Dr. José
Martínez-Romero Gandos
A Coruña –
Galicia – España
Curriculum:
- Doctor en
Psicología por la Universidad del Salvador (Argentina)
- Doctor en Psicología
por la Universidade de A Coruña (España)
- Licenciado en
Psicología por la Universidad de Buenos Aires (Argentina)
- Profesor Normal,
Especial y Universitario por la Universidad de Buenos Aires (Argentina)
- Director del
Centro Sentido – A Coruña – Galicia – España
- Desde 1970
práctica profesional en psicoterapia individual, familiar y grupal.
- Formación en
Análisis Existencial y Logoterapia.
- Miembro acreditado
de la Asociación Internacional de Logoterapia y Análisis Existencial
(Viena); ;
- Miembro Fundador
de la Fundación Argentina de Logoterapia “Viktor E. Frankl”.
- Presidente de la
Asociación Gallega de Análisis Existencial y Logoterapia – Galicia -
España
“Si eres neutral en una situación de injusticia elegiste
el lado del opresor” Desmond Tutu.
La sociedad, en general, fracasó en el
reconocimiento de derechos a las personas con diversidad funcional. Este
“neo-concepto”, diversidad funcional, tuvo éxito desde los primeros momentos en
que fue defendido por colectivos integrados por personas con serias
limitaciones funcionales. Sustituye, creo yo convenientemente, al concepto de
“minusválido” que significa, literalmente, que vale menos. También sustituye a
“discapacitado” referido a alguien que es anómalo en sus capacidades y refiere
a un mundo en el que se mide y calcula en función de rendimientos ubicando a
estas personas en una especie de sub-especie evaluada por mayorías
estadísticas.
A lo largo de la historia reconocemos una estrategia de
muchas sociedades en las que existe un doble discurso entre el concepto de “asistencialismo salvador” y la
culpabilización sirviendo este doble discurso para lavar la moral que, en el
fondo, siempre entendió que el gasto en estas personas o el reconocimiento de
sus derechos era un desperdicio. La segregación del sistema educativo, laboral
o asistencial llega, en ocasiones, a proponer abortos ante ciertos diagnósticos
o esterilización en personas que llegan con sus dificultades a la edad adulta.
Me gustaría introducir aquí una
situación que presencié, protagonizada por el Dr. Viktor E. Frankl en Caracas
en el año 1986 en ocasión de celebrarse dos congresos consecutivos de Familia y
de Logoterapia. La Conferencia del Dr. Frankl versaba sobre familia y
paternidad responsable. Al final de la Conferencia un asistente, ubicado en las
últimas filas del enorme auditorio relató a Frankl que él era periodista,
escritor y profesor celebrando sus logros profesionales como un homenaje a su
madre quien, durante su embarazo, le fue sugerido por los médicos tratantes que
abortara porque el niño nacería con problemas que lo llevarían a una vida
desgraciada. Evidentemente la madre no abortó y el niño nacido fue querido y
enseñado a valorar la vida como siempre con sentido.
Podríamos decir que parecía
solamente un comentario de apoyo al discurso de Frankl si no hubiéramos sido
testigos de un hecho impresionante: Frankl invitó a esa persona a subir al
escenario. Con dificultad por su diversidad funcional extrema debida al uso de
talidomida en el embarazo el hombre se dirigió hasta el conferenciante. Frankl
lo saludó, le cedió su silla, permaneció de pié a su lado y dijo: “Solamente
por escuchar el testimonio de este señor valió la pena mi largo viaje desde
Viena hasta Caracas”. Lo dejó en su sitio y se retiró del escenario para que él
pudiera recibir merecidos aplausos.
Nosotros afirmamos, desde la
Analítica Existencial y la práctica de la Logoterapia, que esta situación
existencial de la persona en el Congreso como la de cualquier paciente que nos
consulta es “única e irrepetible” y
coincidimos con la generalidad de nuestros colegas en que es respuesta
inmediata al desarrollo de numerosos dinamismos psíquicos que han establecido
una personalidad a lo largo del tiempo y que se presenta en la realidad del “aquí
y ahora” como una realidad diferente. La realidad de un ser humano que
sufre y padece una discapacidad que lo condiciona en algún grado. Una realidad
que, sea cual sea el pronóstico, le coarta su libertad de desarrollar un
proyecto de plenitud y le amenaza el sentido de vida.
La Logoterapia es un accionar
teórico y técnico que procura ayudar al discapacitado a asumir la existencia
como real, a pesar del sufrimiento, contribuyendo al desarrollo de todas sus
potencialidades y capacidades para que actúen en función de ellas y encuentre
el sentido “a pesar de todo y aún en las peores circunstancias”
Decía Viktor E. Frankl: “Me atrevo a
decir que no hay nada en el mundo que ayude más efectivamente a una persona a
sobrevivir, aún en las peores condiciones, que conocer el sentido de su vida”.
Seguramente la madre de este señor citado le transmitió valores de actitud
frente al dolor, la enfermedad y la muerte que fueron acicate para el
desarrollo de una acción de vida responsable. No tenía ni atribuía culpa a
nadie porque la actitud del hombre siempre significa decidir sobre lo que ha de
hacer de sí mismo. Y agrega Frankl “Debemos intentar enseñar un optimismo sobre el
modelo de otras personas que han vivido y sufrido el optimismo trágico antes
que nosotros. Lo que no es posible, es un optimismo por decreto. A nadie
podemos ordenar que sea optimista o que espere contra toda esperanza”.
La meta de la
psicoterapia analítico-existencial es poder ayudar al otro a vivir con
auto-aprobación (autenticidad). Según la antropología analítico-existencial el
hombre alcanza la realización de su existencia cuando afirma su compromiso con
los valores y se proyecta en un “sentido”. Como psicoterapia fenomenológica
personal, el trabajo está dirigido hacia una vivencia libre, hacia tomas de
posición auténticas y hacia una relación auto-responsable con la vida (propia)
y con el mundo. Y recordar siempre que Frankl definía su teoría y práctica como
“Analítica Existencial y Logoterapia”.
La relación de encuentro que se produce en la
asistencia a estas personas, especialmente en aquellos casos más difíciles,
siempre crece y se desarrolla por la acción que ejercen ambos protagonistas: el
paciente y el profesional asistente.
Es una relación que solamente
podemos describirla desde un punto de vista casi literario. Por ello siempre
decimos que el encuentro es “una relación inefable”. No se puede hablar de
ella. Hay que vivirla en un nosotros único y muy especial.
No es una realidad que podamos
delimitar ni tampoco programar más allá de la aplicación del “arte” que cada
uno de nosotros aplica desde su profesión. Existe necesidad recíproca de
preguntas y respuestas. De gestos, de actitudes, de acercamientos y aún de
caricias. El profesional pregunta y el paciente responde. No siempre en forma
oral. Puede hacerlo corporalmente.
El paciente también interroga.
Quiere saber acerca de quién es esta persona que se acerca y sobre su propia
existencia. Se vincula con el cuidador como él sabe, como él quiere o como él
puede. El profesional no siempre “sabe” que decir o qué hacer con el paciente,
no siempre “quiere” decir o muchas veces “no puede decir”.
Esto puede generar resistencias en
ambos márgenes de la relación de encuentro. La resistencia “cierra” la
posibilidad de apertura en la relación. Si la relación es ocasional, tal vez
ambos protagonistas deseen “olvidar” el encuentro. Pero esta resistencia
originará conflicto si se mantiene en el tiempo. Seguramente.
Para vencerla es necesario
establecer una relación “original” que vincule a ambos de manera tal que
permita la aparición del “diálogo”. Esta puesta en común, esta
“comunión”, es la raíz original de lo que, habitualmente, llamamos
“comunicación profesional-paciente”.
Cuando encaramos un tema de la
complejidad que nos ocupa tenemos que aceptar que de esta forma de comunicación
surgen una ilimitada cantidad de técnicas que se distinguen por el diferente
grado de flexibilidad o rigidez en la realidad circunstancial del encuentro con
el que solicita ayuda o el que merece ayuda.
Médicos y psicólogos incrementan sus
estudios, investigaciones y comunicaciones científicas para esclarecer ideas
que les permitan dar respuesta a los interrogantes y angustias que las familias
les presentan desde el momento de la aparición del primer síntoma.
Cuando la respuesta a estos interrogantes no es
sencilla, ni fácil, ni siempre conocida, muchos profesionales se sienten
desvalidos para actuar y poco preparados para afrontar esta difícil situación.
Técnica versus comprensión. Preparación técnica
eficiente versus la toma de conciencia de los límites de su ciencia y arte.
Persona doliente que pide comprensión versus un entorno limitado en sus
respuestas.
No hay reglas para enfrentarse a esta difícil
situación pero sí hay formas particulares y únicas de acercarse a ese ser que
sufre y padece una patología que lo diferencia de los demás. En estas
circunstancias la comunicación entre el profesional y el paciente no está
limitada a la expresión verbal del discurso. Acceder desde el nivel profesional
al conocimiento de la situación[FT1] y poder comunicarlo es uno de los momentos más
difíciles que debemos enfrentar en nuestra diaria actividad asistencial.
Es necesario compartir nuestro estar dispuestos a
ayudar al otro como Persona. Darle la libertad de elegir la manera de ser
ayudado, de acuerdo a su peculiar modo de personalidad y modo de relación con
los otros.
Es apelar al otro. La apelación es un
llamado. Un llamado a la Esperanza. No es ocioso recordar aquí que “la
esperanza es el arma de los indefensos y por eso tiene eficacia” (Gabriel
Marcel). Este llamado, esta apelación, nos coloca en interlocutores de
privilegio en un tema de la mayor importancia para el discapacitado. Al
respetar su proyecto de vida, al ayudarlo a aceptar las modificaciones que la
enfermedad le impone le estamos ofreciendo la posibilidad de elegir una nueva
forma de vivir.
Si el profesional conoce bien la situación y el
futuro acontecer, deberá estar dispuesto a continuar aliviando el dolor físico
pero sin evitar compartir el dolor psíquico y moral del paciente. La
comunicación se torna, en estos casos, en el principal instrumento de la
“pastoral médica” (V.E.Frankl). No es una sustitución del papel de la familia,
los amigos o los religiosos que se acerquen. Es contribuir a una mayor plenitud
de vida a través del intercambio de actitudes y gestos de acompañamiento que
revitalizarán los momentos más importantes de su biografía haciéndola valiosa
de haber sido vivida.
Si el paciente ha dado a entender su real deseo
de saber y sobrellevar la situación es inútil o perjudicial escapar a esa
responsabilidad profesional de la comunicación. Establecer una comunicación
deficiente es coartarle la posibilidad de elección y responsabilidad sobre su
existencia real.
La Logoterapia, Tercera Escuela de Viena que fundara
Viktor E. Frankl, considera que el psicoterapeuta puede ayudar a la persona que
consulta apelando a la posibilidad de traspasar sus propios límites, pasar por
encima de su facticidad (la diversidad funcional) y la frecuente aparición de
una posición fatalista que casi siempre la acompaña logrando una dimensión
completamente nueva: vida con sentido, a pesar de todo, respeto de la
auto-trascendencia, apertura al amor y permisividad para la libertad
individual. Transformar las tensiones de un “yo” en crisis para que se produzca un “nosotros”
(familia, amigos, terapeutas).
La actividad profesional implicará juegos de
dramáticos silencios convocantes, actitudes de espera, continencia de la
angustia, desarrollo de caminos de libertad sin imposiciones, creando el lugar
apropiado para la confianza y desarrollando una creatividad técnica basada en
la utilización de “palabras límites”: fe, camaradería, sufrimiento, sentido,
esperanza, amor, solidaridad, cuidado del otro, que forman parte de lo que en
algunas Conferencias denominamos “el almacén logoterapéutico”.
Estar, sinceramente, a
disposición del otro. Amarlo como ser humano que sufre. Evitar que dé pasos
peligrosos. Permitirle elegir su camino sin condicionamientos. Ayudarle a
superar la paradoja entre la inmanencia y la trascendencia. Este es el juego de
roles que permite el ejercicio de la Logoterapia para los psicoterapeutas
formados. El Logoterapeuta renuncia antes de empezar el tratamiento. Renuncia a
promoverse. Renuncia a la posibilidad de dominar al otro. Renuncia a muchas
recompensas.
Practica, entonces, la
“apelación”, el llamado. Y en esto consiste la “cura”, el cuidado.
Paradojalmente, el
sufrimiento nos ha iluminado el camino que nos lleva a la puerta de la
trascendencia. Pese a la dependencia que los trastornos generan, llena de
rispideces y obstáculos, la libertad interior actúa como un ariete que rompe
ese cerco de dolor o sentimientos de pérdida que lo cerca y activa la capacidad
de sobreponerse para seguir adelante “a pesar de todo”. El sufrimiento actúa
como un filósofo interior que cada uno posee y que revela el valor de la vida,
iluminando, haciendo transparente lo que parecía tan impenetrable, abriendo
regiones hasta entonces veladas y enriqueciendo, verdaderamente, la existencia.
Por supuesto que por
“sufrimiento” nos referimos a aquel que no es fácil o posible superar. Debemos
acudir a la superación del sufrimiento innecesario. Solamente ante el
sufrimiento impuesto por las circunstancias de la discapacidad, aquello de lo
que no podemos escapar, debemos poner en marcha los valores actitudinales.
Soportar aquello que es evitable es, simplemente, masoquismo o estupidez.
Algunos psicoterapeutas
aíslan esta posibilidad de superación del sufrimiento por el sentido acentuando
la realización parcial de algunos aspectos del hombre perdiendo de vista su
personalidad pluritemática y multidimensional. “Curan” su cuerpo. “Curan” su
psique. “Curan” su relación interpersonal social. Pero olvidan la “cura” de la
dimensión especial que nos diferencia como personas: el espíritu.
Ninguna circunstancia debe imponer límites a la
vida. Ni enfermedades de cualquier tipo, ni circunstancias personales, ni
sociales, ni pseudo-universales ni pseudo-científicas. Cualquier Psicología que
prescinda del amor, del encuentro y de la comunicación separa al ser humano de
sus referentes originales e intencionales. La cualidad trascendente de la
realidad humana se potencia en el encuentro auténtico profesional-paciente.
Para lograr éxitos en el campo de la psicoterapia, especialmente en el campo de
la diversidad funcional, debe combinarse
las técnicas (estimulantes y bienvenidas) con la incorporación de un elemento
de arte que supere las limitaciones de la Ciencia en la consideración de su
genuina dimensión que es la dimensión espiritual (Frankl).
Esta es la “cura”. “Cura” es una voz latina que
designa “cuidado, preocupación”. Nuestra “preocupación” principal fue
establecer si quien acude mostrando una diversidad funcional es una Persona con
posibilidad de “curable”. Podemos afirmar que sí en el sentido que le dimos a
este trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
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Barcelona, Ed. Herder, 7ª. ed.
- Frankl, V. E.
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Barcelona, Ed. Herder.
- Frankl, V. E. (1988) “La voluntad de sentido”, Barcelona, Ed.
Herder.
- Frankl, V.E. (1978) The unheard cry for meaning. Touchstone book.
Simon and Shuster, New York.
- Gilbert, Paul (2014) Terapia centrada en la compasión, Editorial
Desclée DeBrouwer. Biblioteca de Psicología.
- Laín Entralgo, Pedro (1983) Teoría y realidad del otro. Alianza
Editorial, Madrid.
- Martínez, Yaqui Andrés (2012) Filosofía Existencial para Terapeutas
y uno que otro curioso, Colección Sentido, Ediciones LAG, México.
- Martínez-Romero Gandos,
José (2005) “Appello e cure a malati di cancro”, publicado en “Logoterapia
Applicata – periodico scientifico divulgativo di analisi esistenziale”
(Associazione di Logoterapia Italiana), Nº 5. http://www.logoterapiaapplicata.it/primapagina/articlex.asp
- Martínez-Romero Gandos, José (2006) ¿ES POSIBLE FUNDAMENTAR, DESDE
LA ANALÍTICA EXISTENCIAL, LA LOGOTERAPIA GRUPAL? Comentarios personales
sobre “El Ser y el Tiempo” (Heidegger) y su posible relación con la
actividad grupal. Publicado en la Revista Siso-Salud Nº 43, otoño 2006,
Asociación Galega de Saúde Mental, Galicia, España. ISSN: 1130-1538
- Martínez-Romero Gandos, José (2015)
Lenguaje, Hermenéutica y Psicoterapia Existencial. Publicado el 6 de abril
de 2015 en la Revista Latinoamericana de Psicoterapia Existencial, Nª 10 http://www.alpepsicoterapiaexistencial.com/revista/REVISTA_LATINOAMERICANA_10.pdf
- Yalom, I. D.
(1985) “Psicoterapia Existencial”,
Ed. Herder, Buenos Aires.