Dr. Frankl y Dr. Martínez-Romero en Caracas 1985

sábado, 23 de febrero de 2019

La Muerte del Otro según Heidegger


¿Morir no significa salir del mundo, perder el ser-en-el-mundo? Llevando al extremo el no-ser-en-el-mundo del muerto sigue siendo un ser, en el sentido del ser simplemente dado de una cosa corpórea. En la muerte de los demás, se puede hacer la experiencia del curioso fenómeno ontológico que se puede determinar como alteración sufrida por un ente al pasar del modo de ser de la presencia (de la vida) hacia el modo de no más presencia. El fin de un ente, en cuanto presencia, es su "principio" como simplemente ser dado.

Interpretar el movimiento del paso de la presencia hacia el ser simplemente dado pierde la base fenomenal en la medida en que el ente remanente no es una mera cosa corpórea. Desde el punto de vista teórico, incluso el cadáver dado es aún objeto posible de la anatomía patológica, cuya tendencia de comprensión se orienta, no obstante, por la idea de vida. El ser todavía simplemente dado es "más" que una cosa material, "destituida de vida". En él se encuentra "algo no vivo", que perdió la vida.

Sin embargo, incluso esa caracterización de lo que aún queda no agota completamente los datos fenomenales determinados por la presencia.

El "finado" que, en posición de muerto, fue retirado del medio de los que "quedaron atrás" es objeto de "ocupación" en los funerales, en el entierro, en las ceremonias y en los cultos de los muertos. Y eso porque, en su modo de ser, él es "aún más" que un instrumento simplemente dado en el mundo circundante y pasible de ocupación. Junto con él, en el homenaje del culto, los que quedaron atrás "son y están con él", en el modo de una preocupación reverencial. Así, la relación ontológica con el muerto tampoco debe ser aprehendida como "ocupación" de lo que está a mano.

En ese ser-con el muerto, el finado "él mismo" no está más de hecho "por ahí". Ser-con indica, sin embargo, siempre convivir en el mismo mundo. El finado dejó nuestro "mundo" y lo dejó detrás. Es "desde el mundo" que los que quedan pueden "ser y estar con él".

En cuanto a la aprehensión fenomenal del no más ser presencia del finado, más clara será la visión de que justamente ese ser-con el muerto "no" hace experiencia del haber llegado al final del finado. La muerte se desvela como pérdida y, más que eso, como aquella pérdida experimentada por los que se quedan. Al sufrir la pérdida, no se tiene acceso a la pérdida ontológica como tal, "sufrida" por quien muere. En sentido genuino, no hacemos la experiencia de la muerte de los demás. A lo sumo, estamos sólo "juntos".

- Martin Heidegger. Ser y Tiempo.  312/313.