964 el Dr. Gerald Caplan señalaba que “la psicohigiene debe incluir la prevención primaria como elemento esencial y promover la salud entre los miembros de la comunidad que corrientemente no están alterados, tratando de reducir el riesgo de que enfermen”.[3] Es decir, se espera lograr mediante el uso de técnicas específicas la disminución en la aparición de los transtornos vinculados al tratamiento odontológico.
          Esta tarea del Psicólogo/a se realiza en contacto con la actividad Clínica o Quirúrgica (psicoprofiláxis pre y post-operatoria), con la Odontopediatría con el trabajo conjunto en las distintas etapas evolutivas y con todo otro acercamiento al tratamiento odontológico.
          A grandes rasgos podemos decir que el trabajo se desarrolla, en la medida de lo posible, como prevención. Esta etapa de psicoprofiláxis puede realizarse en conjunto con el odontólogo/a en su clínica, en los colegios o en las actividades comunitarias locales. Contribuimos, así, a la prevención del surgimiento de dificultades y procedemos, como dice Caplan “a habilitar al individuo para que mejore sus capacidades de ajuste y adaptación, por medio de reacciones de superación basadas en la realidad”.[4]

          Esta tarea se puede desarrollar a nivel individual o en forma grupal, considerando en este caso a los pacientes de acuerdo a su edad evolutiva. Los objetivos planteados se encuadran en la necesidad de brindar a niños, adolescentes y adultos una información acerca del desarrollo del tratamiento que sea exacta pero adaptada a la edad y desarrollo madurativo del paciente.
          En el grupo de pacientes, las sesiones ayudan a canalizar y elaborar las expectativas, temores y ansiedades frente a la atención clínica o quirúrgica. El proceso puede realizarse eficazmente en una o varias sesiones. El tratamiento puede complementarse con una reunión con el grupo de padres para contribuir a desenvolver una actitud colaborativa que facilite la eficacia del proceso terapéutico.
La siguiente etapa se corresponde con una prevención secundaria o terciaria y se dirige a la consideración de los casos especiales planteados por el Odontólogo/a.
El paciente, al hacerse cargo de su ansiedad y temores, puede ir realizando una “acomodación” afectiva a la situación antes temida, configurando un nuevo modo de aceptar el tratamiento y comprometiéndose con él, cualquiera sea su edad, a través de una elección y con el uso de su responsabilidad. Dicha elección le permitirá superar y asumir cualquier molestia que surja en el transcurso de su tratamiento.
Es así que, mediante la intervención psicológica, el paciente pasa a ser un colaborador activo del proceso terapéutico y el odontólogo ve facilitada su tarea específica y enriquecido su quehacer diario.



[1] TENGO MIEDO! Intervención quirúrgica y asistencia psicológica (diciembre 2011)
http://logoterapiagalicia.blogspot.com/2011/12/tengo-miedo-intervencion-quirurgica-y.html

[2] Ya en 1972 publicamos en la revista “Ortodoncia” editada por la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires un artículo (en colaboración con la Lic. Ivonne Laberdolive y el Lic. Jorge Corsi) titulado “Técnicas psicológicas en el tratamiento ortodóncico integral (enfoque interdisciplinario) que recogía nuestra experiencia de trabajo con pacientes de odontología.
[3] Caplan, G. – Principles of Preventive Psychiatry”, New York, Basic Book, 1964 (Versión castellana: “Principios de Psicología Preventiva”, Buenos Aires, Paidós, 1966)
[4] Caplan, G. op. cit.

No hay comentarios:

Publicar un comentario