En 1968, en ocasión de la inauguración del XIV Congreso Internacional de Filosoía que tuvo lugar en la ciudad de viena, el Dr. Viktor E. Frankl pronunció una conferencia sobre el tema "El libro como tratamiento terapéutico". Nos pareció interesante recordar esta conferencia porque puede ilustrarnos mucho en cuanto a la recomendación terapéutica de lecturas.
“Cuando
se habla de libro como un medio terapéutico se hace con el mayor rigor clínico.
La denominada biblioterapia ocupa, desde hace ya varias décadas, un lugar muy
importante en el campo de la n neurosis. Al paciente se le recomienda la
lectura de unos libros determinados, pero no sólo de libros especializados.
Esta utilización del libro persigue, como es lógico, un objetivo y se ajusta a los distintos casos.
Teniendo
en cuenta que la psicoterapia se basa sobre todo en una colaboración entre el
médico y el enfermo, no hay que pensar que el libro puede sustituir al médico y
la biblioterapia a la psicoterapia. Pero no hay que menospreciar por ello al
libro. Yo poseo documentos en los que se desprende claramente que personas que
habían sufrido durante años neurosis agudas y que habían sido tratadas sin
éxito por el especialista, se aplicaron a sí mismas, a partir de la lectura de
un libro determinado, una técnica psicoterapéutica concreta, y se pudieron ver
libres así de su mal.
La
posibilidad de utilizar el libro con fines terapéuticos va más allá de lo
patológico. Así, por ejemplo en las crisis existenciales –de las que nadie
queda libre- el libro suele tener efectos prodigiosos. Un libro adecuado leído
en el momento oportuno ha salvado a muchas personas del suicidio y esto lo
sabemos los psiquiatras por experiencia. En este sentido, el libro presta una
auténtica ayuda en la vida… y en la muerte. No me refiero a los libros que se
han puesto de moda en que aparecen como titulo estereotipado las palabras
“death and dying”, la muerte y el morir, y en los que se habla de la muerte
como si no se tratara nada más que de un proceso que se puede dividir en tantas
o tantas fases e incluso manipular. A lo que yo me refiero es a la muerte como
a una de las situaciones límite del hombre, como uno de los aspectos de la
“triada trágica” de la existencia –según yo la denomino- formada por la muerte,
el dolor y la culpa. He visto cartas escritas en el lecho de muerte o en la
cárcel, en las que se expresa con emoción cómo un libro e incluso una sola
frase puede aportar en tales situaciones aislamiento exterior y franqueza
interior.
....”Volvamos al sentimiento de falta de sentido. ¿Cómo
se puede utilizar el libro como medio terapéutico contra la neurosis colectiva
de hoy en día?. En tres frentes sobre todo, contra tres aspectos actuales y
agudos de la enfermedad de nuestro tiempo: la neurosis de domingo, la crisis de
la jubilación y la neurosis del desempleo.
“El
domingo, durante el fin de semana, cuando cesa la actividad de los días
laborales, aumenta en las personas el sentimiento de falta de sentido. La
consecuencia de esto es una depresión típica, la denominada neurosis del
domingo, que al parecer está cada vez más extendida.”
“La
crisis de la jubilación, el
derrumbamiento psicosomático que sufren las personas que aparte del trabajo no
han tenido nada que llenara su vida y, liberados de la presión que suponían las
obligaciones profesionales y enfrentadas al vacío que encuentran dentro de sí
mismas, se desploman. Se puede prevenir este agotamiento psicofísico que se da
en la vejez conservando en buen estado tanto el cuerpo como la psique, y en
esto el libro actúa no sólo como medio terapéutico, sino también como
profiláctico. Nunca he visto amontonados tantos libros sobre un escritorio como
en el del profesor Berze, un antiguo director de Steinhof, que murió a los 91
años de edad estando psíquicamente sano y activo”..
“En
cuanto a la tercera, la neurosis del
desempleo, se trata de un síndrome que yo mismo describí, comprobado en
estudios. Está comprobado que la necesidad no es sólo económica, sino tambien
espiritual. Sin trabajo, al hombre le parece la vida vacía, se siente inútil.
Lo peor no es la falta de trabajo en sí, sino el sentimiento de falta de
sentido. ..”
... “El
hecho de que el hombre conoce instintivamente las posibilidades que los libros
le ofrecen para no hundirse interiormente en los momentos de depresión
económica queda demostrado por las circunstancias de que en los países con
cifras altas de desempleo se compran y se leen más libros.
“A esto se añade el hecho de que, en contraposición a los
grandes medios de comunicación social y a la pasividad a que inducen a los
hombres, el libro nos hace ser selectivos. Un libro no se puede conectar y
desconectar como una radio o un televisor. Por un libro hay que decidirse, hay que
comprarlo o al menos tomarlo prestado, hay que leerlo y de vez en cuando
interrumpir la lectura para pensar. Dentro de un mundo laboral amenazado por la
deshumanización, el hombre crea islas en las que nada pueda no sólo
entretenerse, sino también reflexionar, no sólo divertirse, sino también
meditar. El tiempo libre que ocupa leyendo le ayuda a huir de sí mismo, de su
propio vacío, y a entrar en sí
mismo. En una palabra, el libro
lleva a una liberación no centrífuga, sino centrípeta. Nos descarga de la
presión del trabajo, de la vida activa, y nos hace volver a la vida
contemplativa, a la existencia contemplativa, aunque sólo sea de vez en
cuando”.
“¿En qué
consiste la tarea y la responsabilidad del libro? En que cree al hombre capaz
de tener el deseo de sentido que hoy está tan frustrado”.
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