Tendremos que alejarnos un poco del lenguaje
científico para acercarnos a la etimología de las palabras. Nada mejor para
ello que ubicarse, bien alto, en un asteroide.
Comencemos por analizar la palabra “asteroide”.
Nos ubica muy lejos, entre Marte y Júpiter, según el diccionario enciclopédico
Larousse. “Con forma de estrella”, dice el lingüista. Pero no siempre acertamos
si nos quedamos con lo primero que nos cuentan. Porque también puede entenderse
como relativo a una clase de equinodermos: las estrellas de mar.
Desde aquí, tan alto, o en el fondo del mar, nos
sentaremos a observar y tratar de entender el lenguaje que los colegas
psicoterapeutas existenciales están utilizando en varios Congresos y cursos
sobre teoría y práctica de esta especialidad de la Psicología que nos es muy
grata, servicial y solidaria.
La primera palabra que escucho me recuerda y
refiere a muchos autores cuyos libros honran mi biblioteca: existencia.
Difícil definir. Poco agrega el diccionario: acto
de existir. “Modo de ser característico del ser humano”. Esto acerca pero no
completa la comprensión. Separa el término de otros significados más mundanos o
banales: “bienes pertenecientes en una fecha determinada a una empresa”.
Desde el latín vulgar podemos quedarnos con
aquello que refiere al “colocarse fuera de”, “ex-sistere”, salir, nacer. El
acto de tener vida o el de manifestarse en una realidad. El verbo “sistere”
indica “tomar posición”. El prefijo “ex” le da calidad de salida hacia afuera. El prefijo “a”, por ejemplo en “a-sistir”, nos
denota “tomar posición en un determinado lugar”.
Escucho en un Congreso: “Asistimos a una
actualización de los aspectos principales de la teoría de la Existencia”. Ahora
sabemos y podemos interpretar desde este asteroide que manifiestan su toma de
posición sobre el acto de nacer y morir. “Asisten” al extraordinario fenómeno
de la “existencia”.
Sigamos escuchando.
Suena la palabra “responsabilidad”, varias veces.
¿Será importante para la “existencia” el ejercicio de la responsabilidad? No
nos tiene que caber ninguna duda porque su etimología nos refiere al verbo
latino “responsum”, dar respuesta a algo o a alguien.
Aquí, en el asteroide, nos entendemos rápidamente
porque es muy pequeño y la comunicación es perfecta: prefijo “re” (vuelta al
punto de partida, vuelta atrás), verbo latino “spondere” (prometer, obligarse a
algo), sufijo latino “bilis” (ser capaz de) y otro sufijo “idad” que denota la
cualidad. En resumen: responsabilidad es la cualidad de aquel que es capaz de
responder a sus compromisos.
Y una larga serie de palabras vinculadas al verbo
“spondere”: espontáneo, corresponder, esposo, esposa, esponsales, desposar.
Atención, que usamos mucho “espontaneidad”. Ahora
sabemos que implica una “respuesta” con la cualidad de la voluntad implícita,
con naturalidad, falta de artificio o reserva. No es cualquier respuesta.
Vinculada directamente con “responsabilidad”. Ser “espontáneo” no tiene nada
que ver con ser “zafado, suelto, sin control”.
Recordar significados y tener en cuenta que cuando
hablamos acerca de “la espontaneidad” nos estamos refiriendo a la expresión del
amor a quien nos merece “corresponder”, especialmente en los “esponsales”.
No siempre las relaciones interpersonales cursan
en un ambiente de “responsabilidad” y “espontaneidad”. Es habitual y son
numerosos los “conflictos” producidos en estas relaciones. Se subestima el valor etimológico de esta
última palabra: conflicto. Su origen en el verbo latino “fligere” o “flagere”
nos remite a varias palabras relacionadas con el dolor y el daño, como
“afligir, (causar tristeza, angustia) infligir (causar castigos, derrotas,
agravios) o “flagelo” (azote o instrumento para azotar). En resumen, conflicto
significa “choque o encontronazo con otro”.
Podría aparecer en un trabajo científico sobre
violencia doméstica una referencia a un caso en el que “la mujer no ha superado
el conflicto con su pareja,
situación que la aflige y le
preocupa por los posibles daños
que la situación pueda infligir
a la familia”. Ahora sabemos que la referencia es clara y tal vez redundante
ante la insistencia en el concepto de “daño”.
Tal vez, para superar una situación de “conflicto”
se busque la “reconciliación”. Tal vez ésta sea resultado de un trabajo propio
de las personas en “conflicto”, se busque la intervención de un mediador o se
acuda a la consulta con un terapeuta.
Siempre se estará apelando a lo que
etimológicamente equivale a “concilium” (volver a la asamblea, a la unión o al
acuerdo con otros). Es obvio que, agregando el prefijo “re”, tenemos en marcha
un proceso de “reconciliación” o lo que equivale a un llamado a volver a la
unión o a la participación de la asamblea, sociedad, familia o unión.
¿Buscar a un “mediador” o acudir a un “terapeuta”?
No
siempre tenemos claro el origen de estas dos acepciones. “Mediador” es el que
está “en el medio”. Por cierto, igual origen que para “mediocre” (medius: estar
en medio y ocris: montaña o peñasco escarpado). Así “mediocris” sería el que se
queda a mitad del camino, a mitad de la montaña, algo pobre o que no destaca en
la evolución de la lengua romance.
Explicar el origen de la palabra “terapeuta”
resulta un poco más difícil y apasionante. La palabra “terapeuta” deriva del
griego “therapeia”, que refiere a la medicación pero también significa “servir,
cuidar, atender”. Ubicándonos en la grecia clásica encontramos que “therapon”
era el siervo y “therapeutikos” el siervo encargado de cuidar la realización de
servicios religiosos aunque también el encargado de expulsar a los perros que
ingresaran en el templo.
Debemos pensar, entonces, en un “terapeuta” que no
se ubique por encima de los demás sino que esté a su servicio. Estamos al servicio del otro para acompañarlo
en el camino hacia su plenitud.
Frankl agregó, a través de su trabajo, obra
escrita y conferencias, que somos “pastores de almas”· en la procura de aquel
que, sintiendo una gran frustración existencial, ha confundido el sentido de la
vida y ha caído en el sinsentido. Somos terapeutas, profesionales al servicio
del mantenimiento o descubrimiento del “logos”, el sentido. Somos aquellos que
tenemos la obligación de detenernos, de comprender y de hablar, para transmitir
el mensaje.
Aún nos falta comprender el significado de muchas
palabras usadas en el lenguaje utilizado por Psicoterapeutas Existenciales en
su práctica y en los trabajos presentados en Congresos y Seminarios. Pero este
asteroide en el que me encuentro entra en el cono de sombra y me cuesta
escribir en la penumbra.
Volveremos, en cuanto termine esta circunvalación,
a preguntarnos sobre muchos otros temas y a facilitar la comprensión del
lenguaje utilizado.
Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña - Galicia - España
sentido@cop.es
septiembre 2014