En el Dia del Libro - 23 de abril de 2014
Dr. José
Martínez-Romero Gandos
A Coruña – Galicia –
España
Según Domingo Buonocore, “biblioterapia”
es el arte de curar las enfermedades por medio de la lectura. Desde la más
remota antigüedad se atribuyó esta virtud a los libros, como lo demuestra la
famosa leyenda que un faraón de Egipto inscribió en el frontispicio de su biblioteca "Tesoro de
los remedios del alma".
En el antiguo Egipto, el Faraón Rammsés II mandó grabar
en el frontispicio de su biblioteca la frase "Remedios para el alma".
Las bibliotecas se localizaban en templos denominados "Casas de
vida", (en egipcio: Per Anj) dedicadas se encontraban la medicina,
astronomía, matemáticas, doctrina religiosa y lenguas extranjeras. Se afirma
que en estas Casas de Vida también funcionaban unos establecimientos que
podrían ser considerados una especie de sanatorios.[1]
Entre los romanos, Aulus Cornelius Celsus también asoció la lectura con el
tratamiento médico, al recomendar la lectura y discusión de las obras de
grandes oradores, como recurso terapéutico en el desarrollo de la capacidad
crítica de los pacientes.
También los griegos consideraban los libros, como una forma de tratamiento
médico y espiritual al concebir las bibliotecas (tal como lo hicieran los
egipcios) como "medicina del alma". Durante la Edad Media la lectura
de textos sagrados en el transcurso de una operación era algo habitual.
Recurrían tanto a la Biblia ,
vida de santos, epopeyas, tragedias y otras historias profanas, cumpliendo
todas ellas fines terapéuticos.[2]
En cuanto a los países árabes, el Libro, Kittab, para el Islam es el atributo
principal de Dios, comparte su Eternidad, es un Representante, Dirección y
Remedio para el hombre. Para curar la enfermedad mental, el religioso musulmán
-oficie en Oriente o en cualquier otro lugar del mundo- hace beber a su
paciente un agua donde ha mojado un papel cubierto de versícu Para los
cristianos, la Biblia ,
es considerada como la palabra de Dios que con amor se dirige a sus hijos y
habla con ellos. Es fortaleza de la fe, alimento del alma y fuente de la vida
espiritual.
La palabra buscada en la Santa Biblia es
código que regula los actos, representa la respuesta de Dios para su problema o padecimiento. La fe
moviliza a creer y trae la sanación y la paz.los coránicos. Tragarse el Libro
se comprende aquí al pie de la letra.[3]
Para los cristianos, la Biblia , es considerada como la palabra de Dios
que con amor se dirige a sus hijos y habla con ellos. Es fortaleza de la fe,
alimento del alma y fuente de la vida espiritual. La palabra buscada en la Santa Biblia es
código que regula los actos, representa la respuesta de Dios para su problema o padecimiento. La fe
moviliza a creer y trae la sanación y la paz.
Las
comunidades hebreas de Europa Occidental, utilizaban la lectura como ritual
religioso. Lo hacían en grupo, en voz alta, que en general se tarareaba, de
determinadas unidades textuales, como por ejemplo: “la costumbre de leer
fragmentos de la Misnah
por el sufragio de las almas de difuntos, cuyo único nexo de contenido consiste
en el hecho de que las iniciales de los distintos párrafos constituyen el
acróstico de los nombres de los mismos difuntos”.
Más
elocuente es aún el uso de la lectura ritual del Zohar, para la cual fueron impresos fascículos en los que las
unidades de lectura se interrumpen y comienzan incluso en medio de una frase.
Participantes a este tipo de ritos atribuyen al Zohar cualidades metafísicas, como por ejemplo la de curar enfermedades, ayudar en delicadas situaciones afectivas,
hacer fértiles a mujeres estériles e incluso apresurar la redención mesiánica”.
Recién
a principios del siglo
XX surge la idea de las “bibliotecas de hospital”. El
valor terapéutico de los libros y de la lectura fue tratada en 1914 por
bibliotecarios de los Estados Unidos, durante la Primera Guerra
Mundial.
Se aplicó en el cuidado médico de los soldados, que disponían de mucho
tiempo mientras se recuperaban. Éstos experimentaron que la lectura no sólo los
entretenía sino que también tenía efectos curativos. Por ese tiempo, creció la
implementación de grupos biblioterapéuticos, también en ámbitos de internación
psiquiátrica. Los libros resultaron ser buenos para el estado de bienestar de
los pacientes.
En Finlandia la primera biblioteca
de hospital fue abierta en 1936 por voluntarios de la Cruz Roja. Durante la Segunda Guerra
Mundial en 1945, la
Biblioteca de la ciudad de Helsinki organizó, coordinó y
dirigió bibliotecas hospitalarias.
“Biblioterapia es un término
derivado de las palabras latinas libro
y tratamiento. "Biblio", es
la raíz etimológica de palabras usadas para designar todo tipo de material
bibliográfico, y "terapia", significa cura o restablecimiento. La
biblioterapia es vista como un proceso interactivo, resultando en una
integración bien sucedida de valores y acciones”.[4]
“Biblioterapia es la prescripción de materiales de lectura que auxilien a
desenvolverse en forma natural y nutran y mantengan la salud mental. Se incluye
romances, poesías, filosofía, ética, religión, arte, historia, libros
científicos”. (Alice Bryan, 2001).
Para Carolina Shrodes (1949), “Es un proceso dinámico de interacción entre
la personalidad del lector y la literatura imaginativa, que puede atraer las
emociones del lector y liberarlas para uso consciente y productivo”.
La enciclopedia libre Wikipedia define la Biblioterapia como
una disciplina que inicialmente utiliza la relación de las personas, con la
forma y el contenido de libros, como recurso terapéutico. La biblioterapia, así
basada en la poesía y otras palabras escritas, es combinada usualmente, con la
terapia a través de la escritura. Como una práctica general sanadora, la
biblioterapia asume que la lectura tiene buenas propiedades.
Cabe señalar que consultado el Diccionario de la Real Academia
Española tanto en su soporte papel como virtual, se informa que no se
encuentran registros de la palabra “biblioterapia”.
En
conclusión, la biblioterapia puede considerarse o bien como un proceso de
desarrollo personal o como un proceso clínico de cura. En este proceso, sus
participantes guiados por un profesional, inician un camino de reflexión con el
objeto de lograr la integración de sentimientos y pensamientos a fin de
promover la autoafirmación, el autoconocimiento o la rehabilitación.
(ver también en este Blog el artículo "Investiguemos sobre el desarrollo de la Psicoterapia Existencial") http://logoterapiagalicia.blogspot.com.es/2014/04/investiguemos-sobre-el-desarrollo-de-la.html
UN TEXTO DEL DR. VIKTOR E. FRANKL AL RESPECTO
1968 . Inauguración
del XIV Congreso Internacional de Filosofía (Viena) por el Dr. Viktor E. Frankl – Conferencia: “El libro como
tratamiento terapéutico”
“Cuando se habla de libro como un medio terapéutico se hace con el mayor
rigor clínico. La denominada biblioterapia ocupa, desde hace ya varias décadas,
un lugar muy importante en el campo de la n neurosis.
Al paciente se le recomienda la lectura de unos libros determinados, pero no
sólo de libros especializados. Esta utilización del libro persigue, como es
lógico, un objetivo y se ajusta a los
distintos casos.
Teniendo
en cuenta que la psicoterapia se basa sobre todo en una colaboración entre el
médico y el enfermo, no hay que pensar que el libro puede sustituir al médico y
la biblioterapia a la psicoterapia. Pero no hay que menospreciar por ello al
libro. Yo poseo documentos en los que se desprende claramente que personas que
habían sufrido durante años neurosis agudas y que habían sido tratadas sin
éxito por el especialista, se aplicaron a sí mismas, a partir de la lectura de
un libro determinado, una técnica psicoterapéutica concreta, y se pudieron ver
libres así de su mal.
La
posibilidad de utilizar el libro con fines terapéuticos va más allá de lo
patológico. Así, por ejemplo en las crisis existenciales –de las que nadie
queda libre- el libro suele tener efectos prodigiosos. Un libro adecuado leído
en el momento oportuno ha salvado a muchas personas del suicidio y esto lo
sabemos los psiquiatras por experiencia. En este sentido, el libro presta una
auténtica ayuda en la vida… y en la muerte. No me refiero a los libros que se
han puesto de moda en que aparecen como titulo estereotipado las palabras
“death and dying”, la muerte y el morir, y en los que se habla de la muerte
como si no se tratara nada más que de un proceso que se puede dividir en tantas
o tantas fases e incluso manipular. A lo que yo me refiero es a la muerte como
a una de las situaciones límite del hombre, como uno de los aspectos de la
“triada trágica” de la existencia –según yo la denomino- formada por la muerte,
el dolor y la culpa. He visto cartas escritas en el lecho de muerte o en la
cárcel, en las que se expresa con emoción cómo un libro e incluso una sola
frase puede aportar en tales situaciones aislamiento exterior y franqueza
interior.
“Todos
conocemos del afán de leer que sienten los jóvenes. Se dan cuenta
instintivamente de la fuente de energía que los libros constituyen. ¿Cómo si
no, podría explicarse lo que sucedió hace décadas- en el campo de concentración
de Theresienstadt? Se había preparado el transporte de mil jóvenes y a la
mañana siguiente salía hacia el campo de concentración de Auschwitz. Pero esa
misma mañana se comprobó que había sido asaltada la Biblioteca. Cada
uno de los condenados a muerte había metido en su mochila algunas obras de su
poeta preferido y algún libro científico. Eran las provisiones para el viaje
hacia lo (por suerte aún) desconocido. Que venga ahora alguien y me diga
“primero la comida, luego la moral”. ...
....”Volvamos al sentimiento de falta de sentido. ¿Cómo
se puede utilizar el libro como medio terapéutico contra la neurosis colectiva
de hoy en día?. En tres frentes sobre todo, contra tres aspectos actuales y
agudos de la enfermedad de nuestro tiempo: la neurosis de domingo, la crisis de
la jubilación y la neurosis del desempleo.
“El
domingo, durante el fin de semana, cuando cesa la actividad de los días
laborales, aumenta en las personas el sentimiento de falta de sentido. La
consecuencia de esto es una depresión típica, la denominada neurosis del
domingo, que al parecer está cada vez más extendida.”
“La
crisis de la jubilación, el
derrumbamiento psicosomático que sufren las personas que aparte del trabajo no
han tenido nada que llenara su vida y, liberados de la presión que suponían las
obligaciones profesionales y enfrentadas al vacío que encuentran dentro de sí
mismas, se desploman. Se puede prevenir este agotamiento psicofísico que se da
en la vejez conservando en buen estado tanto el cuerpo como la psique, y en
esto el libro actúa no sólo como medio terapéutico, sino también como
profiláctico. Nunca he visto amontonados tantos libros sobre un escritorio como
en el del profesor Berze, un antiguo director de Steinhof, que murió a los 91
años de edad estando psíquicamente sano y activo”..
“En
cuanto a la tercera, la neurosis del
desempleo, se trata de un síndrome que yo mismo describí, comprobado en
estudios. Está comprobado que la necesidad no es sólo económica, sino tambien
espiritual. Sin trabajo, al hombre le parece la vida vacía, se siente inútil.
Lo peor no es la falta de trabajo en sí, sino el sentimiento de falta de
sentido. ..”
... “El
hecho de que el hombre conoce instintivamente las posibilidades que los libros
le ofrecen para no hundirse interiormente en los momentos de depresión
económica queda demostrado por las circunstancias de que en los países con
cifras altas de desempleo se compran y se leen más libros.
“A esto se añade el hecho de que, en contraposición a los
grandes medios de comunicación social y a la pasividad a que inducen a los
hombres, el libro nos hace ser selectivos. Un libro no se puede conectar y
desconectar como una radio o un televisor. Por un libro hay que decidirse, hay que
comprarlo o al menos tomarlo prestado, hay que leerlo y de vez en cuando
interrumpir la lectura para pensar. Dentro de un mundo laboral amenazado por la
deshumanización, el hombre crea islas en las que nada pueda no sólo
entretenerse, sino también reflexionar, no sólo divertirse, sino también
meditar. El tiempo libre que ocupa leyendo le ayuda a huir de sí mismo, de su
propio vacío, y a entrar en sí
mismo. En una palabra, el libro
lleva a una liberación no centrífuga, sino centrípeta. Nos descarga de la
presión del trabajo, de la vida activa, y nos hace volver a la vida
contemplativa, a la existencia contemplativa, aunque sólo sea de vez en
cuando”.
“¿En qué
consiste la tarea y la responsabilidad del libro? En que cree al hombre capaz
de tener el deseo de sentido que hoy está tan frustrado”.
[3] HADDAD, Gérard (1990) Los biblioclastas: el mesías y el auto de
fe. Buenos Aires, Ariel. p.30
[4] THIAGO FERREIRA, Danielle (2003)
http://logoterapiagalicia.blogspot.com.es/2014/04/investiguemos-sobre-el-desarrollo-de-la.html