Artículo publicado en: Rev. Nufen: Phenom. Interd. | Belém, 10(3), 179-198, set. – dez., 2018.
Universidade Federal do Pará. Núcleo de Pesquisas Fenomenológicas. Brasil
Considerations on
domestic violence from the perspective of phenomenological-existential
psychology
Considerações sobre
violência doméstica a partir da perspectiva de uma psicologia fenomenológico-existencial
Dr. José Martínez-Romero
Gandos
Resumen
En este trabajo consideraremos teoría y práctica de
la asistencia psicológica a mujeres víctimas de violencia doméstica desde el marco
de la Psicología Fenomenológica-Existencial, entendiendo que el conocimiento de
estos aspectos favorecerá la difusión de un modo de acercamiento al otro que
ayude a reducir esa violencia. Difusión que no solo abarcará el ámbito
profesional sino también un mensaje a las víctimas para que encaren con
valentía su lucha.
Palabras
clave: violencia doméstica, Psicología Fenomenológica Existencial, Programas de
Asistencia.
Abstract
In this paper we will consider the theory and
practice of psychological assistance to women victims of domestic violence from
the framework of Phenomenological-Existential Psychology, understanding that
the knowledge of these aspects will promote the diffusion of a way of
approaching the other that will helps reduce that violence. Dissemination of
information that will not only cover the professional scope but also a message
to the victims so that they face with courage their fight.
Keywords: domestic
violence, Phenomenological-Existential Psychology, Attendance Programs.
Resumo
Neste artigo, vamos considerar a teoria e
prática da assistência psicológica às mulheres vítimas de violência doméstica
baseando no âmbito da psicologia fenomenológica-existencial, entendendo que o
conhecimento desses aspectos favorecem a propagação de uma maneira de abordar o
outro para ajudar a reduzir esse violência. Divulgação não apenas cobre o campo
profissional, mas também uma mensagem para as vítimas que abordam sua luta
bravamente.
Palavras-chave:
violência doméstica, Psicologia Fenomenológica Existencial, programas de
assistência.
INTRODUCCIÓN
La
lucha para promover la autonomía y autenticidad de las víctimas de la violencia
doméstica no se restringe a un país o comunidad concreta sino que,
lamentablemente, como tal violencia es un fenómeno global que debemos
comprender y asistir en todos los niveles de la sociedad. Paulatinamente se va
incrementando el número de aportes de ideas y planes sobre este tema que
permitan reducir y aspirar a terminar con este tipo de agresiones. Trataremos
de presentar al lector una metodología de aproximación al fenómeno y presentar
aportes teóricos de la Psicología Fenomenológica-Existencial que permitan una
mejor asistencia a las víctimas de la violencia doméstica.
Ya
Husserl nos advertía que un saber universal sobre el mundo en sí no nos ofrece
certeza de alcanzarlo: “Puedo yo encontrar una verdad, una verdad definitiva?
¿Una verdad definitiva que yo pueda encerrar en un enunciado sobre un ser en
sí, teniendo la seguridad indubitable de su carácter definitivo? Si dispusiera
ya de semejantes verdades dotadas de «evidencia inmediata», podría por vía
mediata derivar de ellas nuevas verdades. Pero, ¿dónde están? ¿Existe en
alguna parte un ser en sí del que yo esté tan indudablemente seguro por
experiencia inmediata que yo mismo pueda luego, con auxilio de conceptos
descriptivos, ajustados inmediatamente a la experiencia, al contenido de la
experiencia, enunciar verdades en sí de carácter inmediato? ¿Qué vale, en
conjunto y en detalle, la experiencia del orden mundano, de este orden del que
tengo una certeza intuitiva de carácter inmediato en cuanto ser
espacio-temporal?” (Husserl, 1992, p. 129-130).
Por
supuesto, no enunciaremos verdades sino aspectos descriptivos de nuestro
acercamiento profesional a las víctimas, enunciando detalles de la experiencia
del encuentro y de la experiencia de la víctima que relatará en un discurso
vinculado a su vivencia espacio-temporal. No tendremos certezas pero podemos
establecer “intuiciones significativas” sobre esa realidad. Y Husserl nos
agrega sobre esa realidad mundana: “Es una certeza, pero una certeza puede
modalizarse; lo cierto puede llegar a ser dudoso, disiparse en simulacro en el
curso de la experiencia: ningún enunciado sobre la experiencia inmediata me da
un ser de acuerdo a lo que es en sí, sino una cosa mentada según el modo de certeza
que debe confirmarse en el flujo moviente de mi vida de experiencia” (Husserl,
1992, p.130).
Consideraremos
la asistencia psicológica a mujeres víctimas de violencia doméstica desde el
marco de la Psicología Fenomenológica-Existencial, entendiendo que el
conocimiento de estos aspectos favorecerá la difusión de un modo de
acercamiento al otro que ayude a reducir esa violencia. Difusión que no solo
abarcará el ámbito profesional sino también un mensaje a las víctimas para que
encaren con valentía su lucha. Un problema y una actuación profesional que no
se restringe a un país o comunidad concreta sino que, lamentablemente, es un
fenómeno global. Actuar con urgencia para ayudar a estas mujeres a encontrar
sentido a su vida mediante la recuperación de su libertad y proyectos vitales,
aún en las peores circunstancias, abre la posibilidad de supervivencia y logro
de la modificación de pautas de vida que alejen el peligro y les permita reanudar
su vida cotidiana con pleno bienestar.
Según
expresa el profesor Goto en su artículo sobre Husserl éste “trató de establecer
una filosofía estricta y al mismo tiempo formuló una psicología racional y
pura, es decir, una psicología fenomenológica en la fenomenología filosófica.
Además de una introducción a la fenomenología, Husserl destaca en
el Artículo la psicología pura a priori como una base metódica acerca
de lo que puede surgir en principio una psicología empírica científicamente
estricta, entonces tienes que ir a la propia fenomenología filosófica y
comprenderla en la cara de la psicología y a pensar auténticamente sobre el
proyecto que propone Husserl. Así, la importancia de este estudio parte de la
necesidad de reanudar lo que es verdaderamente una psicología fenomenológica” (dos Reis, Holanda e Goto, 2016,en Resumen en
español)
Si
conducimos nuestro discurso a partir de esta metodología es porque entendemos
que nos permite no solamente la aprehensión de lo cognoscible por medio del
intelecto sino que también nos permite captar el plano afectivo y volitivo,
crucial en el acercamiento a las víctimas, que constituyen “intuiciones
eidéticas”[1] de
sentimientos, voliciones e impulsos imprescindibles para comprender el uso o
restricción de la libertad personal de nuestras entrevistadas y su “mundo
vital”.
Las
víctimas que van a ser entrevistadas por nosotros para ofrecerles la asistencia
psicológica presentan una resistencia inicial para volcar en ese encuentro sus
experiencias vitales relacionadas con la violencia sufrida. Esas experiencias
están cargadas de significaciones valorativas, afectivas, volitivas y
estéticas. El victimario se relaciona tratando de anular los valores
fundamentales de la víctima (conservación, confianza, gratitud, etc.), su alegría
se transforma en susto, agitación, desconfianza, vergüenza, su libertad se ve
restringida a su mínima expresión y el sentimiento de inferioridad que todo
esto provoca la hunde en un abandono de sí misma en aseo, arreglo o vestimenta.
A
este respecto Husserl señala que “el mundo de la experiencia sensible que viene
dado siempre de antemano de modo aproblemáticamente, y toda la vida mental que
se alimenta de ella, tanto la acientífica como, finalmente, también la
científica” constituye lo que él denominó “el mundo de la vida” (Husserl, 1991,
p. 80). El “mundo de la vida” implica, por consiguiente, una infraestructura de
sentido que nos muestra lo experimentado como mucho más rico que el contenido
presente, en este caso en la entrevista.
Observamos
que lo expresado por Husserl acerca de la riqueza de esas significaciones que
olvida la ciencia natural en su comprensión del mundo se nos presenta en esas
entrevistas cuando la víctima fue tratada anteriormente por sus lesiones por
médicos y forenses que se atienen a la descripción de los hechos sin atender a
las vivencias de esa experiencia por la consultante. Una actitud “naturalista”
frente a una posibilidad de “actitud “personalista” que Husserl distinguirá
entre “mundo de la ciencia” y “mundo de la vida”.
La
motivación por la que deseamos explicar aquí la metodología con la que
trabajamos en el ámbito de la asistencia a la violencia desde una perspectiva
fenomenológico-existencial surge, fundamentalmente, del respeto y valoración en
su máximo nivel de la Persona. La diferencia fundamental con otros
acercamientos teóricos reside, principalmente, en la consideración de ese
“mundo de la vida”, de ese mundo circundante de la víctima que Husserl
consideraba válido de una manera “natural”. Apartándonos de todo prejuicio,
tanto personal como social, aplicando una “epojé” que nos permita abstraernos
de lo no esencial y atenernos a lo fundamental, explorando y describiendo los
distintos modos en los que puede dárseme ese “fenómeno” y poder tener en mi
conciencia de psicoterapeuta los distintos actos intencionales con los que me
puedo dirigir al otro que consulta. Este paso de convertir "lo
humano" en fenómeno, es decir, en "ignorar" tal o cual aparición
empírica-real en tanto "real". Al resaltar los distintos actos
intencionales de la víctima me limito a resaltar lo que se presenta a su
conciencia. Una de las características básicas de la intencionalidad es la
"inexistencia del objeto", es decir, que al acto intencional le es
indiferente que el objeto al que se dirige exista "realmente" o
no. Lo que importa que en su conciencia esos actos descriptos son
“indubitables” y me permiten como psicoterapeuta no convertirme en “juez” sino
ponerme al servicio del otro para su ayuda y transformación de su proyecto
vital conculcado por la violencia en un proyecto de bienestar y libertad.
A ello debe agregarse la aplicación
de la máxima confidencialidad que permiten las leyes. No debe faltar la
donación o entrega habitual del psicólogo o psicóloga a través de su propio
estilo de vida, sus valores, recursos y conocimientos de los derechos de las
víctimas con una absoluta priorización del interés de las consultantes.
DESCRIPCIÓN DE LAS CARACTERÍSTICAS DEL
PROBLEMA PLANTEADO.
Alicia
Beatriz Bonilla en un trabajo sobre “Filosofía y Violencia” intenta definir
“violencia” a pesar, dice, que se trata de un término ambiguo y lastrado por
numerosos significados. Tal vez esta dispersión de significados tenga que ver
con que la violencia es un fenómeno omnipresente en la historia de la humanidad,
“tan difícil de definir como el tiempo, la vida o la muerte.(…) la
omnipresencia de la violencia resulta previa al lenguaje ya que la descripción
de las experiencias de la misma indican que el cuerpo humano y no humano
constituye su primera víctima” (Bonilla, 2010, p. 17). Y nos sigue ilustrando
cuando agrega que también la encontramos en las religiones, en la política, en lo social y en el lenguaje.
“En un sentido restringido y técnico, empero, la violencia es definida como "la intervención física de un individuo o grupo contra otro individuo o grupo (o también contra sí mismo)", señalándose además que la intervención física ha de ser voluntaria, realizada con el objetivo de destruir, dañar o coartar, vale decir, de impedir la acción del otro; de este modo equivale a "fuerza" (Bonilla, 2010, p.17).
“En un sentido restringido y técnico, empero, la violencia es definida como "la intervención física de un individuo o grupo contra otro individuo o grupo (o también contra sí mismo)", señalándose además que la intervención física ha de ser voluntaria, realizada con el objetivo de destruir, dañar o coartar, vale decir, de impedir la acción del otro; de este modo equivale a "fuerza" (Bonilla, 2010, p.17).
Bonilla
(2010) nos sigue explicando que “Entendida en un contexto político, la
violencia se distingue del "poder", si bien éste hace uso de las
intervenciones físicas, amparado en leyes, para su ejercicio o acrecentamiento”
(Bonilla, 2010, p. 17). Basándose en esas leyes
(o en oportunidades violando esas leyes), muchas veces se ha sostenido la
violencia como “legítima” porque el poder coercitivo alega manifestaciones
mesuradas y previsibles basadas en la necesidad de mantener la legalidad o la
tranquilidad social. Ciertamente también ha sido utilizada como forma de
explotación y de injusticia, tolerándose cuando es estructural y pertenece a la
sociedad o distinguiéndola de la personal. Algo similar se usa como justificación por
parte de los maltratadores alegando que ejercen la violencia para “corregir,
enseñar, controlar las salidas o llamadas telefónicas” y considerando esa
violencia “legítima”. Las definiciones no siempre se limitan a la descripción
de la violencia física sino que también es considerada la violencia
psicológica.
El
fenómeno de la violencia es de complicado análisis. La autora citada agrega: “A
partir de las definiciones y de la caracterización del fenómeno permanente de
la violencia presente tanto en las relaciones interhumanas como en las de los
seres humanos con los demás seres vivos y el ambiente resulta casi una obviedad
señalar que los estudiosos de diversas disciplinas (biología, psicología,
historia, antropología, ciencia de las religiones, etc.), han prestado atención
a este fenómeno, del mismo modo que muchas obras de la literatura universal
revelan múltiples facetas del mismo y atraen de modo especialistas en biología
y los especialistas en antropología afirmando los primeros la propensión
violenta de todos los seres vivos como instinto básico de conservación
individual y de la prole y los otros que sostienen una especie de tendencia a
la relación con los otros igualmente violenta e instintiva” (Bonilla, 2010, p.17).
Los
que trabajamos en el ámbito de la asistencia a mujeres víctimas de violencia
doméstica sabemos que aún es necesaria la publicación de un número mayor de
trabajos o investigaciones que puedan describir, definir y caracterizar,
convenientemente, este problema. En los albores del siglo XXI uno de los problemas más urgentes a
resolver es el de la violencia. Su aparición en el ámbito doméstico no se
limita al maltrato de la mujer sino que se extiende a otros miembros de la
familia, especialmente niños y ancianos.
Apenas recordar que los
abundantes datos epidemiológicos y estadísticos de la prevalencia del problema
nos invita a reflexionar sobre los aportes que podemos realizar desde la
Psicoterapia para mejorar las posibilidades de asistir al mayor número de mujeres
que hayan padecido malos tratos y abusos.
Según
la OMS (Organización Mundial de la Salud) (2017) las estimaciones
mundiales publicadas por esta organización indican que alrededor de una de cada
tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de
pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.
La mayoría de estos casos son
violencia infligida por la pareja. En todo el mundo, casi un tercio (30%) de
las mujeres que han tenido una relación de pareja refieren haber sufrido alguna
forma de violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de
su vida. Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son
cometidos por su pareja masculina.
En
un análisis realizado en 2013 por la OMS, la “Escuela de Higiene y Medicina
Tropical de Londres y el Consejo de Investigaciones Médicas”, y basado en los
datos de más de 80 países, se comprobó que casi una tercera parte (30%) de las
mujeres que han mantenido una relación de pareja han sufrido violencia física o
sexual por parte de su pareja. Las estimaciones de la prevalencia van del 23,2%
en los países de ingresos elevados y el 24,6% en los países de la Región del
Pacífico Occidental al 37% en la Región del Mediterráneo Oriental y el 37,7% en
la Región de Asia Sudoriental. Por otra parte, un 38% de los asesinatos de
mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja. Además de la
violencia de pareja, el 7% de las mujeres refieren hacer sufrido agresiones
sexuales por parte de personas distintas de su pareja, aunque los datos al
respecto son más limitados.
Siendo
una referencia mundial en el campo de la legislación al respecto en Brasil rige
la Ley 11.340/2006 que tipifica como crimen la violencia doméstica y domiciliar
y que crea juzgados especializados, una red de apoyo y amparo a las mujeres y
medidas de protección para garantizar la integridad física y psíquica de las
mujeres. En España rige la Ley Orgánica 1/2004 que se ha transformado en una norma jurídica esencial
para la erradicación de la violencia sobre las
mujeres. Señala los objetivos a conseguir, así como las distintas
medidas en educación, publicidad, sanidad, etc. Determina las funciones de
los juzgados de violencia sobre la mujer, los delitos de violencia de género y
sus sanciones, etc.
Por
extendido, conocido a través de los medios de comunicación y su seguimiento en
cursos y congresos de la especialidad el problema afecta, especialmente, a
mujeres de todas las edades, niveles sociales y países. Es la sociedad toda la
que “padece” este tipo de problema. Según Levinas (1999), en la sociedad
occidental el sujeto convierte “a lo otro” en algo semejante a aquello que ya
conoce y posee para poder clasificarlo y comprenderlo según conceptos
generales. El violento actúa de acuerdo a este concepto y cosifica al otro, le
anula su libertad y lo hace suyo según su ética personal.
Frente
a este planteamiento, Levinas (2006) exige descender a un nivel ante-predicativo que
permita pensar a los entes en su singularidad, y que, en esa medida, posibilite
la relación con el Otro en tanto que Otro, y no en tanto que algo semejante a
uno mismo. Ahora bien, esto exige
preguntarse si es posible una
experiencia del Otro en la que su alteridad no quede anulada por el dominio de
aquél que lo enfrenta.
Cuando
descendemos a ese nivel ante-predicativo, lo que encontramos, según Levinas (2006),
es el rostro del Otro. Dicho rostro presenta una serie de mandatos morales que
se nos imponen, siendo el principal de estos el de no hacer violencia sobre él,
el de presentarse ante él con las manos vacías: el rostro del Otro nos presenta
el mandato moral de conservar su alteridad e individualidad en los términos de
“no me mates”. En relación a la problemática aquí planteada, la estadística de
hombres violentos que “matan” a sus parejas va en aumento.
Ante
este panorama y por nuestra experiencia personal el comportamiento del violento
consiste en la anulación de todo imperativo moral, generando un trato ético en
el que eluden los imperativos morales presentes en el otro, tratándolo como una
continuidad de su propia persona. Por eso Levinas necesita subrayar la
posibilidad de una relación con el Otro que no anule su alteridad, que se
produzca a pesar del mantenimiento de la distancia radical entre los dos
sujetos puestos en relación. Porque es esta relación la que funciona como
condición de posibilidad de una verdadera moral, de la paz y
la justicia.
Es
aquí cuando nos detenemos, una vez más, para tratar de describir el trabajo
psicoterapéutico desde la Psicología Fenomenológica Existencial. Y viene en
nuestra ayuda un excelente trabajo de Javier Armenta Mejía, “Rogers y Levinas:
algunas implicaciones para la Psicoterapia” en la que nos dice: “Entonces, el
trabajo terapéutico se presenta como un lugar idóneo para empezar a construir
un camino hacia la aceptación, reconocimiento y confirmación del otro; hacia
una visión no totalizadora de la persona, y que camine hacia el encuentro y el
diálogo con el otro” (Mejía, 2017, p. 08). Tal como lo expresa Levinas (2006,
p. 98): “la desnudez del rostro es indigencia. Reconocer al otro es reconocer
un hambre. Reconocer a otro es dar”.
La
tarea profesional que desempeñamos como psicólogos desde la perspectiva
fenomenológico-existencial (que más tarde desarrollaremos en sus detalles)
consiste en llevar a la conciencia del maltratado que ha sido anulada su
libertad, su alteridad, su ser persona libre, mediante la violencia. Si esta
situación persiste no sería posible relacionarse con el Otro en tanto que Otro.
Pues siempre recibiría el trato de algo que le pertenece. Las crónicas
policiales señalan, más a menudo de lo que desearíamos, que el maltratador
manifiesta en muchas circunstancias en las que va a intentar agredir hasta la
muerte “si no eres mía, no eres de nadie”.
En
el desarrollo de la Psicología del siglo XX se comenzó por una observación
minuciosa del pasado. La analítica existencial considera que la vida no es
solamente el resultado de lo sucedido en el pasado. Lo más importante de la
vida se encuentra “delante nuestro”. Pero la pregunta crucial que se hace la
persona maltratada es: ¿Cómo puedo vivir esa vida mejor en el futuro? ¿Cómo
puedo completar mi sentido de vida en el futuro de la mejor manera? ¿Cómo
realizar mi proyecto si estoy atado a los acontecimientos previos de mi vida?
Si la persona maltratada se tomara el tiempo para soltar esas ataduras y
sentirse libre para realizar un proyecto futuro superaría las frustraciones del
proceso de violencia vivido. Lo
contrario lo ubicaría en el límite de un proceso de alienación que necesita de
un “análisis existencial personal profundo” según lo sugerido por el Dr.
Alfried Längle (2013).
Por conocido no es superfluo
mencionar aquí, muy sucintamente, el ciclo descripto extensamente por la Dra. Leonore Walker (1979,1984)
sobre la expresión de la violencia. El ciclo descripto consiste en una primera fase de acumulación de tensión,
período durante el cual el hombre observa determinadas actitudes o conductas de
su pareja que le originan sentimientos que no expresa y que se acumulan en su
interior. Luego se sucede una segunda
fase de descarga a través de la violencia física, psicológica o sexual. La tercera fase es denominada de luna de
miel o de arrepentimiento. En esa etapa el hombre se da cuenta que le ha
producido daño a su pareja y le promete que nunca más sucederá. Pide disculpas
y cree que va a cambiar. La mujer también cree en su arrepentimiento y
generalmente considera que es un episodio aislado y ambos integrantes se auto-convencen
que el episodio se produjo por exceso de trabajo, por problemas familiares,
interferencia de terceros, etc.
Sin
embargo, a lo largo del tiempo que dure la relación de pareja, estos episodios
se repetirán en períodos cada vez más cortos y generalmente en aumento
progresivo de intensidad. Es positivo cuando la mujer se da cuenta que el
hombre no cambiará su conducta al menos que consulte con algún terapeuta.
Generalmente el hombre no lo hace y entonces ella le dice que si no cambia se
tendrá que separar o bien se irá ella de la casa con sus hijos. En este punto
el problema parece recién empezar y los peligros son numerosos.
Sobre
el perfil psico-social de los hombres violentos es de referencia obligada la
obra del Dr. Donald Dutton (1997) en la que describe la violencia en el hombre.
Es también importante el trabajo que con hombres violentos está desarrollando
en Argentina el Psicólogo Mario A. Payarola (2003) quien nos traslada que es
además el hombre quien estadísticamente comete más actos de violencia dentro de
la familia y de la pareja. En esta última el hombre es responsable del 75% de
los episodios de violencia (el hombre que maltrata a su mujer), los casos de
violencia cruzada se los calcula en el orden del 23% (ambos integrantes de la
pareja se maltratan) y los casos en los que el hombre es víctima de violencia
de parte de su mujer, alrededor del 2%.
Son
también referencia otros modelos operativos en Europa y América: el del
aprendizaje social, el de los recursos aplicados a su disminución, el del
intercambio, el feminista, el del análisis de costes y beneficios, el modelo
interactivo de la violencia doméstica (Smith y Rosen, 1992) o el de los
mecanismos psicológicos de la violencia en el hogar (Echeburúa y
Fernandez-Montalvo, 1998). Estos dos últimos modelos tienen en cuenta ciertos
factores del agresor para predecir la violencia y destacan que ésta sería una
forma de encarar situaciones de stress a falta de otras habilidades adaptativas
(F.J. Labrador y otros, 2004).
Deseamos
hoy subrayar las posibilidades de encarar su prevención y tratamiento desde la
óptica de la fenomenología existencial. Se ha atribuido el problema,
generalizando demasiado, a que la violencia en el ámbito doméstico surge cuando
se instala el conflicto entre necesidad y
libertad. En el juego dialéctico entre
estos dos elementos, el equilibrio de sentimientos positivos contribuye al
bienestar general. Lo contrario supone la infiltración en el proyecto vital de
algunos, varios o todos los miembros de la familia que supone una limitación de
la libertad, un progresivo y constante deterioro o hundimiento del proyecto
vital y la supresión parcial o total de los círculos funcionales superiores de
la vida humana.
La
salud está íntimamente ligada al uso de la libertad, característica del hombre
sano espiritualmente. Condicionada ésta por la violencia en el ámbito doméstico
ocupa el primer plano la inautenticidad en la existencia de los miembros. El
agresor se asegura el poder “ilegítimo” mediante el logro de una vida
inauténtica en el resto de los integrantes.
Si
en la intimidad del hogar nos sentimos libres podemos asegurar nuestra elección
de estilo de vida y responsabilizarnos por el modo de encuentro en el amor. Una
lectura cuidadosa de la obra de Viktor E. Frankl (1984,1987,1988) nos
permite seguir al autor en su concepción existencial de la unidad
bio-psico-social-espiritual. En esa unidad el ejercicio de la voluntad de
sentido, la conciencia de responsabilidad, el uso de la libertad y la verdad de
una existencia guiada por el espíritu nos permite diferenciar salud de
enfermedad y describir el nivel de conflicto expresado en la violencia.
Parece
ociosa esta descripción de nuestra tarea posible. Pero cualquier especialista
sabe acerca de los inconvenientes y rechazos que encuentran las víctimas en el
ámbito judicial, policial, asistencial y comunitario. Se deduce de ello que el
agresor controla o agrede porque cree tener derecho a ello. Lo hace en el
ámbito doméstico o apela a toda su energía, recursos y contactos para hacer
valer “sus derechos”, pasando las víctimas a ser consideradas “victimarios”, en
muchos casos.
Esto
es posible porque la “víctima” se hace cargo del sistema de creencias y valores
del “victimario”. Cuando nos referimos a valores surgen, necesariamente,
las ideas de Scheler al respecto, un estudioso clásico de la ética y la
axiología, que defiende el gran componente intuitivo en los valores y que ellos
se nos revelan en las vivencias emotiva. Pestaña de Martínez, P. (2004 p.4) nos
cita en un interesante trabajo a Scheler cuando dice que “el valor es algo distinto del ser, que se
capta por una intuición valoral y no por vía sensible ni intelectual”. En la
axiología contemporánea se considera que los valores son resultado de los
componentes subjetivo y objetivo de tal modo que los valores son susceptibles
de ser analizados no como un todo indivisible, sino más bien como el resultado
de esos componentes objetivos y subjetivos.
Debemos
tener en cuenta que en el proceso de valoración de objetos o acciones las
personas consideran que unos “valen” más que otros o tienen un “valor
intrínseco” superior, estableciéndose así una jerarquía que presenta a los
valores como oscilando entre los más deseable y lo menos deseable. De esta
forma distinguimos dos categorías: la personal o propia del individuo, construida
con su propia experiencia, en las dos vertientes subjetiva y objetiva y la
social, producto de una construcción consensuada socialmente y que puede llegar
a constituir “valores universales” propios de la cultura originaria.
Max
Scheler (1948) expone que los valores, considerados como productos sociales, no
pueden existir como tales sin el hombre. No son entes abstractos, sino reales,
concretos y es el ser humano el que les da vida. Considera como característica
esencial del hombre el ser autor de “actos espirituales” y “actos técnicos”.
Los actos espirituales (“actos de ideación”), consisten en percibir un
fenómeno, le afecte o no, en tanto que los “actos técnicos” implican una
problematización de lo percibido, con búsqueda de soluciones. Por ejemplo,
percibir un dolor de cabeza sería un acto de ideación y tomar un medicamento
seria un subsiguiente acto técnico.
Del
mismo modo, Scheler distingue tres niveles en la conducta humana: la
percepción, el pensamiento y los sentimientos. Así, los objetos sensibles,
concretos (las cosas) son objeto de percepción, los conceptos son objeto del
pensamiento y los valores son objeto de los sentimientos. A partir de Scheler
surgen ideas al respecto en diferentes autores. En sus clasificaciones
organizan los valores en categorías (vitales, hedónicos, económicos,
cognocitivos, morales, estéticos, eróticos o religiosos), como valores y
contravalores (justicia-injusticia, igualdad-desigualdad, honradez-corrupción,
libertad-esclavitud, honestidad-deshonestidad, amor-odio, etc.), según su
génesis (Piaget) en pre-moral (no reconoce autoridad y su consecuencia es una
conducta sin sentido de obligación), heterónoma (reconoce normas y pautas y le
otorga sentido de obligación) y autónoma (reconoce normas, pautas y sus consecuencias
y las conductas son con sentido de reciprocidad).
Lawrence Kohlberg (1976) seguidor de Piaget,
redefine y amplia los planteamientos de estos autores, estableciendo tres
niveles, a su vez, divididos cada uno en dos estadios. Su descripción minuciosa
y declarativa, constituye el gran aporte de Kohlberg. Según él, la
justificación de las decisiones humanas, basada en sus preferencias y valores
no transcurre de la misma manera a lo largo de la vida. El ser humano
evoluciona y madura en contacto con la sociedad y enfrentado consigo mismo;
explica el progreso humano en función de la adquisición de valores (que
denomina desarrollo moral), caracterizado por un progresivo abandono del
egocentrismo hacia esquemas más maduros y altruistas, de esquemas particulares
a generales.
Otro
autor que considera esencial incluir a los valores en su fundamentación
ideológica es Viktor E. Frankl (1984,1987,1988) “La logoterapia traduce luego
el conocimiento logrado por la fenomenología acerca de las posibilidades de
encontrar un sentido en la vida, devolviéndolo al lenguaje del hombre simple y
sencillo para prepararlo también a él para encontrar un sentido a la vida”
(Frankl, 1988 p.34). Al sentido se llega por los valores, que Frankl (1988,
p.34) clasifica en tres grupos:
1. Valores Creativos: Buscar
sentido llevando a cabo los propios actos: Proyectos, tareas o trabajos.
Incluyen la creatividad en el arte, música, escritura, invención y demás.
2. Valores Vivenciales: Vivenciar
algo o a alguien. Los valores de relación con el otro, sea ese otro el mundo,
otra persona o una relación con Dios. Aquí se podrían incluir las experiencias
estéticas como ver una buena obra de arte o las maravillas naturales. Pero la
vivencia más importante es la de experimentar el valor de otra persona, a
través de la afectividad.
3. Valores de Actitud: La tercera
vía para descubrir el sentido es cuando sólo podemos elegir nuestra actitud
ante lo que nos presenta el destino.
Ante
todo es nuestra actitud ante el sufrimiento, la culpa o la muerte, a las que
Frankl llama la triada trágica. Frankl sostiene que el sufrimiento es
inevitable por ser parte de la vida, pero que cada uno tiene la libertad de
elegir siempre su actitud frente al sufrimiento. El sufrimiento no debe
buscarse y debe afrontarse sólo al ser inevitable. La actitud correcta de
afrontamiento y aceptación ante el sufrimiento engrandece, fortalece, templa y
da riqueza a la vida humana. Incluso el enfrentamiento a lo irreversible de la
muerte puede finalmente dar sentido a una vida, al mostrarle y separar lo
verdaderamente importante de lo trivial en su existencia.
A
través del control instaurado, de esa creencia asumida y de la dosificación
adecuada de fuerza, seducción y dialéctica verbal, el victimario destruye la
Esperanza de la víctima y el recurso adecuado de su sistema de valores.
Suelo
repetir la genial frase de Gabriel Marcel (2003) cuando dice: “La Esperanza es
el arma de los indefensos o más exactamente, todo lo contrario a un arma, y es
ahí donde reside, misteriosamente, su eficacia” (Marcel, 2003, p. 72). El
victimario usa el arma de la violencia. La víctima, si puede, apela a la
Esperanza. Concluye Marcel (1944, p. 76) su definición de Esperanza:
“L’espérance est essentiellement, pourrait-om dire, la disponibilité d’une âme
assez intimement engagée dans une espérience de communion pour accomplir l’acte
trascendant à l’opposition du vouloir et du connaître dont cette expérience
offre à la fois le gage et le prémices”.
Este
llamado, esta apelación, que como psicoterapeutas existenciales hacemos a la
víctima nos coloca en interlocutores de privilegio en un tema de la mayor
importancia para su vida futura. Al respetar su proyecto de vida, al ayudarla a
aceptar las modificaciones que la situación le impone le estamos ofreciendo la posibilidad
de elegir una nueva forma de vivir y evitar la agresión o la muerte. Son
conocidas las estadísticas en diferentes lugares del planeta en los que las
leyes permiten e instan a la denuncia para poder judicializar el proceso. No
obstante la cantidad de denuncias, aún insuficientes, se registran agresiones
con centenares de ellas culminando en la muerte de la mujer y en ocasiones de
los hijos.
La
violencia no se puede predecir. Es imprescindible estar atentos. Solamente
podemos contar con la descripción clínica de numerosos casos en los que se
repite el arriba mencionado ciclo de la violencia. Siguiendo este esquema lo
único predecible es la repetición de los episodios de violencia. El significado
de cada uno de estos episodios se suma e incorpora al “sin sentido” de la
existencia de la víctima, constituyendo un verdadero “infierno”.
El
papel del Fenomenólogo-Existencial será ayudar a desplegar “el ángel” que
terminará o impedirá la continuidad del círculo de violencia: agresión; culpa;
pedido de perdón; sexo; placer; nueva agresión.
Para
ejercer convenientemente este papel es necesario contar o pertenecer a una “red
de intervenciones” construida con el accionar de psicólogos, médicos, abogados,
asistentes sociales y con la comunidad. La violencia se reduce mediante la
aplicación de programas sociales y se comprende a través de investigaciones,
trabajos publicados y comunicaciones entre colegas.
ACERCAMIENTO
DESCRIPTIVO A LA ASISTENCIA PSICOLÓGICA DE VÍCTIMAS Y MALTRATADORES
Mi
experiencia profesional está referida a planes de asistencia que se han
desarrollado en Galicia (España) y en Buenos Aires (República Argentina).
Durante
varios años participé de un programa de especiales características que aún se
desarrolla en la Comunidad Autónoma de Galicia, en España. Con la coordinación
del gobierno de la Comunidad se ponen en marcha una red de recursos que se
integran entre sí, en la medida de lo posible, contándose el aporte de
servicios de la asistencia sanitaria general pública, el asesoramiento jurídico
por parte del Colegio de Abogados, la constitución según la Ley de Violencia de
Juzgados especializados en la atención de casos de violencia doméstica, la
colaboración de las fuerzas policiales y de Guardia Civil y la asistencia
psicológica a las víctimas y a los victimarios (si éstos aceptan incluirse)
mediante un Programa que coordina el Colegio de Psicólogos local.
Desde
el año 2004 España cuenta con una Ley de Medidas de Protección Integral contra
la Violencia de Género. En el primer párrafo de su Exposición de Motivos la Ley
expresa: “La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito
privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la
desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se
dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por
sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y
capacidad de decisión”.
Es
importante destacar, entre sus
consideraciones y medidas, lo que afirma acerca de sus atribuciones: “El
ámbito de la Ley abarca tanto los aspectos preventivos, educativos, sociales,
asistenciales y de atención posterior a las víctimas, como la normativa civil
que incide en el ámbito familiar o de convivencia donde principalmente se producen
las agresiones, así como el principio de subsidiariedad en las Administraciones
Públicas. Igualmente se aborda con decisión la respuesta punitiva que deben
recibir todas las manifestaciones de violencia que esta Ley regula. La
violencia de género se enfoca por la Ley de un modo integral y
multidisciplinar, empezando por el proceso de socialización y educación.”
Esa
multidisciplinariedad se traslada a las actuaciones del Programa de Asistencia
que mencionamos y los psicólogas y psicólogos integrantes, además de la
exigencia de una formación y experiencia previa, continúan como grupo en la
formación, información e intercambio, respetándose la fundamentación teórica de
cada profesional si su accionar psicoterapéutico se ajusta a las normas y
objetivos del Programa.
Por
la libertad que permite el Programa en cuanto a la fundamentación teórica de
los profesionales integrantes, nos incluimos en él considerando los aspectos
teóricos y prácticos de la aplicación de la asistencia desde un enfoque
fenomenológico-existencial. Ante la necesidad de reducir la violencia en el
ámbito familiar en la comunidad gallega integramos un dispositivo general de
intervención en redes. El mensaje existencial y la actuación profesional se
dirige a mujeres que han presentado denuncia policial y/o conseguido orden
judicial de alejamiento del agresor en un proceso absolutamente gratuito y
voluntario. Actuamos, con urgencia, para ayudar a estas mujeres a encontrar
sentido a la vida, pese a la situación de crisis y peligro.
La
asistencia psicológica a estas víctimas de violencia, realizada por Psicólogas
y Psicólogos, autorizados y supervisados por el Colegio Oficial de Psicología
de Galicia (España), es de diez sesiones de 50’ cada una. Una vez evaluado el
progreso del tratamiento pueden otorgarse sesiones adicionales si fuera
necesario. Todos los psicólogos integrantes manejan información básica común
sobre la red y sus procedimientos. Son obligatorias para los Psicólogos
jornadas de formación e intercambio de información sobre el proceso. En forma
resumida diremos que intervienen Centros de Asistencia a la Mujer y Menores, la
Guardia Civil, Centros Integrales de la Mujer (de dependencia autonómica), las
Casas de Acogida, los Colegios de Psicólogos, Asistentes Sociales y de Abogados
y los Juzgados específicos de asistencia a víctimas de violencia.El servicio es
gratuito para las usuarias del Programa y comienza nuestra actuación luego de
la verificación de la situación de emergencia y la existencia de denuncia
policial, procedimiento éste último imprescindible para la atención. El
promedio anual de casos asistidos oscila entre los 100 y 120 casos.
En
este campo de actuación es muy importante la definición del encuentro
Psicoterapeuta-usuaria del Programa. El logro rápido de una relación empática
positiva es imprescindible. Se trabaja con situaciones límite que no permiten
pérdida de tiempo. Es necesario instruir para que se facilite la evitación de
situaciones de violencia que nunca se resuelven en el corto plazo. La estricta
confidencialidad es imprescindible. A las usuarias del programa se les
atribuye un número de código para evitar ser identificadas por su victimario en
cualquier situación en que accedan a registros. La correspondencia de esta
numeración con el nombre de la persona es solamente conocida por el profesional
y coordinadores del Colegio de Psicólogos como, asimismo, por las autoridades
judiciales si solicitan informes y todas las comunicaciones se realizan bajo
este número de referencia, evitando domicilio y otros datos personales. Este
cuidado profesional no afecta a la autonomía existencial de las personas
tratadas. Su respuesta siempre ha sido: “Me siento segura y protegida con este
sistema”.
Pero
se trata de lograr cambios que activen mecanismos y conductas de control que no
actúen solamente sobre la violencia. En este campo es necesario recordar,
especialmente, que afirmamos que esta situación existencial del paciente
es “única e irrepetible” y coincidimos con la generalidad de nuestros
colegas en que es respuesta inmediata al desarrollo de numerosos dinamismos
psíquicos que han establecido una personalidad a lo largo del tiempo y que se
presenta en la realidad del “aquí y ahora” como una realidad diferente
Por lo que conocer lo que está
pasando exige economía de medios y gasto de recursos psicoterapéuticos. Conocer
acerca de la realidad violenta, ayudar a reconocer sentimientos bloqueados,
analizar el contenido de los mensajes de la violencia, elevar la autoestima y
programar, conjuntamente, un “Plan de Supervivencia” que no es para sobrevivir
sino para “súper-vivir”, vivir por encima de los sufrimientos y problemas,
renovando el sentido de vida “a pesar de todo”. Decía Viktor E. Frankl:
“Me atrevo a decir que no hay nada en el mundo que ayude más efectivamente a
una persona a sobrevivir, aún en las peores condiciones, que conocer el sentido
de su vida” (Frankl,1986, p.104).
Aún
en estas circunstancias de sufrimiento, peligro, amenazas y violencia estamos
agradecidos al poder colaborar para asistir a estas mujeres en la “cura” que
reconoce su mejor test cuando pueden ellas mismas ayudar a otras a superar las
inhibiciones que le impiden salir del círculo de la agresión.
La
actividad profesional implicará procedimientos urgentes para prevenir futuras
crisis o agresiones, actitudes de espera por la dificultad de la víctima en
reconocer sus posibilidades, continencia de la angustia, desarrollo de caminos
de libertad sin imposiciones, creando el lugar apropiado para la confianza y
desarrollando una creatividad técnica basada en la necesidad de conseguir
cambios de conducta urgentes, perfectamente establecidos por autoridades y
científicos, la necesidad de una camaradería itinerante que permita la
superación del sufrimiento, la recuperación del sentido, la instalación de la Esperanza
y la aplicación de la solidaridad, que forman parte de lo que en algunas
Conferencias denominamos “el almacén logoterapéutico”.
Estar,
sinceramente, a disposición del otro. Amarlo como ser humano que sufre. Evitar
que dé pasos peligrosos. Permitirle elegir su camino sin condicionamientos.
Ayudarle a superar la paradoja entre la inmanencia y la trascendencia. Este es
el juego de roles que permite el ejercicio de la Psicoterapia
Fenomenológica-Existencial.
En
cuanto a lo referido a hombres violentos el Colegio de Psicólogos de Galicia ha
implementado un Programa especial que denominó “Abramo-lo círculo” (Abramos el
círculo) en clara referencia a la necesidad de romper el círculo negativo de
escalada de violencia en la relación interpersonal que mencionamos más arriba.
El ingreso en estos grupos es voluntario, deben pasar entrevista previa y
aceptar las condiciones establecidas para su incorporación y asistencia.
En
años pasados he participado, como observador, en la asistencia psicológica en
Hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Los esfuerzos de los profesionales
dedicados a este tema son loables pero cuentan con pocos recursos en red y
comunicación multidisciplinar. Hemos compartido información sobre el plan en
marcha en Galicia y me consta que han aprovechado para aportar soluciones a la
mejor atención de mujeres víctimas de violencia.
En
cuanto a la asistencia a hombres violentos mi relación y conocimiento en cuanto
a su tratamiento psicológico está referido a la actuación de varios Psicologos
y Psicólogas formados en un Master especializado que dicta la Universidad de
Buenos Aires. Mi contacto con el Lic. Mario A. Payarola, docente de ese Master,
me permite transmitir aquí algunas consideraciones sobre su accionar
profesional. Manifiesta el Lic. Payarola (2003) al respecto:
La mayoría de
los especialistas de todo el mundo dan por cierta la estadística que indica que
el cincuenta por ciento de la población ha sufrido algún tipo de violencia
dentro del ámbito familiar. Las formas más comunes de violencia familiar son el
maltrato infantil, la violencia conyugal y el maltrato a los ancianos. No sería
extraño, pues, que dentro de nuestra práctica clínica se nos consulte por algún
caso de violencia conyugal. Pues bien, es además el hombre quien estadísticamente
comete más actos de violencia dentro de la familia y de la pareja. En esta
última el hombre es responsable del 75% de los episodios de violencia (el
hombre que maltrata a su mujer), los casos de violencia cruzada se los calcula
en el orden del 23% (ambos integrantes de la pareja se maltratan) y los casos
en los que el hombre es víctima de violencia de parte de su mujer, alrededor
del 2%” (Payarola, 2003.
Introducción.)
La
experiencia profesional del Payarola en la tarea con hombres violentos se desarrolla
siguiendo la descripción fenomenológica existencial de los mismo, tal como se
presentan a la consulta. Su experiencia es amplia, obtenida dentro de un equipo
profesional especialmente diseñado para este tipo de tratamientos,
especialmente en grupos de hombres.
Nos
cuenta, sucintamente, lo que ocurre con estos pacientes: “Generalmente
el hombre niega su violencia, incluso frente a nosotros los profesionales. Es
frecuente escuchar: "Puede que alguna vez la haya empujado",
"sólo le pegué dos veces en mi vida". Es importante destacar que no
sólo niega su violencia sino que niega y minimiza las consecuencias de la
misma. No tiene ningún registro del daño infligido. Escuchamos esta frase:
"Porque le grité fuerte mire el lío que hizo. Me puso una denuncia por
violencia familiar, dice que yo le pego". Cuando reconoce su violencia lo
hace en un pequeño grado: "Es cierto doctor, el otro día le pegué por
primera vez por lo cual estoy arrepentido, pero creo que nunca más volverá a
suceder" (Payarola,
2003. Sin numerar, en Resultados)
Y agrega: “La justificación es otro
componente típico y el argumento de la provocación es clásico. "Es cierto
doctor, a veces le grito o la insulto, pero es porque ya me tiene harto con sus
provocaciones", "Mi mujer también es violenta pero de palabra, yo no
sé por qué no se hace ver por un psiquiatra". De esta manera el hombre
logra poner la culpa en lo externo y no responsabilizarse por sus actos. Puede
hacerlo también a través de otras justificaciones "tengo muchos problemas
económicos y no me alcanza el dinero, por eso estoy nervioso y contesto
mal", "nosotros nos llevamos bien pero es mi suegra la que siempre se
mete en nuestra vida", "mi esposa tiene poco carácter, entonces yo
reacciono mal". “Dentro de las conductas violentas se encuentra el control
de las actividades de la mujer. El hombre no tolera que ésta lleve a cabo
actividades que tienen que ver con su independencia, quiere mantener todo bajo
control. Tiene una excesiva dependencia emocional de su pareja, por eso le resulta
intolerable que ella se vaya, lo abandone. Él interpreta todas las actividades
de ella como abandono y por lo tanto tienen el componente de los celos. Siente
celos si ella le dedica mucho tiempo a los hijos, a hablar con sus amigas, con
su madre, si tiene un trabajo o estudia, con los compañeros de trabajo, etc.” (Payarola, 2003, sin numerar, en
Resultados).
Y
concluye:
La mayoría de
los especialistas sostienen que la violencia es una conducta aprendida. El
aprendizaje es un proceso muy complejo que aún está en discusión. Sin embargo
se sabe que existen dos formas básicas de aprender, que son la observación y la
imitación. Un gran porcentaje de hombres han sido testigos de violencia
conyugal en sus infancias como también muchos de ellos han sido maltratados
físicamente, psicológicamente, sexualmente o bien han sido abandonados. La
conducta violenta es reforzada por la sociedad que sostiene un cúmulo de
creencias respecto del hombre y de la mujer. Al hombre se le permite expresar
violentamente y hasta podríamos decir que se sostiene que aquel hombre que no
lo hiciera no es suficientemente hombre. Sería muy extensa la discusión de este
tema en particular pero baste decir para concluir que si la violencia es una
conducta aprendida, los terapeutas de hombres violentos manejamos determinadas
técnicas adecuadas para lograr que éstos aprendan formas no violentas de
relacionarse con sus parejas y de esta manera lograr un cambio que favorezca el
normal desarrollo del grupo familiar (Payarola, 2003, sin numerar, en Conclusiones)
Podemos afirmar, entonces, que
conocer lo que está pasando exige economía de medios y gasto de recursos
psicoterapéuticos. Conocer acerca de la realidad violenta, ayudar a reconocer
sentimientos bloqueados, analizar el contenido de los mensajes de la violencia,
elevar la autoestima y programar, conjuntamente, un “Plan de Supervivencia” que
no es para sobrevivir sino para “super-vivir”, vivir por encima de los
sufrimientos y problemas, renovando el sentido de vida “a pesar de todo”. Decía
Viktor E. Frankl (1986, p.104.): “Me atrevo a decir que no hay nada en el mundo
que ayude más efectivamente a una persona a sobrevivir, aún en las peores
condiciones, que conocer el sentido de su vida”.
Aún en estas circunstancias de
sufrimiento, peligro, amenazas y violencia estamos agradecidos al poder
colaborar para asistir a estas mujeres en la “cura” que reconoce su mejor test
cuando pueden ellas mismas ayudar a otras a superar las inhibiciones que le
impiden salir del círculo de la agresión.
Estar,
sinceramente, a disposición del otro. Amarlo como ser humano que sufre. Evitar
que dé pasos peligrosos. Permitirle elegir su camino sin condicionamientos.
Ayudarle a superar la paradoja entre la inmanencia y la trascendencia. El
encuentro psicoterapéutico fomenta, de alguna manera, un espacio de arte para
la creación donde el otro se manifiesta, respondiendo a la pregunta de “¿Quién
eres tú?” En ese preguntar y responder, ir y venir, se crea ese encuentro,
siempre mediatizado por la palabra; encuentro y diálogo que definen la
construcción de una morada. Habitar el mundo, desde esta perspectiva
fenomenológica, supone crear un espacio en donde lo humano pueda emerger, es
decir, donde la lucha contra lo natural cesa, donde lo instrumental, cotidiano,
abre paso a lo contemplativo, lo ocioso, al estar desprendido de una finalidad
(Jager 1998). O como dice Heidegger (2000, p.11) “El lenguaje es la casa del
ser. En su casa el hombre habita. Todo lo que piensa y todo lo que crea con
palabras se convierte en el guardián de su casa”.
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Notas do autor:
José Martínez-Romero
Gandos: graduado em
Psicologia pela U.B.A. Doutor em Psicologia pela Universidad del Salvador (Argentina) e pela Universidad da Coruña (Espanha). Ex-Diretor da Carreira de
Psicologia da Universidad del Salvador.
Professor universitário. Diretor do Centro
Sentido (Galicia). Membro do Comitê Científico do Primeiro Congresso
Mundial de Psicoterapia Existencial. Membro de várias sociedades e fundamentos
da Logoterapia e Análise Existencial. Email: jmrsentido@gmail.com
[1]
La pretensión de la fenomenología es convertirse en una ciencia fundante y no
una mera ciencia empírica y ello depende de si se puede fundamentar a través
del método de intuición de las esencias, que constituye para Husserl una forma
de conocimiento. Husserl estuvo atento a los fenómenos que se presentan en la
conciencia y consideró que todo lo que se presenta en nuestra realidad lo hace
de un modo típico. El objetivo del filósofo sería contemplar esas formas
típicas de aparición: esas “esencias”. A
través de los hechos, y tal y como se presentan en la conciencia, cabría ver
ese cielo eidético. Husserl no pensó esas esencias como reales, pero tampoco
como externas, objetivas. El “último Husserl” expresa el concepto fundamental
de “Lebenswelt” (Mundo-vital) desarrollado en “La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología trascendental” (op.cit.), un mundo “circundante
vital” que se considera válido de manera natural, no siendo un hecho, sino un
horizonte de hechos, un mundo cambiante para Husserl. Para ello se apoya en la
suspensión de los juicios sobre la verdad, una “epojé” (suspensión en griego) o
reducción fenomenológica, una puesta entre paréntesis, un camino hacia algo que
se supone deseable y necesario. Silenciar el juicio, dejar las verdades en
suspenso para luego llegar a evidencias que nos acerquen a la realidad.